Sa (o Saá) y Faria, José Custodio de. Lisboa (Portugal), 1710 – Luján (Argentina), 8.I.1792. Ingeniero militar portugués, cartógrafo, arquitecto, brigadier del Ejército al servicio como Ingeniero de Carlos III y Carlos IV de España.
Ingresó en el ejército portugués como ingeniero en 1740, después de haber estudiado Fortificación y Arquitectura en la Academia de Fortificación de Lisboa. Como arquitecto había trabajado para los reyes portugueses, siendo el responsable de gran parte de las obras de fortificación lusitanas en territorio paraguayo.
El 13 de enero de 1750 se firmaba el llamado “Tratado de Madrid” entre España y Portugal, con el que se pretendía precisar los límites de las posesiones de ambas potencias en América. Sa y Faria se trasladó a Brasil en 1752 para trabajar como comisario en una de las partidas de demarcación del citado Tratado. Después de efectuar esta tarea, en 1764 se convirtió en gobernador de Río Grande de San Pedro, región meridional brasileña ocupada por los portugueses, aunque una parte de ella, en ambas riberas a la entrada de la laguna de los Patos, había sido recuperada por los españoles desde 1763. Con el ánimo de recuperar estos enclaves, Sa y Faria realizó una ofensiva en 1767 que se saldó con la conquista por los portugueses de San José del Norte. Sin embargo, dado que reinaba la paz entre las cortes española y portuguesa en Europa, el marqués de Grimaldi en nombre de Carlos III exigió una censura oficial del instigador de la ofensiva. Como consecuencia, José Custodio de Sa y Faria fue apartado del cargo por el futuro marqués de Pombal. A pesar de la aparente sanción, entre 1769 y 1775 realizó diversos trabajos, entre ellos mapas de los confines de São Paulo y Mato Grosso, y en 1771 era ascendido a brigadier de los Ejércitos de Su Majestad Fidelísima, rey de Portugal.
Para responder a tales ataques, se organizó en España la expedición de Pedro Ceballos, nombrado virrey y capitán general del Río de la Plata, que partía del puerto de Cádiz el 13 de noviembre de 1776. Ceballos decidía reconquistar la isla de Santa Catarina, una de las usurpaciones portuguesas, que había sido bien pertrechada, al suponerse que España se empeñaría en recuperarla. El ingeniero y brigadier Sa y Faria, que, entre 1761 y 1765, había diseñado los fuertes de San Francisco Xavier y de Santana, en la zona del estrecho que separa la isla del espacio continental brasileño, había recibido anteriormente la orden de encaminarse hacia la citada isla de Santa Catarina para mejorar sus fortificaciones y baterías poco antes de que se produjese la invasión. Debía ponerse a las órdenes de Antonio Carlos Furtado de Mendoza, comandante militar encargado de su defensa. La repetidamente citada isla, entre Río de Janeiro y Buenos Aires, poseía un puerto estratégico en la ruta hacia el estuario rioplatense.
El mariscal de campo Antonio Carlos Furtado de Mendonça contaba con unas fuerzas netamente inferiores a los del ejército expedicionario. Un volumen que se fue reduciendo a causa de las deserciones, en aumento desde que el 23 de febrero los españoles se establecieron en la isla. En un consejo de guerra entre los días 24 y 25, José Custodio de Sa manifestó que era inconveniente pretender defenderse en esas circunstancias. Según él, era necesario realizar la evacuación lo antes posible, pues de lo contrario se verían rodeados. Furtado de Mendonça era del mismo parecer. El 28 de febrero se probó que lo más conveniente sería enviar a José Custodio para proponer una capitulación honrosa al general Ceballos, intentando salvar mediante un pacto a la tropa que no había desertado y los pertrechos militares.
