Ayuda

Francisco Javier de Azpiroz y Jalón

Biografía

Azpiroz y Jalón, Francisco Javier de. Conde Alpuente (I). Valencia, 8.XI.1797 – Madrid, 14.X.1858. Militar y político.

Fueron sus padres Francisco Javier de Azpiroz y Garroberea, intendente general del reino de Valencia y corregidor y justicia mayor de su capital, y María Fausta de Jalón y Bañuelos, hija de los marqueses de Castroforte.

Ingresó en el Ejército en 1806 como caballero paje de la Real Casa de Su Majestad y causó baja en 1811 como consecuencia de la disolución de dicho establecimiento, continuando sus estudios en un colegio de la nación francesa.

En el mes de noviembre de 1815 volvió al Ejército con el empleo de capitán del Regimiento de Infantería Voluntarios de Castilla, con el que guarneció las plazas de Ferrol y La Coruña, y a partir de 1821 pasó a Palencia y Burgos.

En 1822 combatió a las partidas realistas en la provincia de Vizcaya, donde recibió un bayonetazo en la mano derecha; posteriormente, operando contra dichas partidas en la provincia de Segovia, recibió siete heridas de sable en combate cuerpo a cuerpo con uno de sus cabecillas.

Al año siguiente se enfrentó al cura Merino en Aguilar de Campoo (Palencia). Posteriormente se halló en los sitios de Medinaceli (Soria) y de Murviedro (Valencia), desde donde se trasladó a continuación a las Alpujarras. Allí esperó la llegada de las tropas francesas de Angulema, consiguió atravesar sus líneas y evitar caer prisionero, incorporándose al 2.º Ejército de Operaciones en Orce (Granada) cuando éste había ya capitulado. Sin embargo, negándose él mismo a hacerlo, pretendió dirigirse a Cádiz, pero fue hecho prisionero por la caballería francesa y encerrado en la Alhambra, recibiendo posteriormente la licencia indefinida en Vélez Málaga.

El 5 de enero de 1826 contrajo matrimonio en Segovia con María del Pilar Montalvo y del Mello (nacida en Segovia en 1795, lugar donde testó en 1827 y 1840), hija de María Joaquina del Mello y Meléndez Ayones y de Gregorio Montalvo e Hinojosa, regidor perpetuo de Arévalo. De esta unión nacieron dos hijos, Fausta y Francisco Javier de Azpiroz y Montalvo.

Una vez la reina doña María Cristina hubo decretado en 1832 la amnistía para los delitos de Estado, fue purificado de la conducta militar y política observada en la etapa anterior, y un año más tarde se le concedió el empleo de teniente coronel del Regimiento Provincial de Segovia.

Al mando de tropas muy inferiores, logró sorprender en 1834 al cura Merino en Fresno de Cantespino (Segovia) y consiguió apoderarse de caballos e impedimenta y hacerle varios prisioneros, lo que le valdría la concesión de la Cruz Laureada de San Fernando y ser nombrado comandante general de la provincia, cargo que mantuvo hasta que en el mes de octubre del mismo año fue ascendido a coronel y puesto al frente del Regimiento Provincial de Plasencia.

En 1835, al mando de una columna, combatió incansablemente a las partidas carlistas que recorrían la provincia de Burgos, a las que se enfrentó en Huerta del Rey, Monasterio, Pumarejos y Puentedura, acción esta última en la que recibió cinco heridas de arma de fuego y sable.

Al año siguiente se le encomendó el mando de una brigada y la comandancia militar de la Sierra de Burgos, desde la que persiguió a los jefes carlistas Batanero y Basilio García hasta obligarlos regresar a Navarra, consiguiendo hacerles numerosos prisioneros. Un enfrentamiento verbal con el general en jefe del Cuerpo de Ejército de Reserva le obligó a dimitir del mando que desempeñaba y a solicitar el retiro, lo que no le sería admitido.

