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Dionisio Fernández Fierros y Álvarez

Biografía

Fernández Fierros y Álvarez, Dionisio. Ballota- Cudillero (Asturias), 5.V.1827 – Madrid, 24.VI.1894. Pintor.

Hijo de labradores de cierta posición, vivió sus primeros años en Ballota. El 15 de mayo de 1841 viajó a Madrid, donde entró al servicio de los marqueses de San Adrián, que favorecieron sus estudios de Pintura.

Los cursó, a partir de 1842, en la Academia de Bellas Artes de San Fernando. En 1852 seguía todavía las clases de Colorido y Composición y aún asistió a la academia, según declaró en una nota autobiográfica, hasta 1855. Fueron sus principales maestros José de Madrazo y, sobre todo, su hijo Federico de Madrazo.

En esta época pintó ya algunos retratos, género que constituyó su dedicación más asidua, entre ellos el yacente de Don Luis, Príncipe de Asturias (Oviedo, Museo de Bellas Artes de Asturias), de 1850, próximo al de Federico de Madrazo, que conserva el Prado, y realizado al mismo tiempo, ante el cadáver del niño.

También pintó, en 1849, la obra El cráneo de Goya (Zaragoza, Museo de Bellas Artes).

Ya en la década de 1850, obtuvo numerosos encargos, algunos de ellos retratos relacionados con el círculo de sus protectores. Muy tempranamente el artista fue capaz de interpretar con acierto el estilo de Federico de Madrazo, como muestra en el Retrato de madre e hija (Oviedo, Museo de Bellas Artes de Asturias), de 1853. En su trayectoria posterior fue decisivo el viaje que realizó en julio de 1855 a Santiago de Compostela con objeto de realizar cuadros de costumbres durante una estancia de tres años en Galicia.

Así, fue el primer pintor en abordar ese género, que trabajó con regularidad, en el norte de España. Para sostenerse económicamente realizó numerosos retratos comenzando, en el mismo 1856, por el de Miguel García Cuesta, Cardenal Arzobispo de Santiago, del que realizó hasta ocho versiones; entre ellas las que se conservan en el Seminario Conciliar de Santiago, el Seminario Mayor de Salamanca, la colección Gamallo Fierros, de Ribadeo, y la colección Porto Anido, de Santiago. Del año siguiente destacan los de los aristócratas gallegos Juan Jaspe y Moscoso, su esposa Carmen Moscoso y Altamira y Los niños Jaspe y Moscoso (los dos primeros en el Museo de Bellas Artes de La Coruña y el último en la Casa Natal Museo Jovellanos de Gijón).

Los tres evidencian la elegancia de su estilo y el último, con alguna influencia inglesa, su capacidad para captar la emoción y la ternura de los niños, rasgo característico en su producción posterior.

En 1858 concurrió a la exposición organizada en Santiago de Compostela por la Sociedad Económica de Amigos del País, con algunos retratos y obras de costumbres que había realizado, por los que obtuvo un galardón de primera clase. De ese mismo año es el retrato de José María Bernaldo de Quirós, VIII Marqués de Camposagrado (Oviedo, Museo de Bellas Artes de Asturias), en el que plasmó la distinción de este aristócrata asturiano. En 1859 volvió a Madrid, donde realizó el retrato de Isabel II (Sevilla, Hospital de la Caridad). Participó en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1860, en la que fue premiado con Medalla de 1.ª clase, con las obras Un estudio, Una romería en las cercanías de Santiago, cuadro que fue adquirido por el infante don Sebastián Gabriel de Borbón (Madrid, comercio 2004), Retrato del Sr. D. G. de A., La muñeira, que compraron los duques de Montpensier, La ruada y Familia gallega. Los dos últimos, en forma de medallón, fueron adquiridos por el duque de Fernán Núñez.

Hacia 1861 realizó un primer viaje a París. Al año siguiente presentó a la Exposición Nacional, donde obtuvo una segunda medalla, Baile de Charros, La salida de misa, en una aldea de las cercanías de Santiago de Galicia (Museo del Prado, depósito en Oviedo, Museo de Bellas Artes de Asturias), Un palco en el Teatro Real (Museo del Prado), Un mendigo, que adquirió el rey don Francisco de Paula, y dos obras tituladas Un estudio del natural. En ese mismo año figuró con dos obras, La muñeira y Retrato de Moratín (Madrid, Academia de Bellas Artes de San Fernando) en la Exposición Internacional de Londres.

