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Berenguer de Entença

Biografía

Entença, Berenguer de. Cataluña, s. XIII – cerca de Xanthi (Grecia), VII.1307. Noble, jefe de la Compañía Catalana en Oriente, Megaduque del Imperio Bizantino.

Pertenecía a una familia noble de origen ribagorzano que fue extendiendo sus dominios hacia el Ebro, donde estaba radicada la rama a la que pertenecía Berenguer. Era el hijo segundo de Berenguer (V) de Entença y de Galbors de Montcada. Heredó del patrimonio familiar los castillos de Sant Martí Sarroca y de Subirats, ambos en la comarca del Penedès, poca cosa para un miembro de la alta nobleza, por lo que procuró labrarse un futuro participando en distintas empresas militares y en misiones diplomáticas. En su juventud tomó parte en las luchas de su familia con los Montcada y con los templarios, en defensa del patrimonio familiar. La boda de su hermana Saurina con Roger de Lauria, almirante de Jaime II, en 1291, le permitió conseguir una buena situación en el reino de Sicilia. Cuando, después de la paz de Anagni (1295), Jaime II renunció a ese reino, Roger de Lauria le siguió, mientras que Berenguer de Entença permanecía al lado de su hermano Federico III, en la guerra que enfrentó a ambos reyes, puesto que Jaime II se alió con su antiguo enemigo el rey Carlos de Anjou, forzado por el tratado de Anagni. Federico III nombró a Berenguer gobernador de Otranto (1297), en Apulia, desde donde realizó incursiones contra las tierras cercanas ocupadas por los Anjou y también expediciones marítimas contra las vecinas tierras griegas. Cayó prisionero de Carlos de Anjou pero fue liberado a ruegos de Jaime II y volvió a Cataluña, después de prometer no atacar al rey Carlos ni a sus súbditos en los diez años siguientes (1299). Huyó nuevamente a Sicilia (1301), desafiando los mandatos de Jaime II y de sus oficiales, que intentaron en vano retenerle. En esa época, conoció a Roger de Flor y se hicieron grandes amigos hasta tal punto que firmaron un pacto de hermandad por el que se instituían heredero el uno del otro. Una gran ambición les unía. Berenguer de Entença no marchó a Constantinopla con Roger, sino que se incorporó más tarde a la compañía porque antes tenía asuntos propios que resolver. Mientras tanto entró en contacto con el rey Jaime II, con quien se había reconciliado después de la Paz de Caltabellotta.

En otoño de 1304, Berenguer marchó de Sicilia con nueve galeras que llevaban a su compañía: 300 hombres a caballo y unos mil almogávares. Llegó al puerto tracio de Mádytos, llevando instrucciones de Jaime II para negociar una alianza con el emperador Andrónico que incluyera su colaboración en la conquista de Cerdeña, que quería emprender Jaime II, mientras que el Emperador podría contar con tropas catalano-aragonesas para sus guerras. Tal alianza se encontraba en contradicción con las pretensiones de conquista del Imperio bizantino de los Anjou de Nápoles, aliados y parientes de Jaime II. Sin embargo, en Bizancio se creía que ambos reyes, Jaime II y Federico III, pensaban utilizar la compañía contra el Imperio, cuando en realidad sólo era Federico quien se había ligado al plan antiimperal de Carlos de Valois.

Roger de Flor convenció al Emperador de que era necesario conceder un título adecuado a su categoría a Berenguer de Entença, por ello se le otorgó el de megaduque, mientras que Roger era nombrado césar, la tercera jerarquía del Imperio, y señor de Anatolia y de las islas del Imperio. El comportamiento de Entença ante la Corte griega parece que fue de gran soberbia y del todo inadecuado para alguien que llevaba una misión oficial; a pesar del honor que se le había hecho, despreció las insignas del cargo y acabó rompiendo con la Corte y marchando a Gallípoli sin despedirse del Emperador.

Cuando murió Roger de Flor asesinado en 1305, Berenguer de Entença se encontraba en Gallípoli, al frente de la compañía. El basileus Miguel, que había instigado el asesinato de Roger de Flor, envió un gran ejército a asediar Gallípoli, pero no consiguió tomar la ciudad, aunque causó grandes pérdidas a la compañía, que se quedó sólo con 206 hombres a caballo y 1.256 hombres a pie.