El acuerdo de rendición se suscribió el 5 de marzo de 1777. Fue José Custodio de Sa quien firmó el documento como representante del ejército portugués de Santa Catarina. Todos los miembros del ejército luso-brasileño fueron hechos prisioneros, pero a los oficiales se les permitió trasladarse a Río de Janeiro, después de su total rendición, “pero quedando en poder de España todas las banderas, cajas de guerra y tropas”. Cuando llegaron a Río, fueron inmediatamente encarcelados por orden del virrey Lavradio, quien activó la maquinaria judicial para depurar responsabilidades sobre la entrega de la isla. Para los oficiales de mayor rango el proceso proseguiría en Lisboa. No así para José Custodio, que, a diferencia del resto de oficiales, marchó como rehén con Ceballos y el ejército español al Río de la Plata.
Posteriormente, el comandante militar Antonio Carlos Furtado de Mendonça exoneraba a José Custodio de cualquier muestra de cobardía, entreguismo o conspiración junto a los españoles. Antes bien, Furtado señalaba que José Custodio en los dos primeros consejos de guerra había votado por la defensa de la fortaleza de São José da Ponta Grossa, antes de una retirada escalonada de su guarnición y que, aunque lo intentó, no pudo hacer que Ceballos firmase unos términos de capitulación más liberales. Ulteriormente, el tribunal que juzgó en Lisboa el papel de los oficiales superiores concernidos en la entrega de Santa Catarina también precisó en 1783 que José Custodio no podía cargar con la culpabilidad del deficiente estado de las defensas de la isla, pues había llegado a ella poco antes de que irrumpiese la escuadra española. También consideró que si no había regresado a Río de Janeiro fue porque el general Ceballos no se lo permitió y que su extrañamiento del territorio portugués no constituía evidencia alguna de culpa.
Sin embargo, fue Ceballos quien maniobró para llevarse consigo al ingeniero al Río de la Plata. Ya lo conocía desde su época como gobernador de Buenos Aires, cuando Sa y Faria era uno los técnicos que acompañaban al representante portugués en las comisiones mixtas establecidas para hacer efectivo el Tratado de Madrid. De esa época procedía también el buen concepto que el primer virrey del Río de la Plata tenía del portugués, al que catalogaba como “buen ingeniero, hábil y con experiencia porque ha pasado lo más de su vida en los confines de ambos Dominios en esta América”.
Ceballos había introducido en la capitulación del 5 de marzo de 1777 un artículo, ya señalado, por el cual debía quedar un oficial de rango igual o superior al de coronel como rehén, hasta que se hiciese la paz, momento en el que sería canjeado por otros prisioneros o liberado sin cortapisas. Por otro lado, la necesidad de ingenieros militares en la provincia de Buenos Aires era muy patente, ya que en un informe redactado a comienzos de 1778 se señalaba la existencia de tan solo cuatro oficialmente reconocidos como tales en todo aquel territorio, del que no solo dependía la plaza homónima sino también las de Montevideo y Maldonado. Para añadir a esta nómina a José Custodio, Ceballos convenció también al ingeniero portugués de que continuase su carrera profesional al servicio del rey de España, con el argumento de que Pombal mandaba castigar e incluso fusilar a los oficiales que se rendían.
Además, para convencer a la Metrópoli, uno de los primeros mapas enviados por Ceballos desde Montevideo en mayo de 1777, fue el de la costa de Rio Grande de São Pedro hasta Santa Catarina, que había hecho José Custodio el 13 de mayo de 1777. Ceballos anunciaba al secretario Gálvez el envío de aquel mapa, cuando el rehén ya había cruzado la frontera existente entre un mero prisionero de guerra, aproximándose con todas las consecuencias a la órbita de la administración española: “Este mapa está levantado exactamente por el brigadier Portugués Don Josef Custodio, que desde que en tiempo de Bucareli tomaron los portugueses la banda del norte del Río Grande, estuvo allí mandado, y antes con las partidas de marcadores en todos aquellos parajes”.
