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Ramón Pardiñas Villardefrancos y Taboada

Biografía

Pardiñas Villardefrancos y Taboada, Ramón. Santiago de Compostela (La Coruña), 27.V.1802 – Vall de Gil, Maella (Zaragoza), 1.X.1838. General.

Nació en el seno de una familia noble. Su madre era Ana de Taboada y Moscoso de Altamira, y su padre, José Rafael Pardiñas Villardefrancos y Varela, señor de las Casas de Cereo Vello y Corbelle, coronel de Infantería que participó en la guerra de la Convención contra Francia, cayendo prisionero en San Sebastián en agosto de 1794, y que destacó en la Guerra de la Independencia.

Ramón Pardiñas Villardefrancos y Taboada cursó estudios de Filosofía y Latín y, con catorce años, entró el 11 de septiembre de 1816 de subteniente en el provincial de Santiago. En las postrimerías del Trienio Liberal formó parte de la columna destinada a abatir las facciones de las montañas de Burón, donde recibió el bautismo de fuego y fue herido y hecho prisionero por los insurrectos mandados por el cura de Freixo en Consagrada, el 26 de enero de 1823. Seis meses después, a las órdenes del general Morillo, combatió en Puente San Payo, y se distinguió en la acción del Viso el 2 de agosto de 1823, después de perseguir a las facciones revolucionarias en Cesantes y Valdeorras, de donde regresó a Vigo. En noviembre de 1824 fue ascendido a teniente y enseguida a capitán, siendo destinado al provincial de Pontevedra. Pasó a la Guardia de Cazadores de Provinciales en 1826 y dos años después, con tan sólo veintiséis años, ascendió a teniente coronel del provincial de Tuy y después, en igual clase, al provincial de Pontevedra en diciembre de 1830.

A la muerte del rey Fernando VII ofreció su espada a la Reina gobernadora en defensa de la causa isabelina.

Alcanzó el grado de coronel y se le encargó la organización e instrucción del provincial de Mondoñedo, de guarnición en Ferrol. Al frente del citado provincial, en 1834, se apoderó de un convoy de paños destinado a los partidarios de Don Carlos, y en abril de ese año, habiéndosele conferido en propiedad el mando de dicho provincial de Mondoñedo, fue destinado a la división que mandaba en el Norte el general Espartero y nombrado gobernador del fuerte de Ochandiano, elogiándose su pericia, valor y serenidad por el Boletín Extraordinario de Álava.

En 1834 fue elegido procurador en Cortes por la provincia de La Coruña. Volvió a ser elegido en 1837 por la de Pontevedra, pero su participación en la Guerra Carlista le impidió una presencia más constante en los debates.

El 22 de junio de 1836 se le nombró comandante general de la provincia de Asturias, y apenas un par de semanas después contuvo la facción de Gómez en el Barco de Soto, que amenazaba con caballería y artillería.

En octubre de ese año rechazó por dos veces los ataques a Oviedo con cuatro batallones y dos escuadrones de Sanz. Por los servicios prestados en la defensa de Oviedo le fue concedida la Corbata de San Fernando al provincial de Pontevedra y, además, las Cortes acordaron declarar hijos beneméritos de la patria a Oviedo y a sus heroicos defensores, mientras que a Pardiñas le fue concedida la Cruz de San Fernando de 1.ª Clase y en atención a sus méritos, la Reina gobernadora, el 4 de febrero de 1837, le nombró brigadier.

Al año siguiente, por las acciones de Úbeda, Baeza y Castril, le fue concedida la Cruz de San Fernando de 3.ª Clase y el ascenso a mariscal de campo. El general Laureano Sanz le había puesto al mando de la Caballería, y Pardiñas hizo más de 700 prisioneros en el combate de Baeza, y más de 1.400 en Castril, entre ellos 72 oficiales, 2 piezas de artillería y 1.500 fusiles, donde había sorprendido a la facción carlista de Tallada después de recorrer catorce leguas por caminos impracticables al frente de 268 caballos y 130 infantes.

El Congreso de los Diputados por unanimidad, el 9 de marzo de 1838, acordó dar un voto de gracias a Pardiñas y a sus tropas, declarando merecieran Bien de la Patria.

El 18 de marzo de 1838 fue destinado a la persecución del carlista Basilio que recorría la provincia de Toledo, al cual sorprendió, batió y destruyó en Béjar el 3 de mayo de 1838. Después fue destinado a Aragón, a las órdenes del general en jefe Marcelino Oraa, si bien antes de partir tuvo el honor de que sus tropas fueran revistadas en Madrid por la Reina regente acompañada de su hija. Un mes más tarde el Ejército del Centro, en el que Pardiñas mandaba la segunda división, dio principio al sitio de Morella, donde se libraron duros combates. El 18 de agosto, el Ejército isabelino emprendió la retirada y la división de Pardiñas tuvo que cubrir la retaguardia, enfrentándose a las tropas de Cabrera y quedó en Alcañiz.

