Pérez de Camino, Fernando. Santander (Cantabria), 1858 – 1901. Pintor.
Con unos veinte años se trasladó a Madrid para realizar los estudios de Medicina, profesión liberal muy en boga en esos momentos; enseguida cambió los bisturíes por los pinceles. Ingresó en la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado de Madrid, finalizando sus estudios hacia 1880. Fue discípulo de Carlos de Haes.
Finalizados sus estudios, viajó por España, Francia y Portugal, aprovechando para tomar apuntes del natural.
En 1881 se presentó por primera vez a la Exposición Nacional de Bellas Artes con tres obras: En la playa (Santander), Una goleta carbonera inglesa y Recuerdos de Asturias. Marchó a Barcelona donde la prensa catalana valoró sus obras: Buques de cabotaje en la Costa Norte y El último viaje. Además ese mismo año multiplicó su aparición en exposiciones y presentó su obra en el salón que abrió el dorador Hernández (En Viana de Castelló), volviendo a repetir al año siguiente (1883) con dos acuarelas (Costas de Portugal y Una dehesa).
En 1884 compareció de nuevo en la Exposición Nacional de Bellas Artes con tres paisajes: Un día de invierno. Santander, Ría de Bilbao y Vista de Castro Urdiales.
A pesar de no ser bien tratado por la crítica, el artista conoció en estos años una fama inusitada, y fue considerado socialmente en Santander como el más grande e importante pintor de la época, a lo que contribuyó decisivamente el firme apoyo de José María de Pereda. También en 1884, expuso en el Círculo de Bellas Artes algunos paisajes gallegos (En Vigo ¿Volcairet?, As Rías Baixas, Estudios de marina y Un remolque).
Tres años más tarde presentó un tema gallego a la Exposición Nacional, titulado Peñas de San Cibrao.
En 1889, y junto al pintor santanderino Victoriano Polanco, llevó a cabo el álbum La Montaña, costumbres y marinas, perfectamente identificado con el costumbrismo y regionalismo que promocionaron muchos de los pintores de la época. Un año después colaboró en el que fue el proyecto editorial de mayor envergadura de la región del fin de siglo XIX, el álbum De Cantabria, dirigido por José María de Pereda y editado por El Atlántico, que supuso la culminación del espíritu regionalista, para defender todas las tradiciones arraigadas en la provincia cántabra.
Preocupado por la falta, en la ciudad santanderina, de una escuela donde seguir estudios artísticos, en 1891 proyectó la creación de la Escuela Oficial de Bellas Artes de Cantabria, que, apoyado por la intelectualidad local, no llegó a materializarse. En 1890, concurrió otra vez a la Exposición Nacional con la obra Bajamar y, también, fue vapuleado por la prensa que le achacaba un exceso de detalle, una ejecución dura y falta de verdad. 1891 es el año en el que consiguió la Tercera Medalla en la misma convocatoria con la obra La señal, que fue adquirida por el Estado, y que hoy se encuentra en depósito en el Palacio Episcopal de Palencia. Sus dos últimas comparecencias en las Exposiciones Nacionales fueron en los años 1897, con Picos de Europa y Reposo, y en 1899 con La boca del puerto (Santander). Dos años después, en 1901, falleció en Santander. Además de su faceta como pintor, también fue conocido por su actividad de escritor, de lo que da testimonio su obra Marinucas, editada en 1932 y El Cabo Pérez, Memorias de un militar, editada en Barcelona en 1896.
Pérez del Camino fue un pintor que gozó en vida de gran fama y prestigio en su ciudad natal, apoyado por la intelectualidad local, teniendo entre sus más fervientes admiradores al polígrafo Menéndez y Pelayo y entre sus grandes amigos a José María de Pereda.
Ello hace que muchas de sus obras se hallen en las mejores colecciones particulares de Cantabria. Fue asiduo asistente a las tertulias de Pereda y ferviente defensor de la corriente perediana que propugnaba un rotundo rechazo de la modernidad y la protección de las tradiciones y costumbres de la tierra a través de las artes. Su implicación fue tal que intentó en varias ocasiones la creación de una Escuela de Bellas Artes en Santander y de un Círculo Artístico, o una Escuela Montañesa de pintores, propósitos que no logró, pero se le debe considerar el artífice del afianzamiento de la tradición plástica en Cantabria, gracias al círculo intelectual en que se movía. Al intentar plasmar en la pintura la visión perediana, perdió el sentido universal del arte, limitándose al estrecho marco del localismo costumbrista, donde la pintura queda al servicio de la anécdota, al servicio de ideas más literarias que plásticas.
Buena prueba de ello es el lienzo del Centro de Estudios Montañeses y depositado en el Museo de Bellas Artes de Santander titulado Jesús y adentro (1885). En él se desarrolla un relato del libro Sotileza de Pereda y, a pesar de adolecer de virtuosismo técnico, la obra gozó de gran éxito por su efectividad.
Otra serie de cuadros del Museo de Bellas Artes son de pequeño formato, entre éstas, cabe citar Playa de Portugalete y Paisaje de Liérganes, obras de buena técnica y libertad de ejecución, entre un naturalismo y realismo, formato en el que mejor se desenvolvió.
Obras de ~: Jesús y adentro, 1885; Bajamar, 1890; Barco frente al Castillo de San Felipe, 1890; Marina, c. 1895-1900; Marina, c. 1895-1900; Picos de Europa, 1897; Reposo, 1897; La boca del puerto (Santander), 1899; Playa de Portugalete, c. 1900; Playa de Portugalete; Paisaje de Liérganes.
Escritos: Marinucas, Madrid, Imprenta de la Revista de Navegación y Comercio, 1894; Cabo Pérez, Memorias de un militar, Barcelona, Antonio López, 1896.
Bibl.: M. Ossorio y Bernard, Galería biográfica de artistas españoles del siglo XIX, Madrid, Moreno y Rojas, 1883-1884; S. Carretero Rebés, Guía del Museo de Bellas Artes de Santander, Santander, Museo de Bellas Artes, 1993; M. Alonso Laza, Cantabria en la pintura española de fin de siglo, Santander, Ayuntamiento, 1995.
Salvador Carretero Rebés