En 1864 envió a la Exposición Nacional La fuente, cuadro de costumbres de las cercanías de Santiago de Galicia (Museo del Prado, depósito en la Real Academia de Bellas Artes de Santa Cecilia de El Puerto de Santa María), Un mendigo, tipo de la provincia de Salamanca, Retrato de la infanta D.ª Antonia de Portugal, Retrato de la niña M. A., y dos obras tituladas Estudio del natural. Obtuvo medalla de plata en la Exposición de Bayona de 1864 por un cuadro de Charros (Salamanca), que fue adquirido por el marqués de Casa Riera. En esos años pintó temas costumbristas no sólo en Salamanca, sino también en el norte de Portugal, y luego lo hizo en Aragón, donde realizó sus Espigadoras del Alto Aragón (Banco Herrero, Oviedo).

En la Nacional de 1866 presentó Un retrato, Un estudio y Episodio del reinado de D. Enrique III de Castilla llamado el Doliente (Museo del Prado, depósito en la Universidad de Barcelona), que le valió una tercera medalla y el nombramiento de caballero de la Orden de Carlos III. Fue su único cuadro de historia, aunque realizó dibujos con composiciones históricas y una de las obras de la Serie Cronológica de los Reyes de España, dirigida por José de Madrazo, Alfonso V de León (Museo del Prado), del que hay reducción que se expuso en el Museo de Lugo entre 1957 y 1963.

Cultivó también los temas literarios, como Lectura de D. Quijote en casa del Duque (Lugo, Museo de Bellas Artes) y Fausto.

A la Exposición Universal de 1867 de París envió la obra La salida de misa... Obtuvo un premio de primera clase en la Exposición de Filadelfia de 1876 con la citada obra La fuente. También participó en la Exposición Universal de Chicago de 1893, a la que envió las obras Niño romano (que puede identificarse con el cuadro que existe en Oviedo, colección Masaveu), La niña tímida y Marina del Cantábrico.

Entre los numerosos retratos que realizó, dos tienen una significación especial y un aire acusadamente romántico, el Théophile Gautier, con abrigo y gorro de pieles, y su propio Autorretrato (Oviedo, Museo de Bellas Artes de Asturias), de hacia 1866. Fue este último un motivo que le interesó especialmente y se cuentan más de una docena, realizados desde sus años de formación hasta el final de sus días. En alguno de ellos viste capa y chambergo. También tienen interés los retratos íntimos de sus amigos, como El pintor Manuel Castellano (Madrid, Museo del Prado), de 1865, con quien compartió algunas aficiones castizas, entre ellas los toros y el uso de la capa. Aprovechó la fotografía no sólo para los retratos, sino también para sus cuadros de costumbres. Así, se valió de las de Charles Clifford para las obras La picota (en un pueblo de Salamanca) y Una calle de Cuacos, pintadas en los primeros años de la década de 1860.

Socio de mérito del Ateneo de Madrid, realizó hacia 1868, para su iconoteca de presidentes de la institución, el retrato de Pedro José Pidal I, Marqués de Pidal.

Los más frecuentes son, sin embargo, los retratos oficiales. Muchos son reales, como los muy numerosos que hizo de Alfonso XII y alguno que pintó de la reina María de las Mercedes (así los realizados en 1875 y 1878, propiedad de la Diputación de La Coruña).

Otros son de ministros, como el de Manuel García Barzanallana (Madrid, Ministerio de Hacienda), pintado en 1867. Pero también pintó una Alegoría de la República, de la que se conoce un boceto a lápiz, y a Amadeo de Saboya (Madrid, colección Marqués de Loureda).

En 1868 pintó el retrato de su padre, Nicolás Fernández Fierros (colección de los herederos del artista).

Se casó en noviembre de 1873 con Antonia Carrera Barrera, a la que había conocido en sus estancias en la villa lucense de Ribadeo. Vivió en La Coruña con su esposa desde finales de noviembre de ese año hasta enero de 1875. En ese año participó con tres óleos en la Exposición Regional celebrada en Oviedo, en la que obtuvo, por el titulado Aldeana, un Diploma de 1.ª clase, y el mismo galardón consiguió en la de Lugo de 1877. A finales de 1878 o, según otros autores, en 1879 se estableció en Oviedo con su familia.

