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León Josef Gil Merino y Berdejo

Biografía

Merino y Berdejo, León Josef Gil. Viso del Marqués (Ciudad Real), 1.IX.1812 – Manzanares (Ciudad Real), 6.I.1884. Alcalde de La Carolina y diputado de las Cortes Constituyentes de la Primera República Española.

Sus padres, Miguel Gonzalo y Josefa, eran, como él, naturales de la villa del Viso del Marqués, pero siendo León niño se trasladaron a residir a La Carolina, en aquel momento capital de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena y sede de su intendencia. Asentado en La Carolina y cumplidos los dieciocho años ya lo encontramos como maestro de postas de la parada de Venta de los Melocotones dentro de la jurisdicción de Concepción de Almuradiel, y en 1832 era arrendador de la parada de Santa Elena. Sin duda, el tipo de trabajo, el conocimiento del camino real, las relaciones profesionales y personales que tuvo dentro de su ámbito laboral, el uso de armas de fuego y los vínculos familiares promocionados en su trabajo le confirieron un conocimiento sobre Sierra Morena y la dirección de grupos de hombres armados que con el paso de los años le sería muy provechoso.

Con la supresión, el 5 de marzo de 1835, del Fuero de Sierra Morena, y por lo tanto de la intendencia de Nuevas Poblaciones y la superintendencia de Concepción de Almuradiel, las antiguas feligresías se transformaron en ayuntamientos. La primera corporación municipal de La Carolina quedó compuesta el 21 de marzo de 1835, y algunos días después se formó la junta de pósitos, nombrándose a León Merino como escribano de estos. Su dedicación a la junta de pósitos la compatibilizó con su labor en la casa de postas de Santa Elena, de la que continuaba como maestro en 1836, si bien su vecindad se ubicaba en la calle Real de La Carolina. Con el tiempo, sus actividades económicas se diversificaron, dedicándose a la agricultura o intentando adentrarse en el sector minero.

La Guerra Civil se había iniciado abiertamente en 1833, tras la muerte de Fernando VII, y las antiguas colonias de Sierra Morena apoyaron oficialmente a Isabel II. Pequeños grupos carlistas actuaron en Sierra Morena por su cercanía a La Mancha, realizando incursiones en Venta de Cárdenas, Santa Elena, La Carolina, Guarromán o Aldeaquemada. En este contexto, las dotes de mando de León Merino se confirmaron con el cargo de comandante de la Milicia Nacional de La Carolina en 1838, nombramiento que mantendría años más tarde.

León Merino apoyó la “revolución de 1840” y la regencia de Baldomero Espartero. Como consecuencia, el cabildo municipal de La Carolina, junto con otros vecinos influyentes, determinó el 14 de septiembre secundar el pronunciamiento a favor de la Constitución de 1837 y la defensa de Isabel II, constituyendo un nuevo ayuntamiento del que Merino sería nombrado por votación como alcalde primero y representante de los pueblos del partido de La Carolina para formar la Junta Provincial de Gobierno. En 1842 el ayuntamiento de La Carolina le quiso premiar al proponerlo para recibir la condecoración acordada en el decreto de 12 de mayo de 1841 por su apoyo a establecer en España el gobierno constitucional.

Pero como resultado del exilio de Espartero en 1843, Merino, por su apoyo al general, tuvo que trasladar su residencia al Viso, siendo vigilado por las autoridades provinciales moderadas junto con su hermano José María. Continuó con el servicio al ayuntamiento de La Carolina, y en 1846 se encontraba en Madrid como su apoderado; en la capital recuperó parte de papel de deuda del Estado con inscripciones por valor de 210.000 reales. Aunque al año siguiente abandonaría este cargo al salir de la Corte, parece ser que por su apoyo a los “acontecimientos de Galicia” contra el general Narváez. A principios de 1848 Merino ya apoyaba la vuelta de Espartero del exilio, participando activamente en las Revoluciones de 1848 contra el gobierno moderado de Narváez comandando una partida revolucionaria en La Carolina, y su hermano José María otra de Santa Elena. Los hermanos Merino realizaron acciones en Sierra Morena y Despeñaperros, tanto atentados contra el gobierno como asaltos a la correspondencia oficial. Fueron detenidos y se escaparon de la cárcel de La Carolina; e incluso se destinó la columna de carabineros de José Osorio para su detención, aunque finalmente fueron indultados.

Durante algunos años las noticias sobre León quedaron soterradas hasta que llegó el año 1854 y otra revolución lo movilizó. Desde su inicio, Merino formó una columna en Sierra Morena, la llamada “División de Despeñaperros” fue posicionada en Las Correderas (Santa Elena) el 19 de julio de 1854. Los revolucionarios se adhirieron al pronunciamiento de los generales O’Donnell, Serrano, Dulce, Ros de Olano y Mesina.

