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Bernardino Montañés Pérez

Biografía

Montañés Pérez, Bernardino. Zaragoza, 20.V.1825 – 6.I.1893. Pintor, profesor y coleccionista.

Hijo de un maestro sastre y nieto de defensores de Los Sitios, Bernardino Montañés vio la luz en Zaragoza, en la calle de la Morería Cerrada, n.º 14, la misma calle y en casa contigua a la que ocupó en otro tiempo la familia Goya, durante la infancia del pequeño Francisco. Bajo la atenta mirada de su maestro, el escultor Tomás Llovet, el joven Montañés se convirtió pronto en el alumno más destacado de la Academia de Bellas Artes de San Luis. Durante este período obtuvo sus primeros triunfos en los certámenes de pintura convocados por el Liceo Artístico y Literario local (1840-1844) y por la propia Academia (1845).

Gracias a la protección económica del solvente comerciante Santos Sanz, en 1846 se trasladó a Madrid, con el objeto de ingresar en las aulas de la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Allí disfrutó de la protección y el consejo de sus influyentes paisanos, el pintor y erudito oscense Valentín Carderera y el también aragonés, Marcial Antonio López, secretario de la Academia. A pesar de que durante el primer año acudió además al estudio particular del pintor valenciano Vicente López, sus progresos en la Academia le ganaron el respeto y el afecto de su maestro Federico de Madrazo, quien le ofreció su tutela personal, que se consolidó con el tiempo en una fecunda amistad.

Hasta tal punto sobresalió como alumno aventajado que se hizo merecedor de una Mención Honorífica, obtenida por Real Orden de 17 de marzo de 1847, y hecha pública en la Gaceta de Madrid, como premio a sus méritos y estímulo para sus compañeros.

En el verano de 1848 viajó a Italia, después de obtener con merecimiento el primer lugar en la oposición de la Academia de San Fernando para establecer las plazas de pensionado en el extranjero, por delante de sus compañeros Luis de Madrazo, hermano de Federico, y Francisco Sáinz. Allí permaneció por espacio de cuatro años, hasta 1852. Estos años en Italia resultaron decisivos para la formación del gusto artístico del joven Montañés. Sin embargo, apenas había comenzado a aclimatarse a la ciudad del Tíber, la convulsa situación política provocada por la proclamación de la República Romana, el 9 de febrero de 1849, y la inminente intervención de las tropas españolas, obligó a los pensionados españoles a refugiarse temporalmente en el Reino de las Dos Sicilias. Por indicación de su director, Antonio Solá, trabajaron en las emergentes ruinas de Pompeya y Herculano, copiando sus repertorios de pintura mural, sus motivos iconográficos y ornamentales. Con las láminas del trabajo realizado durante estos meses entre los restos de Pompeya y Herculano y en el Real Museo Borbónico de Nápoles, compuso un álbum con el que obsequió a su maestro Federico de Madrazo algunos años más tarde (1867). Dicho Álbum de Pompeya ha pasado a convertirse en un documento de excepción dentro de la historiografía de la arqueología pompeyana.

Antes de salir de Roma, Montañés se había dejado ya seducir por la magia del todavía incipiente arte de la fotografía, y había entrado en contacto con el círculo de pioneros de la fotografía, que se reunían habitualmente en el ahumado ambiente del Café Greco y que ha pasado a conocerse con el nombre de Scuola Romana di Fotografía. Formaban parte de este grupo de pioneros el francés Flachéron, los anglosajones Anderson y Robinson y el italiano Giacomo Caneva, con quien la colonia de artistas españoles se fotografió pocos días antes de salir de Roma. Un calotipo histórico, datado nada menos que en abril de 1849, el testimonio fotográfico más antiguo de la presencia de nuestros artistas en Italia. Junto a este retrato colectivo, Montañés conservó y coleccionó un nutrido y excepcional conjunto de vistas de Italia, que en la actualidad se conserva en una colección particular zaragozana. Dicha colección de fotografías de Italia, correspondiente a esta primera estancia como pensionado (1848-1852) y a un segundo y breve viaje a Roma que realizó en 1867, alcanza la cifra de ciento cincuenta y cuatro positivos fotográficos, entre calotipos y albúminas.

