Benjumea y Cabeza de Vaca, Rafael. Conde de Guadalhorce (IV). Málaga, 29.I.1939 – Madrid, 7.IV.2021. Ingeniero y empresario.
Hijo de Matilde Cabeza de Vaca y Garret, XV condesa del Peñón de la Vega, y de Francisco Benjumea y Heredia, III conde de Guadalhorce, descendía por vía materna de una familia tradicionalmente monárquica y por la paterna de una familia de sucesivos ingenieros de caminos e industriales. No en vano, su abuelo Rafael Benjumea y Burín, I conde de Guadalhorce, además de diputado a Cortes y ministro de Fomento, había sido el ingeniero que, junto a su mujer Isabel Heredia Loring, su cuñado Jorge Heredia Loring y el cuñado de éste, Francisco Silvela, varias veces presidente del Consejo de Ministros de la época, pusieron en marcha la Sociedad Hidroeléctrica del Chorro que abasteció de electricidad y agua a la ciudad de Málaga hasta bien entrado el siglo XX. De otra parte, se asocia a la familia Heredia al sector de la industria naval y fue pionera en la industria de altos hornos en España.
Pasó una infancia condicionada por problemas de salud, pues con doce años tuvo que abandonar el Colegio del Pilar y continuar sus estudios primarios con profesores particulares. Los terminó en el Colegio Alemán, al que pudo acudir cuando su salud mejoró. Después, por una serie de negocios familiares, se desvió de la tradición de estudiar ingeniería de caminos y se matriculó en la Escuela de Ingeniería de Minas de Madrid, estudios simultáneos con los de economía. Terminó siendo primero en su promoción, por lo que se le concedió una beca Fullbright para realizar estudios de postgrado en Estados Unidos; obtuvo el título de Ingeniero civil por la Universidad Ann Arbor de Michigan.
A su vuelta a España, en 1964, se incorporó como director técnico a Protisa, empresa dedicada a la Ingeniería Aplicada, Construcción y Equipamiento y, en concreto, dentro del área de Instalaciones del grupo Abengoa, que había fundado su tío Javier Benjumea Puigcerver, marqués de Puebla de Cazalla, que luego sería su suegro. Y, un año después, también dentro del grupo Abengoa se le nombró jefe de proyecto de Eptisa, empresa relacionada con la ingeniería en el sector del transporte, que en 1965 pretendía expandirse a los mercados internacionales.
En 1969 dejó la empresa familiar ante la propuesta de la Universidad Ann Arbor de Michigan de formar parte de la misma como profesor del Departamento de Ingeniería Aeroespacial. Tras permanecer dos años en Estados Unidos, donde además se le acogió como socio de la consultora W. Ryders y Asociados, retornó a España al ser nombrado consejero director general de la empresa petroquímica Española de Investigación y Desarrollo (Espidensa), al tiempo que continuó su formación académica realizando una maestría en dirección de empresas en Ginebra. Fue en esta ciudad suiza donde entró en contacto con la Unión Española de Explosivos que, al haber absorbido la Compañía Española de Minas Río Tinto, le requirió como director de Investigación y Tecnología de Unión de Explosivos Río Tinto, nombre que adoptó la empresa tras la fusión.
En 1974 contrajo matrimonio con su prima Blanca Benjumea Llorente, con quien tuvo seis hijos: Blanca, Rafael —conde del Peñón de la Vega—, José, Matilde, Enrique e Isabel. Ese mismo año pasó a formar parte como consejero delegado de Ertisa, empresa española del sector químico, formada con participaciones de Unión de Explosivos Río Tinto y la sociedad inglesa, primera del sector, Imperial Chemical Industries (ICI), que inició su actividad con la producción y venta de metilaminas y sus derivados (dimetilformamida y dimetilacetamida), para después ampliar su actividad con la fabricación de otros productos petroquímicos básicos, tales como fenol, acetona y cumeno. Pero dejó el sector pretoquímico para volver en 1982 al de la minería y metalurgia como consejero delegado de Río Tinto Minera, dentro del mismo grupo, donde permaneció casi una década hasta que el 55 por ciento del capital español se vendió en 1991 al grupo KIO (Kuwait Investments Office). Benjumea se desvinculó del grupo empresarial en el que había trabajado durante una veintena de años. Fue una decisión acertada pues poco después se produjo el escándalo que llevó a la cárcel al financiero Javier de la Rosa como responsable de la suspensión de pagos del grupo KIO en España.
