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Jerónimo Javier Xavierre

Biografía

Xavierre, Jerónimo Javier. Zaragoza, 1546 – Valladolid, 2.IX.1608. Fraile dominico (OP), teólogo, catedrático, general de la Orden de Predicadores, confesor, visitador y predicador real, cardenal.

Este zaragozano profesó como fraile dominico en la Orden de Predicadores, en el Real Convento de Santo Domingo de aquella ciudad. Su formación se desarrolló en el Colegio de Tortosa, donde fue lector de Vísperas, además de realizar la ordenación de sus Estatutos en 1575. El Colegio de San Vicente Ferrer, en Zaragoza, lo recibió como su primer colegial, además de rector, siendo también prior en cuatro ocasiones de aquel de Santo Domingo que le había acogido como dominico. También fue el primer catedrático de Prima de Teología en la Universidad de Zaragoza desde 1585, leyendo en la misma por espacio de catorce años. Gobernó la provincia de Aragón de la Orden de Predicadores entre 1600 y hasta que fue elegido maestro general el 12 de junio de 1601.

Con todo no resultó extraño que Felipe III le encargase, como visitador, su presencia en las abadías y monasterios de Patronato Regio en Aragón. Era el año de 1599. Por algo había sido también predicador de los reyes Felipe II y del mencionado Felipe III, así como confesor de este último, siguiendo la costumbre en la casa de Austria española de que los frailes de la Orden de Predicadores dirigiesen espiritualmente a los monarcas.

El capítulo general celebrado en Roma en 1601 le elegía general de la Religión de Predicadores o maestro general. Tal reconocimiento, lo ratificó el Monarca encomendándole su vida espiritual y siendo miembro del Consejo de Estado. El mismo año de su elección fue canonizado san Raimundo de Peñafort, general que había sido también de los Predicadores anteriormente. Coincidió en su gobierno con el momento álgido de las controversias “De Auxiliis”, cuando hubo de verse obligado a intervenir el papa Clemente VIII. El deseo de Xavierre era que el pontífice definiese dogmáticamente la cuestión, pues en el debate aparecían temas de tanto alcance como el de la libertad humana y la ciencia divina, el de la predestinación y la condenación eterna. Tras la muerte del papa Clemente en 1605, la disputa teológica inició una larga espera. Xavierre, ya como confesor real y cardenal, reclamaba a Pablo V —tras el brevísimo pontificado de León XI— la solución del problema. De esta manera, pidió a Felipe III que, a través de su embajador en Roma, instase al papa Pablo para que consiguiese una resolución a la cuestión doctrinal, tras una discusión tan amplia y detallada como había sido aquella. Pablo V consideró esta petición del monarca español, aunque por ser materia delicada, respondió que realizaría la definición en el momento oportuno. No tardó en llegar, aunque a través de un camino menos brillante de lo esperado. Era el 28 de agosto de 1607, cuando afirmó que la cuestión se reducía a tesis propias de escuelas teológicas diferentes. De esta manera, cada teólogo defendería las específicas de su escuela y agruparía adeptos en torno a sus propuestas. Los debates y mutuas acusaciones continuaron.

Aquel mismo año Pablo V preconizaba a Xavierre como cardenal, con el título de San Sixto. Instituyó en el Convento romano de Santa María sopra Minerva, la única iglesia gótica de Roma, una iniciativa devocional que derivó, después, en los rosarios públicos o coros, celebrados en las ciudades españoles en relación con la devoción de las cofradías del Rosario. Promovió la observancia regular dentro de su Orden. Impulsó la redacción de una historia general de los dominicos, tal y como ocurría en otras órdenes religiosas, preocupadas por recoger su trayectoria vital. Defendió las peculiaridades del rito propio usado por los frailes predicadores, frentes a los intentos de homogeneización de Roma.

Intervino como confesor cercano al Monarca en la cuestión de los moriscos, no mostrándose partidario de soluciones extremas. Por eso, Felipe III le encargó que estudiase el tema, para proponer una serie de medidas concretas. Para ello se constituyó la llamada Junta de los Tres, formada por fray Jerónimo Xavierre, el comendador mayor de León y el conde de Miranda, siendo ambos tres hombres moderados y partidarios de soluciones pacíficas. Xavierre pretendía retomar la adecuada instrucción cristiana de esta población, destinando para ello “sacerdotes y religiosos doctos y ejemplares, porque se entiende que por no serlo muchos de los que por lo pasado se ocuparon de este ministerio, en lugar de hacer provecho hicieron daño”. Sin duda, la muerte inesperada del cardenal dominico no favoreció una conclusión moderada al problema, decidiendo el Consejo de Estado, el 4 de abril de 1609, la expulsión de los moriscos.

Los autores contemporáneos que glosaron sobre su figura le calificaban como un experimentado hombre de gobierno. Juicios que ratificó otro de los grandes dominicos de la Corte de aquellos días, el inquisidor general fray Luis de Aliaga, confesor también de Felipe III, o su hermano fray Isidoro de Aliaga, arzobispo de Valencia. Su muerte se produjo en Valladolid en septiembre de 1608, siendo trasladado al Convento de Zaragoza, en la Capilla de los Patriarcas. Un mes antes, Pablo V había beatificado a un fraile de su provincia, además de hombre de formación de la misma, fray Luis Bertrán, fallecido en Valencia en octubre de 1581.

 

Obras de ~: Una gravísima Epístola á la Majestad del Sr. Rey D. Felipe II, con fecha de 1598, dándole cuenta de la visita de las Abadías y Monasterios Reales que le encomendó, y de los puntos convenientes á su estado, s. l., s. f., ms. en folio; Haec sunt acta Capituli provincialis Caesaraugustae, anni 1600, Zaragoza, 1600; Haec sunt acta Capituli generalis Romae Praedicatorum anno MDCI, Barcelona, 1602; Missale iuxta ritum sacri Ordinis Praedicatorum S.P.N. Dominici, Roma, 1604; Acta Capituli generalis Vallisoleti Praedicatorum anno MDCV, Zaragoza, 1605; Acta capituli generalis vallisoleti. In conventu Sancti Pauli Ordinis Praedicatorum celebrati. In festo Sanctísimae Pentecostés, anno Domini MDCV, Valladolid, 1605; Divrnvm Iuxta ritvm sacri ordinis Praedicatorum S.P.N. Dominici, Roma, 1606; Carta informe á S.M. con fecha de 2 de febrero de 1598, desde la Santa Iglesia y casa de San Vicente de Roda, haciendo relación de las cosas de ella, y particularmente de la vida y reliquias de San Valero, Obispo de Zaragoza, en Historia de San Valero, Zaragoza, 1615; La reformación del Breviario de la Orden de Predicadores en 1605, en V. Blasco de Lanuza, Historias eclesiásticas y seculares de Aragón, t. II (1619-1622), pág. 552, col. 2; Tyrocinium isagogicum Sacrae Scripturae, Zaragoza, 1675.

 

Bibl.: C. Fuentes, Escritores dominicos del Reino de Aragón, Zaragoza, Ed. Gambón, 1932; L. Galmes, “Xavierre, Jerónimo”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell, Diccionario de Historia Eclesiástica de España, vol. IV, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Enrique Flórez, 1975, pág. 2786; V. T. Gómez, A. Espinera, L. Galmés y V. Forcada, La Provincia Dominicana de Aragón, siete siglos de vida y misión, Madrid, Edibesa, 1999.

 

Javier Burrieza Sánchez

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