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Serafín Olave y Díez

Biografía

Olave y Díez, Serafín. Sevilla, 4.VII.1831 – Calahorra (La Rioja), 15.I.1884. Militar, intelectual y político.

Hijo de un antiguo guerrillero pamplonés, que hizo toda la campaña de la Independencia y la Primera Guerra Carlista, retirándose con la graduación de teniente coronel del Ejército, Serafín Olave ingresó en el Colegio de Artillería de Segovia el 7 de enero de 1849. Antes de terminar sus estudios, en marzo de 1854, solicitó y consiguió la licencia absoluta.

Tres meses después, el 20 de junio, volvió al Ejército, como subteniente de Infantería, incorporándose al Batallón de Guías del general O’Donnell, apoyando el pronunciamiento de éste, en los campos de Vicálvaro, el 28 de junio del mismo 1854. Recompensado por méritos de guerra, con el grado de teniente de Infantería, Olave embarcó en Cádiz en otoño de 1857 para incorporarse al Ejército de Filipinas.

Allí formó parte de la expedición hispano-francesa a Cochinchina, enmarcada en la llamada política de prestigio planteada por O’Donnell para, entre otras cosas, fortalecer la imagen del Estado, al tiempo que intentaba rebajar el tono político en las propias Fuerzas Armadas españolas. El comportamiento heroico, en las difíciles circunstancias de la guerra ultramarina, le proporcionaron, durante su estancia en Cochinchina, los asensos sucesivos a capitán y comandante, respectivamente, por méritos de guerra, además de la Cruz de San Fernando de 1.ª Clase y la francesa Legión de Honor. Pero las críticas que las expediciones recibieron en la Metrópoli, sin reconocer, en ningún momento, el sacrificio al que se enfrentaron oficiales y tropa, conmovió a Olave en sus convicciones, tal y como dejó escrito en su obra sobre Cochinchina.

Tras finalizar la campaña, como jefe de Estado Mayor del Ejército expedicionario, embarcó en Saigón rumbo a España el 16 de junio de 1861 trayendo, en su equipaje, el tratado de paz firmado entre los aliados y el emperador indochino. Por los servicios prestados obtuvo el grado de teniente coronel y aprovechó su estancia en Madrid para casarse con Valentina Velasco, viuda de un coronel de Artillería, que aportó cuatro hijos al matrimonio.

A finales de 1863 fue nombrado ayudante fiscal militar auxiliar en el Tribunal Supremo de Guerra y Marina, importante cargo que le permitió entrar en contacto con los problemas estructurales y políticos que, en aquellos momentos, acuciaban a las Fuerzas Armadas y que tuvieron su máximo exponente en la sedición de los sargentos de Artillería del madrileño Cuartel de San Gil en junio de 1866. Sin duda, Olave, desde su puesto, debió intervenir en las causas judiciales contra los responsables del levantamiento que costó más de doscientos muertos y acabó con la ejecución de sesenta y seis sargentos, cabos y soldados de Artillería implicados. En este período de su vida, tan propicio a la reflexión, comenzó Serafín Olave sus publicaciones. Aparte de alguna traducción sobre el Ejército alemán, por el que sentía, como todos sus colegas, una gran admiración, Olave dio a la imprenta, con un estilo ágil e incisivo, las impresiones recibidas en el ámbito de su actividad castrense, destacando las observadas en Cochinchina, como en su experiencia jurídica.

Olave se mantuvo en el Tribunal castrense hasta noviembre de 1868. No parece que se implicara en exceso con los revolucionarios de septiembre, pese al talante liberal que marcó su actuación en la década de 1870. Ascendió a teniente coronel efectivo de Infantería por “gracia general” y fue enviado a Cuba en enero de 1869, a las órdenes directas del conservador e intelectual general Antonio López de Letona.

En la Cuba alzada contra la Metrópoli, tras el llamado “grito de Y ará”, volvió Olave a mostrar su comportamiento heroico, por el que fue compensado en mayo de 1869 con el grado de coronel. Pero la herida de bala en la ingle derecha que sufrió en el asalto a la posición fuertemente defendida por los insurgentes, provocó, al poco, su traslado a la Península, quedando en situación de reemplazo en Madrid hasta finales de 1869.

En la capital, al mando del primer Batallón del Regimiento de Infantería Extremadura, intensifica su labor publicística con la edición y dirección de una revista profesional que alcanzó gran predicamento en la época: Las Academias de Regimiento. Olave incluía traducciones de libros técnicos del francés realizados por él mismo y aprovechaba para editar largos artículos en los que exponía su particular opinión sobre cuestiones de actualidad castrense, como la defensa acérrima del servicio militar obligatorio para todos y la abolición de las quintas. La revista dejó de editarse en diciembre de 1872, tras haber puesto en las manos de los militares con inquietudes profesionales 32 números.

En agosto de 1872 Olave solicitó el reemplazo en el Ejército para presentarse por primera vez en el Congreso de los Diputados, en representación del distrito de Olza (Navarra). Comenzó aquí su carrera parlamentaria y su fuerte vinculación a Navarra.