“Usando de la facultad que S.M. se dignó franquearme por Real Orden de 8 de agosto de 1777 me comunicó V.E., a fin de que proponga algún partido al brigadier portugués D. Joseph Custodio de Sa y Faria, de modo que por él se atraiga a este oficial al servicio de España, he creído deber insinuarle, como lo he hecho, que mientras estuviere en alguna comisión del Real Servicio en América, será asistido con trescientos pesos mensuales, y en España con trescientos escudos de vellón, y que para indemnizarle de los menoscabos y quebrantos de sus haberes en Portugal, se le darán por una vez diez mil pesos. [Y] que en la promoción de Mariscales de Campo, será atendida su antigüedad de Brigadier”.
Sa y Faria era un brillante ingeniero, cartógrafo y geógrafo, y de él salieron también trazas de obras emblemáticas como la iglesia Matriz de Montevideo, la iglesia de Maldonado o un tramo de calzada frente al cabildo y cinco casas “redituantes” en la conocida como Manzana de las Luces de Buenos Aires. De igual forma se le consultó sobre las obras que debían realizarse en el puerto bonaerense y que exploró la costa patagónica, recomendando el establecimiento de una población, para realizar la pesca de ballenas junto con la extracción de sal con que abastecer la ciudad porteña y elaborar las salazones de carne que se enviaban a España.
Una vez al servicio de la corona española, siguió emitiendo dictámenes sobre emplazamientos geográficos poco conocidos, gozando del apoyo y patrocinio del virrey Vértiz, quien reconoció que el portugués contribuyó con sus conocimientos prácticos y teóricos a su decisión sobre los lugares por donde había de trazarse la frontera del Tratado de Límites de 1777 y las operaciones de su la materialización. José Custodio adquirió un gran prestigio durante los primeros quince años de existencia del nuevo virreinato. Hasta Félix de Azara supo que cuando Vértiz se había visto precisado de obtener información adicional sobre el Tratado de San Ildefonso, la había conseguido “el sujeto más instruido, que era el brigadier José Custodio de Saa [sic] y Faria”, quien había señalado la imposibilidad de cumplir exactamente con las disposiciones del artículo 9 de aquel tratado.
Aunque nunca se le admitió en el Cuerpo de Ingenieros Militares español, el caso es que se le reconoció el empleo de brigadier del Ejército, con antigüedad de 10 de febrero de 1779, y de hecho trabajó como tal ingeniero militar, realizando gran número de obras diversas, tanto de fortificación como civiles, así como levantamientos cartográficos. En Brasil, antes de integrarse en el ejército hispano, llevaba a cabo la construcción de varias fortificaciones e iglesias, así como numerosos planos, como Demostraçao do Rio Ibicuy, et braços que o formão Descenhado pelos matheriaes referidos na explicaçâo o por Joze Custodio de Sà, e Faria, Tenente Coronel do Regimento de Artelharia do Rio de Janeyro, en 1758; Exemplo Geographico Que comprehende o terreno que toca a Demarcaçâo da primeira Partida, copiado, et reduzido a mayor exactissimamte do Mapa das Cortes pelo Tenente Coronel Jozé Custodio de Sá, e Faria, también en 1758; Mappa Geograhico Da Campanha por donde marchou o Exercito de S. Magestade Fidelisima, sahindo do Rio grande de Sam Pedro, a unirse com o de S. Magestade Catholica, á quem auxiliava, contra os Sette Povos rebeldes situados na margen oriental do/ Rio Uruguay… Elevada pelo Tenente Coronel do Regimento de Artilharia do Rio de Janr. Jose Custodio de Sá, e Faría. Desenhada por Manoel Vieyra Leaõ, Then.e do Regimento de Artr.a, igualmente de 1758; así como Diario e Planos do Caminho que da Ciudad da Asumpçao do Rio Paraguay, que dirige thé o passo do Rio Ygatemy. Proiecto da abertura do caminho da Terra ou Varadouro, tirado desde o Rio Jauru athe o Rio Guapore na Capitania do Cuyaba, por LuisRoiz Vilares, em MDCCXLIII, o Plano para la defensa de tierra firme de Río Grande de S. Pedro, que contiene una serie de anotaciones sobre el arte de la guerra defensiva, a ponerse allí en práctica en caso de una posible invasión.