Aunque no constituye lo mejor de su producción, pues sigue las fórmulas y composiciones ya establecidas por los maestros del Renacimiento y el Barroco, cultivó el tema religioso. En 1879, por encargo del Rey, realizó una Santa Teresa de Jesús en éxtasis para la capilla del Rosario de la basílica de El Escorial. Relacionado con la misma santa, existe una Muerte de Santa Teresa de Jesús, de castizo colorido, que es su obra más original entre las de asunto religioso, aunque su composición deriva del Romanticismo. En 1892 regaló una Inmaculada Concepción al templo parroquial de Ballota, que también posee, de su mano, un Bautismo de Cristo. Una de sus últimas obras, pintada en abril de 1894 para su propia casa como cuadro de devoción, fue una Dolorosa (María al pie de la Cruz) y también pintó copias de Murillo, entre ellas, La Sagrada Familia y la Adoración de los pastores, así como una Virgen con el Niño y San Juanito (herederos del artista), de inspiración rafaelesca.

En Oviedo utilizó primero como estudio un aula de la Universidad, a cuya iconoteca contribuyó, entre otros, con los retratos de Fernando de Valdés Salas, fundador de la institución, en 1879, Miguel de Vereterra, Marqués de Gastañaga, en 1880, por fotografía, recurso que empleó a menudo, Lorenzo Nicolás Quintana, en 1881, y su propio Autorretrato de 1884 (destruidos en la Revolución de octubre de 1934). Supo adaptarse a las exigencias y carácter de los distintos comitentes, contribuyendo a la galería de retratos de la catedral de Oviedo con el de Martín Carrillo y Alderete (Oviedo, Museo de la Catedral), de 1879, que regaló. En él acertó a dar vida al prelado a partir de un retrato del siglo xvii del palacio episcopal de Granada.

Pintó también el de Julián García San Miguel, Marqués de Teverga, en 1886, para el Ayuntamiento de Avilés. Además realizó numerosos retratos para la burguesía local, comenzando por el yacente del banquero Ignacio Herrero, difunto (Gijón, Casa Natal Museo Jovellanos), de 1879, y el mismo, poco después, de cuerpo entero. Acometió el retrato de aparato en el del Marqués de San Esteban del Mar, Don Álvaro de Armada y Valdés en uniforme del Cuerpo de Artillería (Valdesoto, palacio del marqués de Canillejas) y el del obispo Fray Ramón Martínez Vigil (Covadonga, Museo), con los planos de la basílica, con destino al llamado salón del Trono del palacio abacial de Covadonga, de 1893. Especial interés tienen los retratos infantiles, sobre todo los de sus hijos, que representó a menudo, y Los sobrinos del pintor (colección de los herederos del artista), uno de los mejor compuestos.

Fierros cultivó el paisaje, tanto al óleo como a la acuarela, en especial durante sus últimos años y, en menor medida, el bodegón. En su desempeño fue uno de los primeros cultivadores del realismo en Asturias.

Entre los paisajes ovetenses que pintó y mantuvo en su estudio — que se dispensaron a su muerte—, están Lago del Campo de San Francisco, Paseo de Santa Clara, Cercanías de Oviedo (Fuente de los Teatinos), varias versiones de Un hórreo en el Fresno (una en Oviedo, colección particular) y las acuarelas En los arcos de los Pilares, Detalle de los arcos de los Pilares, Torre de la Catedral (desde los alrededores de Oviedo), Casa antigua de la calle del Carpio, El caño del Águila, y los alrededores Molino de Fozaneldi, Barco de Soto. En Luarca pintó La casa rectoral de Luarca (que perteneció a Sara Guillén, Madrid), de formato oval, y también pintó paisajes de Ballota y el Río Navia. Y en el género de la marina pintó a menudo, todavía bajo una inspiración romántica, las rompientes de Ribadeo, como en Las Carrayas, que le inspiraron diferentes vistas. También pintó el Puerto de Ribadeo para el telón del teatro de esa localidad, y la Playa de Luarca.

El pintor costeó en 1887, con planos del arquitecto Juan Miguel Laguardia, a quien también retrató, como a su mujer, una casa de pisos en el eje central del Ensanche ovetense, la calle de Uría, donde estableció su estudio. Tuvo numerosos encargos de indianos, sobre todo en Buenos Aires, donde varias obras suyas fueron adquiridas por Pío Trelles y Juan López.