Gracias a este nuevo orden político se propició una nueva constitución, la de 1856, aunque nunca se aprobó. León Merino aprovechó la ocasión para comenzar una carrera política en el Partido Progresista. Pero O’Donnell se adheriría a la contrarrevolución junto a los moderados y algunos progresistas, que aprovecharon la salida del gobierno de Espartero para continuar con la constitución de 1845. En este contexto, nuestro biografiado, junto con otros progresistas, organizó levantamientos en todo el país, volviendo a controlar Despeñaperros. A finales de julio, las fuerzas convocadas por Merino fueron diluyéndose, incluyendo él mismo. León fue detenido en Almuradiel el 20 de enero de 1857, donde residía, dentro del intento de desmantelación del partido progresista, por parte de moderados y absolutistas. Finalmente pudo regresar unos meses después a Almuradiel. Como consecuencia de estos acontecimientos, sus ideas políticas se fueron configurando en torno al Partido Democrático, una escisión del Partido Progresista.

Algunos años después la situación comenzó a complicarse de nuevo para nuestro protagonista. Los movimientos de una partida en Sierra Morena que fue violentamente disuelta por la Guardia Civil propiciaron que se le vinculase a ella en junio de 1866. León y su hermano José María fueron desterrados de su hogar, teniendo incluso que esconderse en el monte. Todo este proceso estaba relacionado con las consecuencias de la frustrada revolución de 1854.

Pero la posición de León Merino cambió radicalmente con la Revolución de septiembre de 1868, “La Gloriosa”, donde volvió a ponerse al servicio de los generales sublevados, entre ellos, Serrano, Prim y Topete. En este caso su partida revolucionaria cortó el paso durante varias horas en Despeñaperros a Cayetano de Borbón-Dos-Sicilias, conde de Girgenti, que, junto a un regimiento de caballería, iba en auxilio de Manuel Pavía que se enfrentaría a Serrano el 28 de septiembre en el Puente de Alcolea (Córdoba), con victoria de este último. En esta nueva etapa nuestro protagonista alcanzará las cotas de proyección política más elevada, pero dentro del Partido Republicano. En este contexto Merino inició un viaje por varios pueblos de la provincia de Jaén, entre ellos La Carolina, donde el 21 de octubre de 1868 fue nombrado hijo adoptivo de la ciudad y recibido con honores.

Dentro del Partido Republicano, Merino ocupó el cargo de presidente honorario de la provincia de Jaén y, aunque no consiguió el acta de diputado en las elecciones a Cortes Constituyentes de febrero de 1869, fue elegido presidente honorario del comité republicano de Linares, y al mes siguiente ya ostentaba el cargo de presidente del Comité Nacional Republicano. El movimiento pretendía que se formasen en Estados Federales con el objetivo de ir conformando la “Confederación Ibérica”, incluyendo Portugal. Impulsó, junto con otros delegados, el Pacto Federal de Andalucía, Extremadura y Murcia, siendo elegido presidente de la comisión permanente directiva de la Asamblea de Córdoba. A finales de julio se desplazó a Madrid como uno de los representantes del Pacto de Córdoba para participar en los pactos federales de España. León Merino presidió las sesiones de la denominada Asamblea de los pactos federales donde acudieron representantes de los pactos de Tortosa, Córdoba, Valladolid, Vasco-Navarro (Éibar) y La Coruña junto con los diputados republicanos. Mientras estaba en Madrid, León fue investigado por el Gobierno Político de Jaén, según indican fuentes impresas republicanas de la época. Volvería a Andalucía para representar a la provincia de Jaén en la Asamblea Federal de las provincias de Andalucía, Murcia y Extremadura, celebrada en Andújar el 31 de agosto de 1869, siendo nombrado representante del Consejo Federal.

Durante los meses siguientes volvió a coger las armas, participando activamente en la sublevación federal de octubre de ese mismo año y dirigiendo una partida republicana en Despeñaperros que consiguió interrumpir la línea telegráfica y el ferrocarril de Andalucía en las inmediaciones de Vilches, siendo restablecido el paso una hora después. En la prensa liberal, se minusvaloraba las partidas republicanas en Andalucía, reduciéndolas a las de Salvochea y León Merino, y tachándolas de “bandoleros”. Si bien, en los días siguientes ya se hablaba de que la partida republicana de Merino estaba compuesta por 300 hombres, que vagaba entre Venta de Cárdenas (Almuradiel) y Santa Elena, e iban a ser perseguidos por fuerzas que habían salido de Jaén. El brigadier Burgos entró en La Carolina el día 8 de octubre sin encontrar insurrectos, al haberse retirado de aquella ciudad el día anterior comandados por el alcalde Medrano, que fue el único del ayuntamiento que se levantó en armas. El resto de pueblos de la sierra estaban tranquilos, y eso a pesar de que Merino había estado con su partida el día 6 de octubre en Linares, retirándose sin crear problemas. En torno al 10 de octubre la partida de Merino comenzó a dispersarse, ayudando a su disolución la publicación de un indulto por parte de las autoridades. León, junto con Francisco Chico, alcalde primero de Bailén, escapó hacia Portugal, dando noticias de su llegada a Lisboa. Tuvo que esperar a agosto del año siguiente para que el gobierno decretara la amnistía general a los insurrectos, lo que llevó a Merino a establecer su residencia en el pueblo donde nació, el Viso, siendo controlado estrechamente por la Guardia Civil. Pero, aunque se acogió a la amnistía, parece ser que cargó con toda la responsabilidad de la rebelión. Dos años después, Faustino Caro renunció a la candidatura para representar a los republicanos de Baeza, siendo propuesta la de León Merino. Este hecho se presentó como un acto de justicia hacia Merino, que había realizado grandes sacrificios políticos por las ideas republicanas.

