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Carmen González Roca

Biografía

González Roca, Carmen. Las Palmas de Gran Canaria, 17.XII.1906 – 11.V.1976. Fundadora del Instituto Secular de Catequistas de Nuestra Señora del Pino.

Menor de los siete hijos del matrimonio formado por Manuel González Martín y Margarita Roca Claveríe, fue bautizada en la iglesia parroquial de San Bernardo (San Telmo), el 1 de enero de 1907. Durante su infancia estudió en el colegio de las madres dominicas, donde hizo la primera comunión el 30 de mayo de 1914. Más tarde la familia, confió su educación a una institutriz privada. Pronto se manifestó en ella la inquietud por la catequesis, formándose en las filas de la Acción Católica, donde se distinguió por su especial devoción hacia la Eucaristía y la Santísima Virgen, los dos pilares de su vida espiritual, que puso bajo la dirección de su tío el filipense José Roca y Ponsa, canónigo magistral y tío suyo materno. Éste la tomó como secretaria, ayudando a fortificar su voluntad mediante una disciplina inflexible. Por ser sacerdote se le había concedido el privilegio de tener oratorio privado en casa con reserva del Santísimo Sacramento, lo que alimentó la piedad eucarística de Carmen, que pidió su ingreso en la Congregación de las madres Adoratrices. No la admitieron por lo delicado de su salud.

Hacia 1945 atravesó por una suerte de noche oscura en la que sabía que Dios le pedía algo, que no acertaba a discernir, lo cual era una fuente constante de sufrimiento espiritual. Al final llegó a la conclusión de que su único ideal era dar a conocer a Cristo y que Él ya le mostraría los medios para llevarlo a cabo. Casi insensiblemente comenzó a reunirse en torno a ella un grupo de jóvenes animadas por distintos impulsos de consagración a Dios. En 1949, su párroco le encomendó una misión en el barrio de Schamánn, en la cual contó con la colaboración de sus jóvenes amigas. Allí conoció a Teresita Velásquez Velásquez, que se convertiría en una de sus primeras colaboradoras. Se reunían en un pequeño salón para celebrar actos piadosos y dar catequesis, en un medio donde existía una gran ignorancia de la fe católica.

El recinto pronto fue ampliado y, con la licencia del Ayuntamiento, se convirtió en una ermita, erigida en 1951 como vicaría bajo la advocación de los Sagrados Corazones, dependiente de la parroquia de San Bernardo (San Telmo) y cuyo primer sacerdote regente fue Juan Rodríguez Alvarado. Carmen organizó la vida eucarística de la vicaría, instituyendo los primeros jueves de mes y creando grupos de niños, como los Cruzados Eucarísticos y los Consoladores de Jesús, estos últimos con un fin específicamente reparador. Tantos afanes acabaron por debilitar aún más su endeble salud.

Carmen creía que su labor en los Sagrados Corazones de Schamánn respondía a sus inquietudes, pero una serie de circunstancias le mostraron que el plan de Dios para ella tomaba otros derroteros.

Un obispo de Colombia, que pasaba por Canarias, quiso conocerla y, después de hablar con ella, le sugirió que fundase un instituto secular, nueva forma de vida apostólica que acababa de ser reconocida por el papa Pío XII en 1947, mediante la constitución apostólica Provida Mater. Más tarde, a través de Juan Alonso Vega, rector del seminario mayor, entró en contacto con el obispo de Canarias, monseñor Antonio Pildáin y Zapiáin, que la animó a poner por obra la sugerencia del primer prelado. Fue así como decidió fundar la obra que llevaría por nombre el de Catequistas Eucarísticas y de María Inmaculada y que, contó con una sede en la casa, sita en la calle de Bravo Murillo, que el sacerdote Ceferino Hernández Cabrera había legado al morir al seminario diocesano y que el obispo puso a disposición de Carmen.

El 8 de diciembre de 1950 se llevaba a cabo la fundación con una misa oficiada por el padre Agapito Robles, claretiano, a quien se había confiado la guía espiritual del nuevo instituto. Durante la ceremonia, Carmen emitió sus votos perpetuos y asumió la dirección general, mientras varias de las jóvenes que formaban el grupo que colaboraba con ella formulaban promesa. La obra se difundió rápidamente por Gran Canaria, pero la misión de Schamánn fue considerada siempre con predilección por la fundadora.