Sa y Faria el 6 de junio de 1778, incorporado al servicio de España, con el Tratado Preliminar de Límites firmado el 1° de octubre de 1777 y aprobadas las Instrucciones por el ministro Gálvez, realizó, con gran conocimiento de lo que implicaba una demarcación de límites, el extenso y detallado Plano para la demarcación de esta América meridional, formado por el Brigadier Dn. José Custodio de Sa y Faría, con arreglo al tratado preliminar de límites, e instrucción de la Corte, propuesto al Virrey del Brasil, por el Exmo. Sor. Dn. Juan José de Vértiz y Salcedo, Virrey, Gobernador y Capitán General de estas Provincias, en el año 1778.
El virrey Vértiz también tuvo en cuenta al brigadier lusitano en la fundación de poblaciones en las costas patagónicas. Así, el 21 de marzo de 1779, después del descubrimiento de la Bahía sin Fondo y enviado a Buenos Aires el diario y los consiguientes mapas, solicitaba el asesoramiento de Sa, y este, con fecha 25 de marzo de 1779, informaba: “En ejecución de la orden de V. E. por la cual se sirve V. E. mandarme que […] le diga yo mi sentir muy reservadamente acerca de la calidad del puerto de San José, si puede ser el de San Matías o Bahía sin fondo, y qué utilidades o ventajas proporcionará para la navegación y comercio, aunque no sea el que se busca, habrá de mantenerse, si debe recelarse que con el tiempo suceda lo que la real orden anuncia, y asimismo qué reconocimientos han de continuarse para la perfecta instrucción de la situación y puerto de San José, antes de hacer un formal establecimiento, si por sus circunstancias puede contarse con su segura permanencia o convendría desde luego abandonarlo…”. Sa y Faria en su segundo informe fechado en Buenos Aires el 12 de agosto de 1786 informaba “sobre los establecimientos de la Costa Patagónica, siendo el de mayor consideración el de evitar que otra cualquier nación se pueda establecer en aquella costa”.
Sa y Faria en 1786 propiciaba y creía muy conveniente la fundación de una ciudad en lo que es ahora Mar del Plata: “Por la misma razón, sobre las que llevo expuestas, me parece importantísima la conservación del establecimiento del Río Negro, que da la mano al de San José, y queda más próximo de esta capital, así fuera posible formar a lo menos otro en la punta E. de la Sierra del Volcán, que podría ser en el sitio donde los jesuitas habían dado principio a una reducción de indios Pampas, llamada Nuestra Señora del Pilar, que se abandonó. Sin duda se pondrán muchas objeciones a un tal establecimiento tan separado de la capital, pero es cierto que, si no se procura el ir avanzando terreno, siempre nos conservaremos en el mismo estado oprimidos”.
También se le pidió su parecer en un asunto alejado de sus trabajos ordinarios sobre el cerro de Potosí, en Bolivia. Con fecha 19 de enero de 1781 firmaba su Informe sobre el Socavón del Cerro de Potosí, pero consignaba que “[b]ien quisiera yo desempeñar en un todo el concepto con que V. E. me honra de suponer que mis limitadas luces pueden ser de alguna utilidad al Real Servicio”, anotando que sólo a medias y con no pocos embarazos podía dictaminar sobre el dicho Socavón, a vista “de un pintado del Cerro y por los cortes”.