Pero, sobre todo, durante su etapa romana Montañés recibió el fuerte influjo del romanticismo de corte espiritual de los nazarenos alemanes, que se aglutinaban en torno al liderazgo del carismático J. F. Overbeck.

Como ellos, Montañés echó la mirada hacia atrás para reencontrarse con el fervor medieval de los pintores italianos del Trecento y Quattrocento y con la obra de Rafael. La influencia de este grupo y su estética tuvo un gran peso a partir de entonces en su producción pictórica religiosa.

A su regreso a Madrid, se incorporó como profesor ayudante a la Escuela de la Academia de San Fernando (1853-1856), trabajando ahora junto a quien pocos años antes había sido su maestro, Federico de Madrazo, y orientando la formación de una importante generación de artistas, de la que formaron parte, entre otros, Eduardo Rosales, Martín Rico Ortega, Raimundo de Madrazo, Marcelino Unceta, Vicente Palmaroli, etc. Durante este período, por encargo del entonces director del Real Museo de Pintura y Escultura, José de Madrazo, realizó hasta cinco retratos históricos para la Serie Cronológica de los Reyes de España. Ingresó entonces en las nacientes Conferencias de San Vicente de Paúl, asociación de católicos destinada a ejercer la caridad entre las capas de la población menos favorecidas, a cuyo fundador e introductor en España, el compositor y pianista Santiago Masarnau, trató personalmente. Uno de sus alumnos madrileños, el paisajista Martín Rico Ortega, denunciará muchos años después en sus escritos autobiográficos la labor de propaganda religiosa llevada a cabo en las aulas de la Academia por su maestro Montañés.

En esta época su gran pintura de historia sagrada, Saúl en la cueva de la pitonisa, formó parte de la selección de la pintura contemporánea española en las sucesivas exposiciones universales de París (1855), Londres (1862) y Dublín (1866), lo que puede dar idea de la excelente acogida que tuvo entre la crítica de su tiempo.

En 1856, tras obtener una nueva Mención Honorífica, esta vez en la primera Exposición Nacional de Bellas Artes, regresó a Zaragoza para establecerse definitivamente y hacerse cargo de sus ancianos padres.

Se incorporó a la plantilla docente de la Escuela de Bellas Artes, en la que, con el tiempo, llegó además a desempeñar los puestos de secretario (1869-1886) y director (1886-1893). Pero su retorno a Zaragoza no supuso desvinculación alguna de las Conferencias de San Vicente de Paúl, antes al contrario Montañés tomó el testigo Masarnau y se convirtió en el introductor de las mismas en su ciudad natal, la primera de ellas bajo la advocación de san Miguel. A su fundación, seguiría una progresiva expansión de las mismas que se vio interrumpida por decreto tras la Revolución de Septiembre de 1868, aunque las Conferencias reemprendieron su actividad a partir de 1876.

Su sensibilidad hacia la conservación del patrimonio histórico-artístico le llevó a formar parte de la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos de la provincia de Zaragoza y a desempeñar el cargo de conservador del Museo de Zaragoza entre los años 1869 y 1888. Además, fue solicitado por su reconocida erudición en materia de bellas artes en las exposiciones regionales aragonesas de 1868 y 1885, de cuyos jurados respectivos fue miembro.

Esa misma inclinación hacia el patrimonio artístico y, en particular, su admiración por la obra de Francisco de Goya, propició que adquiriese a través de Federico de Madrazo un lote de cuarenta dibujos del maestro de Fuendetodos, correspondientes a sus últimos años en Burdeos. Colección de dibujos que, tras diversos avatares y cambios de propietario, se conserva en la actualidad en el Museo del Ermitage de San Petersburgo.