Su salud, sin embargo, no mejoraba, de modo que su familia decidió llevársela a Sevilla en 1953 y a Barcelona en 1956. En el ínterin, en el curso del Año Santo Mariano de 1954, consiguió que la imagen de la Virgen llamada del Pino, que tiene mucha devoción en las islas, pasara por Schamánn durante su traslado de Teror a Las Palmas. Éste es el origen de la advocación bajo la que las catequistas fueron puestas por Carmen.

El 12 de marzo de 1957, llegaba la aprobación diocesana del instituto como Pía Unión, confirmando el obispo a Carmen como directora general. Un año más tarde pronunciaban sus votos temporales las primeras catequistas. En 1959, debieron, sin embargo, dejar la casa de Bravo Murillo, y buscar una nueva sede y no fue fácil. Después de una breve estancia de prestado en casa de una de sus colaboradoras, las catequistas se instalaron por fin en 1961 en la casa del paseo de Madrid, que fue adquirida a costa de grandes sacrificios. La salud de Carmen se debilitaba cada vez más, pero ella no cejaba en sus desvelos por su obra.

En 1963, se comenzaron los trámites para la aprobación de los estatutos del instituto ante la Sagrada Congregación para los Religiosos, los cuales fueron seguidos de cerca y agilizados por el obispo Pildáin, que viajaba frecuentemente a Roma para asistir a las sesiones del Concilio Vaticano II, y aprobados finalmente en 1966.

El 22 de febrero de ese año, fue erigido canónicamente por decreto episcopal el Instituto Secular Catequistas de la Virgen del Pino, cambiándose el nombre original por el de esta advocación a pedido de monseñor Ildebrando Antoniutti, prefecto de la Sagrada Congregación para los Religiosos, que había sido nuncio apostólico en España y había concebido devoción por la patrona de Canarias. Inmediatamente se puso en marcha la difusión del instituto mediante varias fundaciones, en las que estuvo presente Carmen en compañía de su gran amiga, la formadora Purificación Domínguez, que falleció en 1968. La salud de Carmen continuaba deteriorándose y en la Asamblea General que tuvo lugar en noviembre de 1969 fue relevada de sus responsabilidades en la dirección general, siendo sucedida por María Elena Melián Rodríguez.

Desde entonces, no queriendo entorpecer la tarea de la nueva directora general, se fue a vivir con su familia como miembro del instituto en régimen de externado.

En su antigua parroquia de San Telmo ayudó todo lo que su valetudinaria condición le permitía.

En el último período de su vida le acompañaron constantemente por las noches dos de sus catequistas, Milagrosa Santana e Iluminada Ortega, quienes recogieron el legado de su espiritualidad y de su ideal.

Antes de morir ofreció su vida por los sacerdotes, objeto de sus predilecciones por la necesidad que había de ellos en la Iglesia y su creciente escasez. Expiró en presencia de sus dos acompañantes habituales después de un breve período de coma profundo, en el que había caído, no sin antes haber recibido los últimos sacramentos. Fue sepultada en el enterramiento familiar del cementerio de Las Palmas de Gran Canaria después de la misa de exequias oficiada por su director espiritual el claretiano Miguel Alonso.

Su obra se caracteriza por el carisma del apostolado de la catequesis, en todas sus formas, principalmente a los niños y más necesitados, procurando llevar la formación cristiana a la infancia, juventud, adultos y a los ambientes familiares, profesionales y sociales para consolidar el Evangelio y los valores cristianos en medio del mundo, y ha dado óptimos frutos en la evangelización en sintonía con el magisterio de la Iglesia.

 

Bibl.: Instituto Secular Catequista de la Virgen del Pino, Estatutos. Redactados conforme a la IV Asamblea General Ordinaria, Las Palmas de Gran Canaria, Instituto Secular de Catequistas de la Virgen del Pino, 1989; M. Santana García, Biografía de Carmen González Roca. Fundadora del Instituto Secular Catequistas de la Virgen del Pino, Las Palmas de Gran Canaria, Catequistas de la Virgen del Pino, 2003.

 

Rodolfo Vargas Rubio y José Martín Brocos Fernández