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José de Silva y Olave

Biografía

Silva y Olave, José de. Guayaquil (Ecuador), 15.IV.1747 – Ninabamba (Perú), 26.X.1816. Realista, obispo, diputado de Ultramar a la Junta Central de Sevilla en 1810.

Hijo del capitán Jacinto Pérez de Silva y Avilés, alcalde ordinario de Cabildo, y de María Jacinta de Olave y Salavarría, ambos guayaquileños.

En 1754 ingresó al Colegio Jesuita de San Ignacio y terminados sus estudios preparatorios se trasladó a la Universidad de Santo Tomás de Aquino en Quito hasta doctorarse en Teología en 1767. Entonces su padre lo envió al Seminario de Santo Toribio en Lima para que siguiera la carrera religiosa y tras aprobar los cursos recibió el título de maestro en 1777, ejerciendo la docencia por cuatro años.

En 1785 pasó al Convictorio Carolino que dirigía el célebre rector Toribio Rodríguez de Mendoza renovando los métodos educacionales. En 1792 fue electo canónigo magistral de la Catedral de Lima, y dos años más tarde fue tutor de su sobrino el joven estudiante José Joaquín de Olmedo. En 1805 el arzobispo de Lima, Juan Domingo González de la Reguera enfermó gravemente y poco antes de morir le encargó la Arquidiócesis, que Silva rigió durante varios meses y a la llegada del sucesor fue ascendido a chantre de la Catedral.

A principios de 1809 ejerció el rectorado de la Universidad Mayor de San Marcos y, al enterarse de la revolución quiteña del 10 de agosto, dirigió una exhortación a permanecer fieles a la obediencia del príncipe Fernando, mientras tanto Napoleón había hecho nombrar Rey de España a su hermano José Bonaparte y las ciudades españolas formaban una Junta Central de España e Indias con sede en Sevilla, que convocó de urgencia a los delegados de las provincias peninsulares y de Ultramar.

Silva fue electo por sorteo para representar al Perú.

El 11 de octubre salió del Callao en compañía del joven presbítero Isidro Ignacio Figuerola de la Peña.

En Guayaquil visitaron a los familiares. En diciembre siguieron a Acapulco con sus sobrinos Francisco de Ycaza Silva y José Joaquín de Olmedo Maruri, a quien había designado su secretario.

Mientras se hallaban en México se interrumpió la comisión al disolverse la Junta Central de Sevilla, hostilizada por la presencia de los Ejércitos franceses. Silva conceptuó la inutilidad de su viaje y regresó a Lima en septiembre de 1810, pero Olmedo consiguió asistir a las Cortes reunidas en Cádiz en 1812, desde donde le envió el nombramiento de obispo de Huamanga.

Salió a su diócesis en 1814 aún sin consagrarse, en mitad del viaje se enteró de la interrupción de los caminos debido a la revolución de los separatistas encabezados por Manuel Hurtado de Mendoza, que ocupaba Huamanga. Silva era de ideas pacíficas pero un realista consumado y resolvió volver a la capital peruana.

En estos ajetreos consumió dos años hasta que le sorprendió la muerte en la pequeña población de Ninabamba el 26 de octubre de l816, a los sesenta y nueve años de edad, y sin haber tomado posesión de su jurisdicción. El pelo cano, el rostro lleno, la sotana negra de la época.

 

Bibl.: R. Pérez Pimentel, Diccionario Biográfico del Ecuador, t. 13, Guayaquil, Imprenta de la Universidad, 2002 (2.ª ed.) (www.diccionariobiograficoecuador.com); J. M.ª García León, Los Diputados Doceañistas. 1810-1813. Una aproximación al estudio de los diputados de las Cortes Generales y Extraordinarias, Cádiz, Ayuntamiento, 2006.

 

Rodolfo Pérez Pimentel

 

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