La presencia del diputado Olave en las Cortes de la Primera República se hizo sentir desde los bancos de los partidos de izquierdas, primero en el Radical de Ruiz Zorrilla y posteriormente en el Federal de Pi y Margall. Dentro de éste se alineó con los intransigentes como Roque Barcia y Contreras, lo que posteriormente le llevó a justificar y apoyar el cantonalismo.

Por fuerista se hizo federal y defendió ardorosamente la identidad foral navarra, pero fue, seguramente, en sus intervenciones parlamentarias relacionadas con las múltiples cuestiones relativas a la política militar de la República, en las que mejor brillaba Olave. Defendió la importancia disuasoria de la fuerza armada, distinguiéndose de los que defendían la abolición de las quintas y el servicio militar profesional con argumentos antimilitaristas. Llegó a formular los principios básicos de la objeción de conciencia y advirtió de la absoluta necesidad de derrotar a los carlistas para defender la República.

Sin embargo, el radicalismo de Olave le alejaba de la mentalidad de sus compañeros de armas en algunos asuntos fundamentales, como el mantenimiento de la disciplina, en unos momentos en los que la quiebra de tan importante cualidad castrense estaba amenazando el sistema político con tres frentes bélicos simultáneamente abiertos: cubano, cantonal y carlista. Así, cuando, por presiones de los generales, Emilio Castelar propuso el restablecimiento de la pena capital en servicio de armas y tiempo de guerra, Olave se opuso decididamente con un voto particular que a punto estuvo de dar al traste con la intención de Castelar, ya que perdió por el estrecho margen de dos votos de diferencia.

El golpe de estado del general Pavía el 3 de enero de 1874 y el pronunciamiento en Sagunto del general Martínez Campos, el 29 de diciembre del mismo año, interrumpió la carrera parlamentaria del coronel Olave, volviendo a filas e incorporándose al frente carlista en diciembre de 1875.

Aún pudo Olave mostrar que a sus cuarenta y cinco años se encontraba en plena forma participando en las acciones en torno a la recuperación de Estella, ciudad de la que fue nombrado gobernador interino. Una vez de regreso a Madrid, solicitó el retiro definitivo del Ejército el 29 de febrero de 1876, justo al día siguiente de que el pretendiente carlista abandonara España dando por terminada la Tercera Guerra Carlista.

Incorporado a las tareas del Partido Federal, Olave terminó enfrentándose a Pi y Margall por la defensa de aquél del catolicismo. En 1883, Olave abandonaba el Partido al no encontrarlo compatible con los dos pilares de su pensamiento.

 

Obras de ~: Cuestión de Cochinchina, Madrid, 1862; Atrincheramientos, Madrid, 1863; Consideraciones físico-militares sobre los buques coraza, Madrid, 1864; Estudios histórico-jurídicomilitares, Madrid, 1866; Amparo. Leyenda original, Madrid, 1869; Historia militar, Madrid, 1870; Conferencia sobre el nuevo armamento, Madrid, 1870; Conferencia sobre la historia de la legislación, Madrid, 1870; Reseña histórica de la legislación militar española durante el reinado de la casa de borbón hasta Carlos III, Madrid, 1871; Conferencia sobre la Infantería prusiana en el campo de batalla, Madrid 1871; Bases para la reorganización del ejército español partiendo del supuesto de la abolición de las quintas, Madrid, 1871; Caballería, Madrid, 1871; Antiguas tradiciones de Navarra y su oposición al absolutismo, Lisboa, 1875; Horrores y vergüenzas de la intolerancia religiosa, patentizadas en la exacta y detallada descripción de un auto de Fe, con los nombres, naturaleza, edad y circunstancias de 118 víctimas, Madrid, 1875; Reseña histórica y análisis comparativo de las constituciones forales de Navarra, Aragón, Cataluña y Valencia, Madrid, 1875; Tradición y progreso, Barcelona, 1877; La unión aragonesa y el Pacto de fobrabe vindicados contra los desafueros históricos de don Emilio Castelar, Pamplona, 1877; El pacto político como fundamento histórico general de la nacionalidad española y especialmente como manifestación legal de la soberanía independiente de Navarra en unas épocas y en otras de su autonomía, sin perjuicio de la unidad nacional, Madrid, 1878; El bu del socialismo, Madrid, 1878; La verdad acerca del ferrocarril de Alduides, Madrid, 1880; El Pirineo y los ferrocarriles desde el punto de vista militar, Madrid, 1881; Una Constitución militar, Madrid, 1883.

 

Bibl.: S. Payne, Los militares y la política en la España contemporánea, Paris, Ruedo Ibérico, 1968; M. Alonso Baquer, Historia política del Ejército español, Madrid, Ediciones del Movimiento, 1971; J. R. Alonso, Historia Política del Ejército Español, Madrid, Editora Nacional, 1974; J. Paredes Alonso, Serafín Olave fuerista y republicano, Pamplona, Ediciones y Libros, 1983; C. Seco Serrano, Militarismo y civilismo en la España contemporánea, Madrid, Instituto de Estudios Económicos, 1984; P. González-Pola de la Granja, La configuración de la mentalidad militar contemporánea (1868-1909), Madrid, Ministerio de Defensa, 2003.

 

Pablo González-Pola de la Granja

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