Dibujante de una limpieza y precisión fuera de lo común, su delicado pincel firmó alrededor de ciento cincuenta retratos, que hoy constituyen el mejor retrato colectivo de aquella sociedad zaragozana del ochocientos: personajes nobiliarios, eclesiásticos, burgueses, políticos, escritores, artistas, etc. Por último, como a Francisco de Goya, a Montañés también le cupo el honor de dirigir un proyecto de decoración pictórica para la recién construida cúpula mayor de la Basílica de Nuestra Señora del Pilar en Zaragoza. Entre 1867 y 1872, se encargó de realizar los proyectos y coordinar a un equipo de pintores aragoneses, discípulos y amigos, integrado por Mariano Pescador, Marcelino Unceta, León Abadías y Francisco Lana.

Una pulmonía puso fin a la vida de Montañés, en la noche de Reyes del año 1893, en uno de los inviernos más crudos que Zaragoza recuerda.

 

Obras de ~: Retrato de Mariano Sanz y Ramírez, colección particular, Madrid, 1841; Retratos de Diego Franco de Villalba y Miguel Villava y Aybar, Real e Ilustre Colegio de Abogados, Zaragoza, 1844; Eva, copia del original de Julio Romano, Museo Provincial, Zaragoza, 1845; Tobías curando la ceguera a su padre con la hiel del pez, Facultad de Bellas Artes, Universidad Complutense, Madrid, 1848; Autorretrato de Bernardino Montañés, colección particular, Madrid, 1848; Retrato del pintor Carlos Mújica, Museo Provincial, Cáceres, 1848; Guerrero herido, Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense, Madrid, 1849; El niño de la espina, colección particular, Zaragoza, 1850; Retrato del niño Romeo Cardoni, colección particular, Madrid, 1850; Villa d’Este en Tivoli, colección particular, Zaragoza, 1850; Saúl en la cueva de la pitonisa o La sombra de Samuel, Museo del Prado, Madrid, 1852; El rey godo Chintila, Alcázar, Segovia, 1853; Fruela I, rey de Asturias, Covadonga, basílica de Nuestra Señora, 1854; Retrato de Ignacio de Inza y Pérez Caballero, colección particular, Valencia, 1854- 1856; Fernando el Católico, Museo del Prado, Madrid, 1856; El rey godo Sisenando, Paraninfo de la Universidad, Zaragoza, 1856; Santa Bárbara, virgen y mártir, colección particular, Madrid, 1856; Retrato de Pío Laborda, Universidad, Zaragoza, 1856; Venida de la Virgen del Pilar, convento de las Adoratrices, Zaragoza, 1857; Retrato de Ignacio de Inza Dezo en traje campero, colección particular, Zaragoza, 1857; Retratos Pablo Sahún, alcalde de Barbastro, Ayuntamiento y Casa Amparo, Barbastro, 1857 y 1858; Retrato del rey godo Gundemaro, Capitanía General, Barcelona, 1858; Poesía y Comedia (alegorías para la decoración del techo del teatro Principal de Zaragoza), colección particular, Zaragoza, 1858; Retrato del notario Lorenzo Peribáñez, colección particular, Zaragoza, 1858; Retrato de dama, Museo del Prado, Madrid, 1958; Retrato de Concepción de Quinto, colección particular, Zaragoza, 1859; Retrato de la niña Pilar Jordán de Urriés y Azara, colección particular, Sevilla, 1859; Natividad de la Virgen, retablo mayor de la iglesia, Monreal del Campo, 1859; Curación milagrosa de Miguel Pellicer o Milagro de Calanda, basílica de Nuestra Señora del Pilar, Zaragoza, 1859-1860; Retrato de Gregorio Lisa Balduque, Museo Provincial, Zaragoza, 1860; Retrato del gobernador civil, Ignacio Méndez de Vigo, Diputación Provincial, Zaragoza, 1860; Retrato de León de Alicante, alcalde de Zaragoza, Museo Provincial, Zaragoza, 1860; Aparición de la Virgen a San José de Calasanz, colegio de Escuelas Pías, Zaragoza, 1861; Retratos de Jorge Montañés e Inés Pérez, padres de Bernardino