También pintó el retrato de Manuel Valle, presidente del Centro Asturiano de La Habana, que se le encargó en 1891. Entre marzo y mayo de 1891 realizó un viaje a Italia. Visitó Roma, donde pintó Gabriele. Niño romano (Oviedo, colección Masaveu), Un viejo (Madrid, colección Quijano González-Camino) y Anatolia. Una joven de la campiña romana. En Venecia pintó tres vistas de 32 por 47 cm, una de ellas del Gran Canal (Lugo, colección Penzol), que conservó en su estudio hasta su muerte. Estuvo también en Florencia y Nápoles, donde tomó apuntes, y luego en Milán, desde donde pasó a Lucerna, visitó los Alpes suizos y Ginebra.

Solía pasar los veranos en su localidad natal de Ballota (Cudillero) y también visitaba, en Ribadeo, a la familia de su esposa, aprovechando las estancias para pintar. Realizó algún viaje, al menos en 1890, a Santiago de Compostela, y varios a Madrid, habitualmente durante la estación primaveral. Aprovechaba la estancia en la capital para visitar (los años en que se celebraba) la Exposición Nacional de Bellas Artes, mantenía tertulia en el Café de Gijón, pintaba algunos retratos por encargo y realizaba copias de Velázquez en el Museo del Prado. En 1881 pintó una acuarela en el Jardín Botánico. En mayo de 1886 y abril de 1887 copió el Menipo y en mayo de 1889 realizó sendos estudios de dos obras del pintor sevillano; además, en fecha sin determinar, copió el mastín de Las Meninas (Oviedo, Cajastur), Los borrachos y el Juan Martínez Montañés que, junto con una copia del Menipo y algunas de Murillo, entre ellas la Sagrada Familia del pajarito y la Adoración de los pastores del Prado, conservó en su estudio hasta su muerte. También estuvo en octubre de 1892, año en que se retrasó la apertura de la Exposición Nacional (aquel año, Internacional).

En uno de esos viajes, que había aprovechado para realizar algunos retratos, falleció, dejando viuda, Antonia Carrera, que murió en Ribadeo en 1942, y tres hijos menores de edad. Fue enterrado en el cementerio de Nuestra Señora de la Almudena. Meses después, la Academia de Bellas Artes de San Salvador de Oviedo, de la que había sido elegido miembro de número en abril de 1888, organizó en sus locales una exposición-venta póstuma con las obras de su estudio.

Era también correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

 

Obras de ~: Retrato de madre e hija, 1853; Los niños Jaspe y Moscoso, 1857; Una romería en las cercanías de Santiago, c. 1855-1858; La salida de misa, en una aldea de las cercanías de Santiago de Galicia, 1862; Un palco en el Teatro Real, 1862; Autorretrato, 1866; Familia de pescadores portugueses, 1867; Bodegón de la langosta, 1870; Santa Teresa de Jesús en éxtasis, 1879; Autorretrato ante el caballete, 1884; Ciriaco Miguel Vigil, 1890; Las Carrayas. Rompientes, en Ribadeo, 1891.

 

Bibl.: M. Ossorio y Bernard, Galería biográfica de artistas españoles del siglo xix, Madrid, Rojas, 1884, págs. 144-146; L. Basa, El pintor Fierros y el arte en Galicia, Buenos Aires, Casa Peuser, 1909; C. Suárez, Escritores y artistas asturianos, t. III, Madrid, 1936, págs. 388-392; D. Gamallo Fierros, Fierros, Madrid, Publicaciones Españolas, Cuadernos de Arte Ateneo de Madrid, 1966 (incluye una “Nota autobiográfica” debida al propio artista); J. Villa Pastur, “Dionisio Fierros”, en Pintores asturianos. Tomo IV, Oviedo, Banco Herrero, 1973, págs. 25-158; X. M. López Vázquez, “Fierros, Dionisio”, en S. Cañada (ed.), Gran Enciclopedia Gallega, t. XIII, Gijón, El Progreso, 1974, págs. 7-10; Dionisio Fierros íntimo y mundano 1827-1894, s. l., Caixa Vigo e Ourense, 2000.

 

Javier Barón Thaidigsmann

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