Salió elegido diputado a Cortes por la provincia de Segovia en las elecciones del 2 de octubre de 1836, cargo que juró el 18 de enero de 1837. Sin embargo, una semana más tarde, fue nombrado comandante general de la provincia de Cáceres, que compatibilizó con su escaño de diputado, hasta noviembre de 1837 en que causó baja de este cargo. La situación de peligro creada por la expedición de Zaratiegui hizo que a primeros de agosto ofreciese sus servicios a S. M. la Reina, por lo que recibió el mando de una columna que debía incorporarse a las fuerzas del capitán general de Castilla la Nueva. Posteriormente tomó el mando de una brigada a cuyo frente intervino en la persecución del referido general carlista, combatiéndole en las acciones de Las Rozas (Madrid), Nebreda (Burgos), Aranzueque (Guadalajara), Aranda de Duero (Burgos) y Retuerta (Burgos). Intervino en la persecución de la llamada Expedición Real al mando de una división; regresó a la provincia de Burgos, donde se hizo cargo de la Comandancia de la Sierra y continuó en operaciones hasta su ascenso a brigadier en el mes de septiembre. Antes de terminar el año solicitó el cuartel para Madrid, Segovia o Valladolid, amparándose en las fatigas que había pasado y las heridas que había recibido; motivos que no fueron admitidos y su petición fue denegada, por lo que tuvo que seguir al frente de dicha comandancia.

A principios de 1838 se le nombró comandante militar de la provincia de Cuenca y se le encomendó el mando de la Brigada de Operaciones de Castilla la Vieja, con la que se batió con gran valentía, en el mes de febrero, en la acción de Úbeda y Baeza (Jaén) contra las facciones mandadas por el general Basilio García, el coronel Tallada y el cabecilla Palillos, siendo agraciado con la Cruz de San Fernando de 3.ª clase, pasando seguidamente destinado al Ejército de Operaciones del Centro, con cuyas fuerzas persiguió al primero de ellos.

Tras hacer prisionera a toda la guarnición del fuerte de Cañete (Cuenca), al mando de una brigada de la 1.ª División tomó parte en cuantas acciones tuvieron lugar con ocasión del intento de reconquista de Morella (Castellón) por el Ejército del general Oraa, distinguiéndose en la del día 3 de agosto, por la que fue propuesto para el empleo de mariscal de campo. En ese mismo mes se le confió el mando de la División de Reserva, consiguiendo dos meses después que Cabrera levantase el sitio puesto a Caspe (Zaragoza).

En febrero de 1839 le fue concedido el empleo de mariscal de campo y al mando de la 1.ª División del Ejército del Centro intervino en la provincia de Castellón, conduciendo convoyes a la sitiada población de Lucena y enfrentándose al cabecilla Forcadell, que ocupaba Onda. Seguidamente cayó enfermo de gravedad, por lo que tuvo que hacer entrega del mando de la División, de la que volvió a hacerse cargo antes de hallarse recuperado, con el fin de llevar a cabo el levantamiento del sitio de Lucena. En el mes de julio, su actuación durante la acción de las Useras le valió la concesión de la Gran Cruz de Isabel la Católica.

Al mes siguiente consiguió tomar el castillo de Tales, y se dedicó a continuación a limpiar de enemigos la provincia de Valencia, consiguiendo arrojar a los carlistas de Chelva y Chulilla y tomar al año siguiente los castillos de Alpuente y Bejís, hechos por los que fue condecorado con la Gran Cruz de San Fernando.

Una vez libre de partidas la provincia de Valencia, fue enviado al Alto Aragón para ocupar las poblaciones de Barbastro y Monzón (Huesca), con objeto de impedir el paso de las tropas de Cabrera hacia Cataluña.

Entre tanto fue elegido senador en las elecciones de agosto de 1839, cargo que nunca juró.

Al término de la guerra, regresó con su División a Valencia, adonde en el mes de agosto de 1840 llegó, procedente de Barcelona, la Reina Regente, quien, depositando su confianza en él, le nombró el día 28 ministro de la Guerra e interino de Hacienda, pero fue cesado por la Junta provisional de Madrid al mes siguiente, pasando a Segovia en situación de cuartel.