Su regreso a Madrid, en febrero de 1873, solo fue el preludio de su candidatura por el distrito de Almagro. De esta manera, consiguió finalmente ser diputado por Almagro, provincia de Ciudad Real, entre el 5 de junio de 1873 y el 8 de enero de 1874. Desde el primer momento de la llegada de los diputados republicanos a Madrid, e incluso antes de la constitución de las Cortes, se formaron cuatro fracciones con ideas distintas. León Merino, junto con otros diputados, se ubicaron dentro del centro federal reformista. La situación política se volvía a complicar, y el gobierno de Pi y Margall sería presionado por la minoría republicana federal, entre ellos Merino, expresando que no asistirían al congreso mientras que el gobierno no clarificara sus políticas de reforzamiento de la república. Incluso dichos diputados llegaron a pedir en una carta abierta al Ejército la defensa de la república federal contra los carlistas y contra los que querían instaurar a Alfonso de Borbón en el trono. Las acciones violentas no se hicieron esperar y se produjo el corte de la línea férrea del medio día en Despeñaperros, destruyéndose un puente, cortándose el paso en Almuradiel y Vadollano (Linares), publicitándose noticias de que León Merino, junto Valero y otros, habían salido para Despeñaperros. Los diputados del partido republicano federal denunciaron la actitud beligerante del gobierno y la persecución que estaban realizando a sus opositores.

Mientras tanto, Merino participó en las sesiones del congreso. En ellas interpelaba a Castelar sobre la continuidad de la Guerra Civil y la falta de las reformas necesarias que habían provocado el desencanto y la revolución cantonal, temiendo que una vez que los generales partidarios de la monarquía terminaran con los carlistas, fueran contra los republicanos federales. Además, Merino protestó a la mesa de las Cortes al responsabilizar al gobierno de Castelar sobre la situación actual del país. En este contexto, estaba en el Congreso cuando el general Pavía entro el día 3 de enero mientras se debatía la moción de censura de Pi y Margall contra Castelar. Pero León, sorprendido por la rebelión, firmó, junto con la mayoría de los diputados, un documento para denunciar al Tribunal Supremo dicho acto violento y apoyar al gobierno de Castelar. El golpe de Pavía terminó con la Primera República, perdiendo León su cargo de diputado federal.

La actividad de Merino, lejos de terminar, continuaría, siendo sobreseída una causa contra él con motivo de una conspiración que fue descubierta en junio de 1877 junto con algunos militares y civiles; firmando junto con exdiputados un “manifiesto de los demócratas fusionistas” en contra de sistema de gobierno, la falta de libertad, libertad de prensa y de sufragio universal el 28 de marzo; participando en reuniones de exdiputados federales para terminar con las diferencias entre republicanos pactistas y otros republicanos o firmando una carta de adhesión en 1881 como exdiputado federal a una reunión en Madrid, a la que no pudo asistir.

León Merino y Berdejo fallecía en Manzanares, donde residió en los últimos años de su vida, el día 6 de enero de 1884 a la edad de 71 años. Había dejado viuda, Miguela Sánchez Blanco, con la que se había casado el 30 de enero de 1873, y no tuvo descendencia. El 21 de septiembre de 1907 el ayuntamiento de la Carolina dio nombre a una calle de la ciudad que todavía mantiene su recuerdo en Sierra Morena.

 

Bibl.: F. de Cadenas y Allende, “La colección iconográfica de don Natalio Rivas en la Academia de la Historia (continuación)”, en Hidalguía. La revista de genealogía, nobleza y armas, 141 (1977), págs. 273-288; S. Jaén Milla, Entre tierra y plomo. Historia del republicanismo jiennense (1849-1923), Barcelona, Ediciones Carena, 2014; J. Muñoz del Campo, El Viso del Puerto Muladar II. Viso del Marqués. Retazos de su historia, Ciudad Real, Lozano A. G., 2001; F. J. Pérez-Schmid Fernández, “León Merino o el eco de las revoluciones del siglo XIX en Sierra Morena”, en S. Olivero Guidobono (coord.) El devenir de las civilizaciones: interacciones entre el entorno humano, natural y cultural, Madrid, Dykinson, págs. 396-416; C. Sánchez-Batalla Martínez, La Carolina: historia de los 16 años que cierran la primera mitad del siglo XIX, vol. V, Andújar, Caja Rural de Jaén, 2007; C. Sánchez-Batalla Martínez, La Carolina: historia de la segunda mitad del siglo XIX, vol. VI, Andújar, Caja Rural de Jaén, 2010.

 

Francisco José Pérez-Schmid Fernández