Como arquitecto y urbanista en 1780 llamó la atención, en un extenso informe a las autoridades, sobre la anarquía urbanística existente en Buenos Aires y sobre los medios de atajar el mal. Al respecto, la ordenanza del 23 de noviembre de 1784 por la que se prohibía la construcción y aún la ampliación de edificio alguno, sin que antes se hubiese presentado el plano o planos de la obra que se proyectaba hacer, había sido sugerida por Sa y Faria en febrero de 1780. En la misma ciudad construyó el primer tramo de empedrado, entendiendo como tal un afirmado sólido y con calzadas laterales en elevación. En la misma ciudad, desde junio de 1782 hasta 1786, estuvo trabajando en la construcción de la universidad y “Casas Redituantes” o de alquiler, construidas por orden del virrey Vértiz en el predio de la huerta que había pertenecido al Real Colegio de San Carlos. También corrió a su cargo el proyecto de la catedral Metropolitana de Montevideo, la iglesia de la Inmaculada Concepción y San Felipe y Santiago (iglesia matriz). Finalmente, a Sa y Faria se debe la construcción del edificio de la primera imprenta en Buenos Aires, la Real Renta del Tabaco, el noviciado del convento de San Francisco, el almacén y los cuarteles del Retior, la plaza de toros de Montserrat, varios puentes y caminos, el templo de la localidad de Guadalupe (Canelones, Uruguay) y la iglesia de Maldonado (Uruguay).
Obras de ~: Diario da expedição e demarcação da América meridional e das campañas das missões do rio Uruguay, 1750-1761; Mapa de todos los nuevos descubrimientos de la costa patagónica y sus puertos desde el Río de la Plata hasta el puerto de Ríos Gallego, junto al cabo de las Vírgenes, firmado por el brigadier José…, 1786.
Fuentes y bibl.: G. Furlong (S.J.), “José Custodio de Sa y Faria, Ingeniero, Arquitecto y Cartógrafo colonial, 1710-1792”, en Anales del Instituto de Arte Americano e Investigaciones estéticas, 1 (1948), págs. 11-63; R. Gutiérrez y C. Esteras, Arquitectura y Fortificación. De la Ilustración a la Independencia Americana, Madrid, Ediciones Tuero, 1993; A. Calderón Quijano, Las Fortificaciones Españolas en América y Filipinas, Madrid, Mapfre, 1996; Mª. Haydee Martín, A. S. J. de Paula, R. Gutiérrez, Los ingenieros militares y sus precursores en el desarrollo argentino (hasta 1930), Buenos Aires, Fabricaciones militares, 1976-1980; C. Manso Porto, Cartografía histórica portuguesa: catálogo de manuscritos (siglos XVII-XVIII), Madrid, Real Academia de la Historia, Servicio de Cartografía y Bellas Artes, 1999; R. Lesser, Los orígenes de la Argentina: historias del Reino del Río de la Plata, Buenos Aires, Biblos, 2003; C. Laorden Ramos, Obra Civil en Ultramar del Real Cuerpo de Ingenieros, Madrid, Ministerio de Defensa, 2008, 2 vols.; R. Gutiérrez, Fortificaciones en Iberoamérica, Madrid, El Viso, 2005; A. Martín-Lanuza Martínez, Diccionario Biográfico del Generalato Español. Reinados de Carlos IV y Fernando VII (1788-1833), Madrid, Foro para el estudio de la Historia Militar de España, 2012; O. Rico Bodelón, “¿Qué fue de José Custodio? Un ingeniero dieciochesco en la frontera de los imperios iberoamericanos”, en El Futuro del Pasado: revista electrónica de historia, 5 (2014), págs. 317-339; S. O’Phelan Godoy y M. E. Rodríguez García, El ocaso del antiguo régimen en los imperios ibéricos, Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú - Universidade NOVA de Lisboa - Universidade dos Açores, 2017; J. Marchena Fernández, La defensa del imperio frente a la amenaza española: De Colonia de Sacramento al Amazonas [en línea], disponible en http://www.cham.fcsh.unl.pt/ext/files/activities/juan_marchena_fernandez.pdf.
Juan Carrillo de Albornoz y Galbeño