Ayuda

Salvador Fontanet y Savila

Biografía

Fontanet y Savila, Salvador. Gerona, s. m. s. xvi – II.1633. Magistrado, regente del Consejo Supremo de Aragón.

Era hijo de Joan Fontanet, notario de Gerona, y de Isabel Savila, hija a su vez de Benet Savila, mercader también de Gerona. Fue asesor del baile general y del maestro racional antes de pasar a la Audiencia de Cataluña, lo cual se produjo en 1596 al ser nombrado juez de Corte de la misma, por promoción de Juan Gallego a la Sala Civil (12 de enero de 1596).

Fontanet presentó sus méritos para acceder a la Audiencia en un memorial en el que destacó los diez años de “arduos negocios” como comisionado para oficios de la Inquisición y las instancias contra eclesiásticos delincuentes. Añadía sus servicios como asesor del maestre racional de la Casa y Corte y del baile general, además de regente de la Tesorería General.

Su historial responde al del típico letrado que consigue acceder a la Audiencia y después, en virtud de determinados méritos, en este caso su contribución al desarrollo más ágil y fluido posible de las Cortes de 1599, al Consejo de Aragón. Actuó en estas Cortes como habilitador y como uno de los jueces de greuges, y presumía de haber atendido en ellas a graves negocios, sobre todo en orden a la conclusión de las sesiones, cuestión que llegó a ser muy ardua. Ello no le impidió aprovechar la ocasión para presentar un cuaderno, en nombre del Consulado de Mar, en el que se proponían algunas modificaciones y aclaraciones en cuestiones de procedimiento.

Pasó al Consejo de Aragón, como abogado fiscal, seguramente en 1605, pues es de esa fecha una consulta de 12 de mayo de 1605 que hace referencia a su petición de ayuda de costa para trasladarse de Barcelona a Valladolid. Ascendió a regente en 1611, por privilegio dado en Aranjuez el 3 de mayo de 1611 (decidido en consulta de 15 de marzo de 1611). Paralelamente ascendió en la escala social, primero como ciudadano honrado (1600) y luego como noble (1614). Es de destacar que en el nombramiento como regente del Consejo de Aragón medió “billete” favorable del duque de Lerma (privilegio dado en Aranjuez el 3 de mayo de 1611; consulta del Consejo de Aragón que lo decide de 15 de marzo de 1611). Sustituyó como regente al fallecido Juan Sabater. Por esas fechas, se le encomendó, junto al obispo de Marruecos, la delicada misión de investigar extrajudicialmente la conducta del regente de la Audiencia de Valencia Joaquín Real, sobre el que pesaban acusaciones muy graves en cuanto a su conducta privada en materia de relaciones con mujeres.

Teresa Canet ha seguido el proceso en el que parece ser que las acusaciones llegaron a ser probadas (haber tenido un hijo con una sobrina suya, así como relaciones con tres moriscas recogidas en su casa, con la mujer de un reo y con las esposas de dos escribanos) y así constó en los informes correspondientes, pero la resolución punitiva no pasó de una amonestación que, además, apenas tuvo efecto, pues Real murió al año siguiente. En abril de 1613 pidió una ayuda de costa para dotar a su hija Francisca en su matrimonio con Diego Pallás, paje que fue del Rey, y en ese momento caballero de la Orden de Calatrava. En febrero del mismo año propuso a su hijo como adjunto del lugarteniente del baile general de Cataluña, Garau de Guardiola, hijo a su vez de Montserrat de Guardiola, regente del Consejo de Aragón hasta 1612. Su caso puede ser ilustrativo en materia de aposento, sobre lo que formuló diversas quejas por la incomodidad de la casa que ocupaba en la calle de Ronda, donde ya llevaba más de seis años, lo que le había llevado a alquilar otra casa, la que había ocupado Zúñiga, del Consejo de Indias, y luego la que había tenido Diego de Alarcón, del Consejo de Castilla (consulta de 20 de septiembre de 1615).

Siendo abogado fiscal fue encargado junto con Sabater, al que después sucedería como regente, del cálculo de los censos del reino de Valencia en la repoblación subsiguiente a la expulsión de los moriscos.

Fue uno de los encargados de la difusión, a instancias del conde-duque de Olivares, de la idea de la llamada “Unión de Armas”, en la Corona de Aragón, en su caso en el principado de Cataluña, junto con Navarro de Arroita, Castellví y Blasco, enviados por Olivares a Aragón, Valencia, Mallorca y Cerdeña respectivamente.