Comenzó entonces a colaborar en la gestión de pequeñas empresas como asesor externo del grupo del Banco Central Hispano (BCH), hasta que en 1994 se le ofreció la presidencia de Asturiana de Zinc, una de las principales empresas del grupo industrial de Banesto dedicada a la investigación, explotación y comercialización de toda clase de sustancias minerales, particularmente zinc y otros productos asociados a su explotación, como el plomo, germanio o el ácido sulfúrico, que estaba pasando por un momento complicado tras la intervención por parte del Banco de España de Banesto que llevó a la cárcel a los responsables del banco, al entonces presidente de la entidad, Mario Conde, y a todo su consejo. En 1998, tras la muerte de su padre, sucedió en el título nobiliario de conde de Guadalhorce y dejó otra vez el sector minero, después de que el grupo suizo Glencore International, el mayor grupo comercializador de materias primas del mundo, adquiriese un 44,41 por ciento del capital de la compañía. Pasó entonces a presidir la Unión Naval de Levante, sucediendo en el cargo a Fernando Abril Martorell, que había fallecido, y se vinculó de esta manera nuevamente al grupo BCH, principal accionista de la empresa —que se fusionaría al año siguiente con el Banco de Santander—, aunque también en un momento crítico, pues en estos años se estaba produciendo la reconversión de los astilleros españoles. En 2002 abandonó el sector de la construcción naval cuando el grupo BSCH se deshizo de su participación en la entidad. Entonces, el presidente del Banco de Santander, Emilio Botín, le ofreció ser el director general de la Fundación Marcelino Botín, con el fin de desarrollar tres grandes proyectos: educación, ciencia y medioambiente. Botín había tenido en cuenta la gestión que Guadalhorce había estado llevando a cabo en la creación y presidencia de la Fundación Río Tinto para la Historia de la Minería y la Metalurgia desde que se constituyó en 1987, que con la creación del Museo minero de Río Tinto permitió la recuperación de su patrimonio y archivo y la explotación turística del entorno de la comarca que estaba en franca degradación; así como de la Fundación Duques de Soria en 1989 por iniciativa y bajo la presidencia de honor de S.A.R. la Infanta Margarita de Borbón y de Carlos Zurita, duques de Soria, como centro de apoyo e impulsor del hispanismo, que motivó, entre otras razones, la concesión al conde de Guadalhorce de la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio en 1999.
Tras una fructífera vida, dedicada a la empresa y a la cultura, falleció en Madrid, de un fallo cardiaco, el 7 de abril de 2021
Obras de ~: “Contribución al conocimiento del papel de las aguas subterráneas en la gestión del agua en España”, en Industria y Minería (Madrid), n.º 355 (2004), págs. 3-4; “La Fundación Duques de Soria y el hispanismo internacional”, en R. Lefere (coord.), Memorias para el futuro: I Congreso de Estudios Hispánicos en el Benelux: Université Libre de Bruxelles, 25-17 de noviembre de 2004, Madrid, Ministerio de Educación y Ciencia, 2005, págs. 289-290.
Fuentes y bibl.: Informaciones aportadas por ~.
A. Gómez Mendoza, El Gibraltar económico: Franco y Río Tinto, 1936-1964, Madrid, Río Tinto Minera, 1994.
Iván F. Moreno Landahl, conde de los Andes