Pardiñas ansiaba vengar la derrota de Morella, al tiempo que el caudillo carlista, Cabrera, acariciaba la idea de batir al general del Ejército isabelino, por lo que también seguía los pasos de su rival. Enterado Cabrera de que Pardiñas se había desplazado de Alcañiz hacia Calaceite, decidió ir en su búsqueda, con tres mil infantes y quinientos caballos. El día 1 de octubre de 1838, que Pardiñas había salido desde Maella con dirección a Alcañiz, dio comienzo una encarnizada batalla. Cabrera resultó herido en el brazo izquierdo, pero emprendió una carga desesperada con quince caballos de la escolta y sus ayudantes sobre el flanco izquierdo del Ejército isabelino, al que Pardiñas acudió valeroso en su ayuda, lanzándose a la cabeza de su Estado Mayor, siendo herido y descabalgado en esta acción, a pesar de lo cual continuó peleando con heroísmo hasta morir bajo las armas del Ejército de Cabrera. La muerte de su jefe afectó de tal manera a su división, que prácticamente desapareció, pues hubo más de mil bajas y tres mil prisioneros, según los partes carlistas, siempre exagerados en sus cálculos. Al enterrar los cadáveres hallaron a Pardiñas debajo de una higuera y cubierto de lanzadas. España quedó conmovida por la muerte del joven militar, por lo que su cuerpo fue trasladado al Convento de San Agustín de Caspe, donde fue inhumado. Fue el primero y el único de los generales isabelinos que murió al frente de sus soldados en la guerra civil. Nicomedes Pastor Díaz en su biografía de Cabrera dice que “el General Pardiñas era uno de los más bizarros y de las más gloriosas esperanzas del ejército español.

Joven, rico, instruido y generoso, valiente hasta la temeridad, su muerte fue sentida con sincero y amargo duelo de un extremo a otro de la Península. Al fin murió con gloria, sucumbió en el campo de batalla”.

Murió sin sucesión, soltero, y fue su patrimonio heredado por su hermana gemela María Asunción, que había casado con Agustín Sanjurjo Montenegro, señor de las casas de Andeiro, Macenda, Cutián, Serantes y Carrabete. A su hijo Ramón Agustín Sanjurjo Montenegro y Pardiñas Villardefrancos, senador del Reino, alcalde de Santiago de Compostela, caballero de la Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden de Isabel la Católica, le fue concedido el título del Reino con la denominación de marqués de Casa- Pardiñas para sí y sus sucesores legítimos por la reina regente María Cristina, en nombre de su hijo el rey Alfonso XIII, el 3 de julio de 1890, a la vista de los informes realizados por el Consejo de Estado en pleno y de acuerdo con el parecer del Consejo de Ministros, en memoria de los méritos de su tío el ilustre militar Ramón Pardiñas Villardefrancos y Taboada, del que el Ayuntamiento de Madrid supo perpetuar su memoria dando su nombre a una de las calles de la Corte.

También el municipio de Santiago de Compostela le dedicó un recuerdo denominando calle del General Pardiñas a una de las del proyectado ensanche de la población, mientras que el poeta y crítico gallego J. Bautista Alonso publicaba en el periódico lucense El Alba una poesía en su memoria: “Tumba que engendra rosas liberales / No es sepulcro de muerte por ventura / El genio de los genios inmortales / Allí al orbe una patria le asegura”. Las poblaciones de Béjar y Castril también dedicaron una de sus principales calles al general.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General Militar (Segovia), Exp del General Pardiñas; Archivo General del Ministerio de Justicia, Exp. del Título de Marqués de Casa-Pardiñas.

Boletín Oficial de La Coruña, 23 de febrero de 1823; Boletín Extraordinario de Álava, 11 de septiembre de 1834; Boletín de Oviedo, 26 de octubre de 1836; Gaceta, 19 de marzo de 1838; N. P. Díaz, “Biografía de Ramón Cabrera”, en N. P. Díaz y F. de Cárdenas, Galería de españoles célebres y contemporáneos o biografías retratos de todos los personages distinguidos de nuestros días en las ciencias, la política, en las armas, en las letras y en las artes, vol. I, Madrid, Sanchiz-Ignacio Boix, 1842; J. Rico y Amat, Historia política y parlamentaria de España, Madrid, Imprenta de las Escuelas Pías, 1861; J. Bautista Alonso, “Poesía en memoria del valiente General D. Ramón Pardiñas”, en El Alba (Lugo), n.º 2 (1938), págs. 2-3; X. R. Barreiro Fernández (coord.), Parlamentarios de Galicia: biografías de deputados e senadores (1810-2003), Santiago de Compostela, Real Academia Galega-Parlamento de Galicia, 2001, págs. 474 y ss.; J. Urcelay Alonso, Cabrera. El tigre del Maestrazgo, Barcelona, Ariel, 2006, págs. 154-155.

 

María de la Paz Casamayor Gómez, Marquesa de Casa-Pardiñas

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