Ferrelo, Bartolomé. Bilbao (Vizcaya), c. 1499 – México, c. 1550. Navegante, descubridor.
En 1542 participó en la expedición que organizó el virrey de México, Antonio de Mendoza, a la costa norte de California, primero en calidad de piloto y más adelante como jefe único. Los expedicionarios llevaban instrucciones de subir por la costa lo más al norte que pudieran y buscar el paso marítimo que, supuestamente, comunicaba el océano Pacífico con el Atlántico, el llamado estrecho de Anián.
Compuesta por dos navíos, San Salvador y Victoria, la expedición zarpó el 27 de junio de 1542 del puerto de la Navidad (actual estado de Colima, México) bajo el mando de Juan Rodríguez Cabrillo. Primero, efectuaron un reconocimiento de la costa oriental de California, donde descubrieron algunos puertos. El 5 de agosto, las naves arribaron a la isla de los Cedros.
Desde allí, doblaron el cabo de San Lucas, en el extremo sur de la península, para iniciar las exploraciones por su costa exterior hacia el norte. Tocaron tierra en la bahía de Santa Cruz y siguieron reconociendo la costa hasta llegar a una bahía a la que pusieron el nombre de Magdalena, situada a 27º de latitud. Navegando siempre hacia el norte, descubrieron el cabo del Engaño, a 30º de latitud, y el cabo Cruz, a 32º.
El 28 de septiembre de 1542 hallaron la bahía de San Diego, situada a 33º, y en el mes de octubre, las islas de Santa Bárbara. Desde allí continuaron ascendiendo hasta llegar, a mediados de noviembre, al cabo Galera, a más de 34º de latitud. En su camino descubrieron las islas de Santa Rosa, San Esteban y de San Miguel o de la Posesión. A 37º de latitud aproximadamente, hallaron un cabo al que pusieron el nombre de Año Nuevo, por haber llegado a él el 1 de enero de 1543. Cuando navegaban en sus proximidades, un fuerte temporal separó los navíos. Sin poder avistar el barco de Bartolomé Ferrelo, Cabrillo buscó el abrigo del canal de Santa Bárbara y arribó a la isla de la Posesión para reparar allí la nave y pasar el invierno. Poco después llegaba el barco al mando de Ferrelo. En esta isla falleció Cabrillo el 3 de enero de 1543. Antes de morir, nombró a Ferrelo su sucesor en el mando y le suplicó que alentara a la tripulación para proseguir con el viaje de descubrimiento. En honor del que había sido jefe de la expedición, Ferrelo cambió el nombre de la isla por el de Juan Rodríguez.
Tras la muerte de Cabrillo, Ferrelo asumió el man do de los dos navíos y después de varios intentos frustrados por los vientos contrarios, el 19 de febrero abandonó la isla y se dirigió a la de San Lucas, para desde allí salir a mar abierto y continuar hacia el norte.
Después de arribar al puerto de San Miguel, marchó a la bahía de San Mateo. A primeros del mes de marzo descubrió un gran cabo, aproximadamente a 40º de latitud, al que puso el nombre de Mendocino en honor del virrey de México, y una bahía a la que llamó De los Pinos. Aunque había pasado por delante de las bahías de Monterrey y San Francisco, no llegó a avistarlas, ocultas por los islotes y el mal tiempo.
A partir del cabo Mendocino, el frío y el viento se hicieron todavía más intensos. Los barcos sufrieron graves daños y fueron separados nuevamente por un temporal. Poco después fueron azotados por un fuerte viento del suroeste que los empujó hasta más arriba de los 44º, al sur del cabo Blanco, latitud que hasta entonces no había alcanzado ningún explorador europeo.
Cuando se creían ya perdidos por no poder soportar el temporal, la fuerza del viento se calmó y Ferrelo, que seguía sin avistar el otro navío, puso rumbo al sur y regresó a la isla de Juan Rodríguez. Efectuó un nuevo reconocimiento de las bahías y puertos ya descubiertos, con objeto de obtener noticias del otro barco, hasta que el 26 de marzo ambos se encontraron en la isla de los Cedros. Con los barcos prácticamente desarbolados, casi sin víveres y con la mitad de la tripulación enferma, Ferrelo dio por finalizado el viaje. El 2 de abril de 1543, los expedicionarios abandonaban la isla con rumbo al puerto de Navidad, al que arribaron el día 14 de ese mes.
La expedición Cabrillo-Ferrelo amplió notablemente el conocimiento de las costas californianas. En un solo viaje se habían descubierto 1.300 km de litoral, se había tomado posesión de las tierras e islas descubiertas y se habían descrito sus accidentes geográficos. Ambos fueron los descubridores de lo que después se llamó Alta California y dejaron constancia de que su costa estaba constituida por una línea continua, sin ningún paso que comunicara los dos océanos.
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Cristina González Hernández