La Compañía catalana decidió vengar la muerte de Roger de Flor y hacer guerra al Imperio, pero, antes, sus dirigentes, como buenos caballeros, quisieron romper oficialmente sus vínculos de fidelidad al emperador Andrónico y desafiarle y por ello le enviaron embajadores, que fueron asesinados en el camino de retorno, como también los catalanes que se encontraban en Constantinopla. La respuesta de la compañía fue devastar Tracia y Macedonia durante casi dos años. Es lo que se conoce como venganza catalana. Ese mismo año 1305, Entença organizó una operación naval de castigo a las costas cercanas, durante la cual tomó la ciudad de Heraclea al asalto, pero, cuando volvía a Gallípoli, encontró a una flota genovesa capitaneada por Odoardo Doria, quien le invitó a bordo de su nave. Provisto de un salvoconducto y confiando en la amistad entre la corona catalano-aragonesa y Génova, Berenguer de Entença subió a la nave capitana, donde fue detenido a traición y llevado primero a Constantinopla y a Pera y, finalmente, a Génova, donde fue liberado en 1306. Esa ausencia forzosa malogró la jefatura de la Compañía a cargo de Berenguer de Entença, puesto que tardó más de un año en volver a Grecia. A pesar de que la compañía catalana era un ejército privado y estaba desligada de la Corona catalano-aragonesa, Jaime II consideró el incidente sufrido por Berenguer de Entença como un ataque a uno de sus súbditos y reclamó a Génova por esta causa. Génova disculpó la acción de su capitán por la convicción que éste tenía, que Berenguer de Entença quería invadir el Imperio Bizantino, amigo del común ligur y aseguró que había ido a Génova no como preso, sino voluntariamente, para reclamar la devolución de sus efectos robados, valorados en 116.000 libras de Barcelona. Una embajada genovesa a Jaime II intentó suavizar el incidente comprometiéndose a liberar a los catalanes presos en las galeras de Berenguer de Entença y de trasladarlos a Sicilia a cargo del común y prometió también confiar a un tribunal especializado la devolución de lo robado o su indemnización. Pero Berenguer de Entença murió sin haber podido recuperar sus bienes; finalmente su hermano Guillem obtuvo el derecho de represalia contra los genoveses en 1308.

Mientras tanto, Berenguer de Entença negoció con Carlos de Valois la colaboración de la Compañía en la conquista del Imperio Bizantino que éste quería llevar a cabo, pero el precio exigido por Entença superaba las posibilidades financieras de Carlos de Valois, por lo que no hubo acuerdo; quizás en el fondo Entença no lo deseaba y prefería objetivos autónomos para la compañía. A su regreso a Barcelona, vendió o hipotecó sus bienes para poder fletar una nave y contratar 500 hombres y, a fines del verano de 1306, volvió a Gallípoli. Una vez allí Berenguer de Rocafort, que había dirigido la Compañía durante su ausencia, no reconoció su jefatura suprema. La compañía reconoció de momento tres jefes, los dos citados y Ferran Eiximenis de Arenós, aunque Rocafort se dedicó a ir captando gente para su causa. En mayo de 1307, llegó a Gallípoli el infante Fernando de Mallorca, con una flota de cuatro galeras procedente de Sicilia con el propósito, acordado con Federico III de Sicilia, de asumir la jefatura de la compañía. Pero Rocafort malogró esa solución porque exigía al infante romper su pacto con Federico III de Sicilia. El infante, antes de retirarse, aceptó liderar la compañía en su traslado a Macedonia, puesto que los recursos de Tracia se habían agotado. Dadas las divisiones internas en la compañía, dispuso que las tropas de Rocafort marchasen primero y que, a un dia de distancia, las siguiesen las de Berenguer d’Entença y las de Arenós, pero un retraso de los primeros provocó que se encontraran con los que les seguían y que aquéllos creyeran que querían atacarles; en la confusión se produjo una lucha entre estos dos grupos en la que murió Berenguer, cuando intentaba detener la lucha, atacado a traición por dos parientes de Rocafort. Recibió sepultura en la iglesia de San Nicolás, cerca del río Nestos y de la ciudad de Xanthi.

La historiografía ha señalado que sólo la ambición de títulos y la pasión por la aventura explican la participación de este miembro de la alta nobleza catalana en la Compañía, ya que tenía posibilidades de prosperar en la corte catalanoaragonesa, aunque no fuera el heredero de su linaje. Su comportamiento soberbio demostró que no tenía dotes diplomáticas y perjudicó la causa de los reyes de la corona de Aragón y de Sicilia que teóricamente servía.

 

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María Teresa Ferrer Mallol

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