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Bruno de Villarreal y Ruiz de Alegría

Biografía

Villarreal y Ruiz de Alegría, Bruno de. Larrea (Álava), 24.VII.1801 – Vitoria (Álava), 10.V.1861. General carlista.

Nacido en 1801, estudió Filosofía y Jurisprudencia en la Universidad de Oñate, pero al producirse el levantamiento anticonstitucional en Salvatierra en abril de 1821 se unió el 15 de dicho mes a la partida de Gregorio Luzuriaga. Se retiró del servicio tras la pérdida de Salvatierra y volvió a tomar las armas el 18 de julio de 1822, en que se incorporó al 1.er batallón de Álava, en cuyas filas participó en numerosos hechos de armas. Subteniente el 13 de septiembre de 1822, teniente el 4 de octubre de 1822 y capitán el 3 de febrero de 1823, participó como tal en el asalto de Logroño el 18 de abril de 1823. Posteriormente se incorporó al batallón de guías del general Quesada, con el que tomó parte en la campaña de Extremadura en los meses de agosto y septiembre, hasta que el 4 de octubre solicitó regresar a su cuerpo, que en 1824 fue refundido en el de Saboya. Capitán de cazadores del primer batallón de dicho cuerpo hasta 1826, en que quedó de teniente al no reconocérsele la totalidad de los ascensos alcanzados en el ejército realista, tal y como le ocurrió a la inmensa mayoría de sus compañeros de armas.

En 1828 pasó a servir en el regimiento del Príncipe, en el que desde el 1 de enero de 1830 hasta final de septiembre desempeñó las funciones de ayudante, teniendo a su cargo la escuela de sargentos y cabos. Desde el 3 de octubre de 1830 hasta el 1 de noviembre de ese año estuvo en la columna que al mando del brigadier Benedicto permaneció en observación sobre los Pirineos aragoneses, y en la primera semana de noviembre participó en la persecución de los emigrados que invadieron el territorio español por el puerto de Plau, a los que se obligó a repasar la frontera, distinguiéndose al frente de compañía de cazadores del 2.º batallón del Príncipe. En 1831 y 1832 permaneció en el ejército de observación sobre la frontera portuguesa a las órdenes del general Sarsfield, y en noviembre de este último año pasó a Madrid con la división de Pastors.

En 1833, cuando se hallaba de guarnición en la Corte, fue separado del servicio debido a sus antecedentes políticos, dándose licencia para pasar a Salvatierra. Allí se encontraba al producirse el alzamiento carlista, uniéndose a las tropas de Uranga, quien le nombró capitán el 8 de octubre. Poco después se incorporó a las fuerzas de Zumalacárregui, ascendiendo a primer comandante el 28 de noviembre de 1833, a coronel el 2 de enero de 1834 y a brigadier el 2 de enero de 1835. Fallecido su protector a finales de junio del citado año, Villarreal siguió distinguiéndose en numerosas acciones, por lo que el 16 de octubre de 1835 fue nombrado mariscal de campo por don Carlos. En enero de 1836 se distinguió sobremanera en los combates de Arlabán, época en la que mantenía una excelente relación personal con Eguía, por aquel entonces situado al frente de los ejércitos carlistas, relación que al parecer acabó deteriorándose.

Nombrado el 15 de junio de 1836 para sustituir interinamente a Eguía, Villarreal presentó dos veces seguidas su renuncia al mando, enviando en la segunda de dichas ocasiones al brigadier Sopelana para que hiciese presente a don Carlos “que el mando del ejército era una carga que no podía soportar y que se hallaba además gravemente enfermo por las fatigas de la guerra”, lo que no le sirvió de nada. Partidario del sistema de las expediciones para extender la guerra, Eguía dispuso la salida de las de Gómez y Basilio en junio y julio de 1836. A finales de junio de 1836 atacó sin éxito Peñacerrada, revés del que se desquitó el 18 de agosto de 1836 al derrotar a la brigada del coronel Clavería, a la que hizo más de trescientos prisioneros, siendo por ello ascendido a teniente general con fecha 15 de julio y confirmado en el mando del ejército carlista, que hasta entonces seguía ejerciendo de forma interina.

El 19 de octubre comenzó las operaciones del segundo sitio de Bilbao, cuyo bombardeo comenzó el día 25, y que tras algunos ataques infructuosos fue abandonado el día 30. Encargose entonces a Eguía de la expugnación de la plaza, para lo que se le facilitaron numerosos recursos dentro de la precariedad de medios que siempre afectó al ejército carlista. Villarreal, que se consideró parcialmente desautorizado con esta división del mando, presentó la dimisión, que no le fue aceptada, y se ocupó de hacer frente a las tropas liberales que trataban desde el exterior de romper el sitio, a las que derrotó en el Puente de Castrejana el 27 de noviembre de 1836, aunque no pudo impedir que la plaza fuera liberada tras la batalla de Luchana, el 24 de diciembre de 1836, motivo por el que fue separado del mando el 27 de dicho mes, siendo sustituido por el infante Sebastián Gabriel, del que fue nombrado ayudante, distinguiéndose como tal en las batallas de Oriamendi, de Huesca, de Cherta y Villar de los Navarros.

Marginado por el bando apostólico tras el regreso a las provincias de la expedición Real, Villarreal fue llamado por don Carlos después de los fusilamientos de Estella para que se hiciera cargo del mando del ejército que debía hacer frente a Maroto, pero no aceptó la misión, siendo entonces designado ayudante de campo de don Carlos, para lo que puede que pusiese como condición que Urbiztondo, Latorre y Guibelalde volvieran al servicio, lo que de ser cierto le convertiría en uno de los máximos responsables, aunque de manera indirecta, del Convenio de Vergara. En cualquier caso llegado el momento Villarreal no se adhirió al Convenio, sino que pasó a Francia con don Carlos. Según Chamorro fue el único oficial carlista que durante la contienda obtuvo la Gran Cruz de San Fernando.

Desde 1840 hasta 1849 permaneció emigrado en Francia. Se adhirió en dicho año a la amnistía decretada por Isabel II, siendo revalidado en sus cargos y destinado de cuartel a Vitoria, donde murió, “de accidente”, poco antes de cumplir los sesenta años. En opinión de Lassala, era un “hombre de carácter frío, de un desinterés poco común, sin ambición ni intrigas, jamás adulador, valiente sobre todos los valientes, distinguido por Zumalacárregui y por Eguía, de rigidez militar, amante del país, y de concepto y aprecio en el ejército enemigo [...] pero modesto y moderado cual ninguno”, motivo por el que cuando se le concedió el mando trató de rechazarlo, pues se consideraba apropiado para marchar contra el enemigo al frente de una columna, pero no para ocupar el puesto de general en jefe.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General Militar de Segovia, Exp. personal.

M. Lassala, Historia política del partido carlista, Madrid, Imp. de la viuda de Jordán, 1841; P. Chamorro Baquerizo, Estado Mayor General del Ejército Español, Madrid, R. Santacana, 1852, [secc. Tenientes Generales], págs. 361-364; R. de Brea, Carlistas de antaño, Barcelona, La Bandera Regional, 1910, págs. 89-93; R. Oyarzun, El alavés D. Bruno de Villarreal, teniente general carlista, Vitoria, Diputación Foral de Álava, Consejo de Cultura, 1964; F. Ruiz Cortés y F. Sánchez- Cobos, Diccionario biográfico de personajes del siglo xix español, Madrid, Rubiños-1860, 1998.

 

Alfonso Bullón de Mendoza y Gómez de Valugera