Al igual que sus colegas en sus respectivos reinos de origen, se dedicó a preparar las Cortes en las que se expondría el proyecto. De hecho, tuvo luego intensa participación en las Cortes catalanas de 1626, llegando a prorrogarlas en alguna ocasión. A pesar de estar en el círculo de Olivares, fue objeto de duras acusaciones por parte de Silverio Bernat, que fijó su atención en Fontanet como prototipo de ministro del Rey cuyo grado de adhesión no era suficiente. La disputa con Fontanet formaba parte de los intentos de Olivares de imponer un presidente castellano al Consejo de Aragón, en la que Bernat trataba de aportar argumentos favorables, lo que le llevó a enfrentarse con todo el Consejo, pero particularmente con Fontanet. Si Bernat era muy duro con la situación que, en su opinión, vivía el Consejo, Fontanet se llevaba la palma, acusado de enriquecimiento a costa del cargo y de favorecimiento a amigos y familiares, como en el caso de su propio hijo, que fue apoyado para llegar a lugarteniente del baile general de Cataluña aunque no tuviera la edad exigida, ante el silencio, “unos por amor otros por temor”, de los colegas catalanes. Fue una vez nombrado regente cuando propuso a su hijo como adjunto al lugarteniente del baile general de Cataluña, como queda dicho, en febrero de 1613.

Por comisión del Rey armó caballero a su nieto Jusepe Lledó (12 de diciembre de 1621). Fontanet fue objeto de una investigación para calcular las “rentas y aprovechamientos” que, según los datos que obraban en los registros de cancillería correspondientes, había obtenido durante su estancia, primero como fiscal y luego como regente, en el Consejo de Aragón. La investigación había sido ordenada por el vicecanciller Pedro de Guzmán, y no pudo ser evitada por sus colegas del Consejo de Aragón. El resultado de la investigación refleja bien el aprovechamiento que un ministro de un tribunal de alta jerarquía de la Monarquía podía obtener de su cargo. Nada menos que tres letrados casados con sendas sobrinas suyas hizo Fontanet que ingresaran como jueces de la Audiencia catalana, según esta relación, en la que se cita también su intervención para favorecer al doctor Monsar, familiar suyo, con un arcedianato y canonicato en la catedral de Lérida, así como a un tío de su nuera con el obispado de Elna (4.000 ducados), y a un sobrino suyo, Miguel Prats y Fontanet, hijo de su hermana, con el arciprestazgo de Villavertrán. La lista de favorecidos con plazas por la intervención de Fontanet, según la relación acusatoria, se extiende a diversas Audiencias, como la, de Valencia, Cerdeña y Mallorca, además de la de Cataluña; abadías, obispados, como el de Alguer en Cerdeña, un canonicato en Orihuela, a pesar de no ser el beneficiado hijo de la ciudad, como exigía el Fuero de Valencia; oficios menores de Barcelona como maestro de la fábrica de moneda, baile de las aguas y otros; procurador patrimonial de Cataluña; hábitos como el de Calatrava o el de Santiago, con 6.000 ducados de renta cada uno. Es cierto que la investigación estaba impulsada por Olivares y su brazo ejecutor, Silverio Bernat, por lo que puede estar muy inflada, pero lo es también que la acusación más grave no es de carácter económico sino político, pues apunta a la falta de colaboración con la Monarquía cuando, “según la conveniencia de los tiempos” o “por buen gobierno” quiere el Rey “dispensar o mandar algo que tenga asomos contra constitución”.

Se resume todo ello en que, gracias a su fuerte personalidad o a su capacidad de inducir miedo, se señala que Fontanet “tiene tiranizadas las voluntades de aquella Corona”, expresión que será repetida textualmente por Olivares en el “Gran Memorial”, de modo que los que se movían en su entorno no se atrevían a contradecirle. Todos los interesantes detalles, tan ilustrativos del microcosmos de este magistrado, que puede servir también para otros muchos casos similares, no impiden que en el ejercicio de su labor como alto magistrado regio discurriera por los cauces normales.

En esa línea, sirvió de manera normal en el Consejo de Aragón presidiendo las causas de justicia con motivo del fallecimiento del vicecanciller Roig, como se le reconoce en consulta de 28 de septiembre de 1623. Determinados aspectos de su pasado en cuestiones económicas pudieron quedar pendientes, pues en un decreto de 28 de octubre de 1624 se le excluía expresamente de estar presente en la consulta del Consejo en la que se tratara del memorial del agente del real patrimonio de Cataluña Pedro Alós.