Montañés, colección particular, Zaragoza, 1863; Retrato del arquitecto Juan Antonio Atienza, colección particular, Zaragoza, 1865; Retrato de Felipe Cascajares y Azara, coronel de artillería, colección particular, Madrid, 1865; Estandarte del Sexto Dolor de la Virgen, iglesia de San Pablo, Zaragoza, 1866-1967; Retrato de Mariano Yoldi Tallaque, Diputación Provincial, Zaragoza, 1867; Retrato del ministro de Fomento, Manuel de Orovio, Universidad, Zaragoza, 1867; Retrato del compositor Domingo Olleta Mombiela, Real Academia de Bellas Artes de San Luis, Zaragoza, 1868; San Bernardo ante la Virgen y el niño Jesús, colección particular, Zaragoza, 1868; San José de Calasanz con los niños pobres y los colegiales, colección particular, Zaragoza, 1869; Retrato de Amada Jordán y López de Lisa, Museo Provincial Zaragoza, 1869; Retrato de Pilar del Cerro y Atienza, colección particular, Zaragoza, 1869; Pinturas de los retablos de Nuestra Señora de la Misericordia, del Sagrado Corazón y de la Inmaculada Concepción del Antiguo Hogar Pignatelli, Diputación Provincial y Arzobispado, Zaragoza, 1864-1868, 1886 y 1887-1888; La vida y la muerte, capricho (tres versiones), colección particular, Zaragoza y Museo Provincial de Huesca, 1869, 1891 y 1892; con M. de Unceta, M. Pescador, L. Abadías y F. Lana, Cúpula mayor y pechinas de la basílica Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza y bocetos, basílica de Nuestra Señora del Pilar, Zaragoza, 1870-1872; Retrato de Alfonso XII, Museo Provincial, Zaragoza, 1876; Retrato de María Lavigne de Carderera, colección particular, Bruselas, 1876; Retratos de Fray Manuel García Gil, Arzobispo de Zaragoza, Palacio Arzobispal y Seminario Conciliar, Zaragoza, 1878; Retratos de Francisco Moncasi y su señora Ana Ascaso, colección particular, Zaragoza, 1880; Retrato de la niña Carmen Inza, colección particular, Zaragoza, 1882; Retrato del cardenal Dionisio Bardaxí y Azara, colección particular, Graus, 1883 Retrato de Justa de Cascajares y Santapau, colección particular, Zaragoza, 1883; Retratos de Francisco de Paula Benavides, cardenal de Zaragoza, Museo Provincial y Palacio Arzobispal, Zaragoza, 1884 y 1885; Retrato de Felipe Cascajares y Azara, Mariscal de Campo, colección particular, Madrid, 1885; Retrato de Luis Dalp y de la Rosa, Seminario Conciliar, Zaragoza, 1880-1885; Retrato de María Cristina y su hijo Alfonso XIII niño, Palacio Arzobispal, Zaragoza, 1887; Retrato de la niña Teresa Martín Montañés, colección particular, Zaragoza, 1889.

 

Bibl.: M. Nougués Secall, Memoria que sobre el origen, reorganización y adelantos de la Academia de Nobles Artes de San Luis leyó en junta general de 9 de mayo de 1853 su secretario general, Zaragoza, Imprenta de M. Peiró, 1853, pág. 17; Exposición Aragonesa de 1868. Catálogo de la Exposición que se publica por acuerdo de la Junta Directiva, Zaragoza, Imprenta de Calixto Ariño, 1868, pág. 41; G. Mullé de la Cerda, El Templo del Pilar. Vicisitudes porque ha pasado hasta nuestros días y su descripción después de las nuevas obras, Zaragoza, M. Sola, 1872; M. Ossorio y Bernard, Galería Biográfica de artistas españoles del XIX, Madrid, Moreno y Rojas, 1883, págs. 460- 461; Conde de la Viñaza, Goya, su tiempo, su vida, su obra, Madrid, M. G. Hernández, 1887, pág. 142. C. Araujo Sánchez, “Goya y su época”, en La España del siglo XIX, t. III, Madrid, Ateneo de Madrid, 1887, pág. 68; VV. AA., El Semanario Ilustrado a Montañés, Zaragoza, 29 de enero de 1893; C. 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José Antonio Hernández Latas