Precisamente, por la provincia de Segovia volvió a presentarse para el Congreso de los Diputados en las elecciones de febrero de 1841.

El 5 de octubre de 1841, estando en Madrid, se le concedieron unas horas para salir de la capital y trasladarse de cuartel a Ciudad Real, siendo un mes después privado de su empleo y sometido a Consejo de guerra, del que resultó absuelto en el mes de febrero del año siguiente al comprobarse que no había tomado parte en los sucesos de Madrid del 7 de octubre del pasado año; a continuación, pasó de cuartel a Segovia. El arresto le impidió presentarse al Congreso, no pudiendo darse de alta como diputado hasta el 30 de abril de 1842, cargo que desempeñó hasta el 3 de enero de 1843 en que fueron disueltas las Cortes. Volvió nuevamente a salir elegido en las elecciones de abril de 1843, en las que Espartero perdió la mayoría que gozaba en el Congreso, adhiriéndose entonces Azpiroz al levantamiento contra el regente. Espartero fue derrotado en el campo político por sus adversarios progresistas y en el campo de batalla por los generales moderados, por lo que hubo de renunciar a la regencia y exiliarse. Azpiroz fue nuevamente elegido diputado por Segovia para el bienio 1844-1845, al tiempo que era ascendido a teniente general; desempeñó a continuación los cargos de capitán general de Galicia y director general de Artillería, renunciando al de capitán general de Cuba, para el que había sido propuesto.

Recién declarada mayor de edad para ocupar el trono, la reina Isabel II, en 1845, concedió a Azpiroz la Cruz de San Hermenegildo y le nombró gentilhombre de Su Majestad. Asimismo, en su afán por dominar la cámara alta, tras la aprobación de la Constitución de 1845 por la que la Soberana perdía su hegemonía sobre el Congreso, le nombró senador con carácter vitalicio, y, un año después, recibió el hábito de la Orden de Alcántara. Finalmente, el 22 de febrero de 1849, le honró con la merced de un título de Castilla con la denominación de conde de Alpuente con el vizcondado previo de Begís, en atención a sus acciones al final de la Primera Guerra Carlista.

En el puesto de director de Artillería se mantuvo hasta ser relevado en septiembre de 1853, haciéndose entonces cargo de la Capitanía General de Valencia, que abandonó en agosto del siguiente año. A continuación pasó a desempeñar el cargo de ministro del Tribunal Supremo de Guerra y Marina.

Entre los meses de octubre de 1856 y julio de 1858, volvió a desempeñar el cargo de director general de Artillería, para seguidamente pasar de cuartel a Madrid.

Desde el mes de abril de 1858 se hallaba disfrutando de licencia para tomar aguas medicinales y termales en España y el extranjero con el fin de recuperar su quebrantada salud, pero procedente de Segovia y camino de Alhama de Murcia, le sorprendió la muerte a su paso por Madrid.

 

Fuentes y bibl.: Instituto de Historia y Cultura Militar (Madrid), Secc. Célebres, caja 10, exp. 5: Expediente personal de Francisco Javier de Azpiroz y Jalón; Archivo del Congreso de los Diputados, Expediente personal de Francisco Javier Azpiroz Jalón, elecciones, 08, 12, 13, 14 y 15; Archivo del Senado, Expediente personal del Senador Conde de Alpuente, D. Francisco Javier Azpiroz Jalón, por la provincia de Segovia (no juró) y vitalicio, sig. HIS-0022-08.

V. de Cadenas y Vicent, Caballeros de la Orden de Alcántara que efectuaron sus pruebas de ingreso durante el siglo XIX, Madrid, Hidalguía, 1956, págs. 189 y 190; P. Chamorro, Estado Mayor General del Ejército español, Madrid, Imprenta de Tomás Fortanet, 1851-1854; J. M. Cuenca Toribio y S. Miranda García, El poder y sus hombres. ¿Por quiénes hemos sido gobernados los españoles? (1705-1998), Madrid, Actas, 1998.

 

José Luis Isabel Sánchez