En abril de 1627 reclamó el cobro del derecho de la cuarta décima del sello y los emolumentos que le correspondían por su asistencia al Consejo de Cruzada, en un momento en que se encontraba fuera de la Corte, alegando que esa ausencia estaba justificada y que contaba con licencia real, al igual que la de los regentes Francisco Castellví y Baltasar Navarro. Finalizaba su reclamación en términos interesantes para el conocimiento de cómo funcionaba el cobro por algunos conceptos relacionados con la faceta cancilleresca del Consejo de Aragón. Fontanet alegaba que: “[...] fuera muy iusto que en mi ausenzia se me huviessen pagado los drechos que se han cobrado por los despachos o titulos de notarios legitimaciones y averias de que hasta agora no he querido tratar eficasmente (sic) aguardandolo para otra ocasion en la qual se podra tratar de todo o con declaracion expressa de la voluntad de su Magd. o po via de iusticia declarada por iuezes en quien no se pueda considerar que esten interessados en lo que se trata los quales oydas las partes puedan descargar su conciencia y de su Magd. la divina guarde a V. Mgd. En Barcelona a 24 de abril de 1627. Don Salvador Fontanet”. En 1628 volvió a reclamar que se le retribuyera la cuarta décima como regente más antiguo (16 de abril de 1628), mientras que, en 1630, renunció a favor de su hijo a una renta de la que disfrutaba (consulta de 16 de noviembre de 1630). Participó también en algunas juntas, como cuando en 1632 se convocó varias veces una junta especial formada por los regentes catalanes del Consejo de Aragón, lo que hizo que se reunieran exclusivamente Magarola y Fontanet para tratar asuntos catalanes, como la concesión de títulos de doctor en la Universidad de Barcelona (consulta de 8 de octubre de 1632). Esta Junta podía adquirir la condición de mixta si se unían miembros de la Audiencia de Cataluña, como Felipe Viñes o Ramón Rubí (consulta de 22 de junio de 1632).

Hizo testamento el 13 de febrero de 1633 y parece que falleció enseguida. Al poco de su muerte, su viuda, Isabel Fontanet, exponía los méritos de su esposo, entre los que proponía haber asistido al cardenal infante en Cortes, haber participado en el Consejo de Cruzada y, en suma, sus treinta y ocho años de servicio (consulta de 14 de marzo de 1633). Fontanet es citado por Josep Ramon en su Consilia (1683-1695, I: 309). Su sobrino Jussepe Lledó de Gerona pidió una merced alegando ser sobrino de Salvador Fontanet, en ese momento el regente más antiguo del Consejo de Aragón (consulta de 26 de octubre de 1621).

 

Fuentes y bibl.: Archivo de la Corona de Aragón, Registro de Cancillería, n.º 4294, fols. 194r.197r., Madrid, 12 de enero de 1596; n.º 4871, fol. 28, decidido en consulta de 15 de marzo de 1611; n.º 4871, fols. 23v.27v., decidido en consulta de 15 de marzo de 1611; Consejo de Aragón, leg. 268, doc. 83; leg. 27, privilegio dado en Aranjuez el 3 de mayo de 1611; leg. 270, 31 y leg. 270 consulta de 20 de septiembre de 1615; leg. 273, doc. 13; leg. 133, consulta de 16 de abril de 1628; leg. 276, 53, consulta de 16 de noviembre de 1630; leg. 277, doc. 50, consulta de 8 de octubre de 1632; leg. 282, doc. 33, consulta de 22 de junio de 1632; leg. 134, consulta de 14 de marzo de 1633; Registros de Cámara, 34, fol. 75, 12 de diciembre de 1621; Archivo General Simancas, Gracia y Justicia, leg. 879.

J. Ramon, Consilia et Sententia Senatus Regii Barcinonensis, Bononiae, B. Recaldini, 1683-1695; R. Gibert, Historia General del Derecho Español, Granada, 1968; J. Casey, El Reino de Valencia en el siglo xvii, Madrid, Siglo XXI, 1983; J. Arrieta Alberdi, “El Consejo de Aragón y las Cortes catalanas”, en VV. AA., Les Corts a Catalunya. Actes del Congrés d’historia institucional, Barcelona, 1991, págs. 245255; J. Arrieta Alberdi, El Consejo Supremo de la Corona de Aragón, 1494- 1707, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1994; “La disputa en torno a la jurisdicción real en Cataluña (1585- 1640): de la acumulación de la tensión a la explosión bélica”, en Pedralbes, 15 (1995), págs. 33-93; “Las regalías en la Corona de Aragón del siglo xvii. A propósito de un dictamen de Silverio Bernat de 1624”, en Anuario de Historia del Derecho Español, 66 (1996), págs. 365-443; P. Molas, Catalunya i la Casa d’Austria, Barcelona, Curial, 1996; J. L. Palos, Els juristes i la defensa de les Constitucions. Joan Pere Fontanella (1575- 1649), Vic, Eumo, 1997; P. Molas, “Letrados y nobles en la Corona de Aragón”, en J. Martínez Millán (dir.), Felipe II (1523-1598). Europa y la Monarquía Católica, vol. II, Madrid, Parteluz, 1998, págs. 571-584; A. Simon i Tarrés, “Salvador Fontanet i Savila (1560?-1633). Un jurista gironí a la cort dels Austria”, en Quaderns de la Selva, 12 (2000), págs. 79-89.

 

Jon Arrieta Alberdi