López de Toledo, Ruy. ?, p. m. s. XV – p. s. XVI. Tesorero de la reina Isabel I de Castilla, la Católica.
No se conoce de Ruy López de Toledo prácticamente ningún dato personal, salvo el nombre de su hermano y de su mujer, Luisa de Guzmán, esta última, probablemente, de origen sevillano por el ilustre apellido y una noticia que se referirá más adelante. A pesar de ser casi un desconocido en lo personal, este tesorero de la reina Isabel I —la documentación subraya claramente “de la reyna”— debió de ser un personaje influyente y judeoconverso, algo relativamente frecuente en la hacienda real, cuyo poder, como bien se ha observado, puede compararse con el que ejercieron los secretarios principales. Y es que a aquellas alturas, en la Hacienda regia de Castilla ya comenzaban a brillar algunos oficiales financieros. Quizás el más popular fue, desde 1495, Alonso de Morales así como Gonzalo de Baeza; pero sus predecesores e incluso coetáneos, Martín de Salinas y Ruy López de Toledo, más anónimos, no les fueron a la zaga.
Las noticias sobre Ruy López —probablemente originario de Toledo— comienzan a multiplicarse desde principios de la década de 1480. Si se tuviera que sistematizar los temas en los que actuó, habría que dividirlos principalmente en tres: la Guerra de Granada, las obras de San Juan de los Reyes de Toledo y las múltiples libranzas en varios conceptos que, como tesorero, realizó. También es notable destacar los personajes con los que Ruy López trabajó muy estrechamente: Francisco Ramírez de Madrid, Gonzalo de Baeza y también con el hombre de negocios granadino, Juan Díaz de Alcocer. Con el primero trabajó inseparablemente y así, a partir de 1479, acompañó al gran Francisco de Madrid apodado el Artillero encargándose ambos de pagar las nóminas de artilleros contratados por los Reyes Católicos para la Guerra de Granada. En unión del Artillero, el inseparable pagador que era Ruy López puso en marcha las bases de la artillería, contratando personal especializado en el extranjero y concentrándolo en distintos parques —fundidores, picapedreros, tiradores— poniendo los medios económicos y materiales para hacer su trabajo. Entre 1480 y 1496, Ruy López manejó los recursos y los mecanismos crediticios diseñados en los contratos suscritos con los monarcas para la financiación de las Guardias Reales considerado el primer ejército permanente de la monarquía castellana. Esto tuvo una importancia extraordinaria en la conformación de un circuito de retroalimentación financiera dentro del sistema fiscal ordinario. A pesar de algunos fallos en el cerco de Loja, siguió realizando una labor intensísima, caso de Alhama, haciendo posible la conquista de plazas. Los Reyes Católicos, tras la incorporación de Vélez Málaga, le hicieron a su tesorero merced de la aduana musulmana ubicada en la Torre del Mar, que continuó gestionando la recaudación de impuestos que gravaban las actividades mercantiles y pesqueras. Pero aquella merced, que impedía que el concejo pudiera conseguir réditos para que aquella riqueza económica compensara su hacienda deficitaria, acabó en un pleito entre la ciudad y el tesorero que concluyó cuando Ruy López renunció a la merced en favor de la ciudad, ya en 1517. Antes, en 1501, el tesorero había mandado excavar un foso alrededor de la torre y el cercado disponía de caballerizas con capacidad suficiente para cincuenta caballos.
Además de la tenencia de la torre del Alcozaiba, Ruy López recibiría también en tenencia –detentada por un criado suyo– la fortaleza de Bentomiz, que significó una cantidad nada despreciable de 250.000 maravedís anuales hasta 1492, que se redujo a poco más de la mitad.
También recibiría el tesorero unas casas de dos cuerpos con tiendas en la colación de Santa María, intramuros de la ciudad. Todo aquello produjo malestar porque, junto con otros beneficiarios de mercedes reales, el concejo consideraba que era abusiva la acumulación de bienes en el primer repartimiento, no siendo vecinos de Vélez-Málaga. Si bien residían en la ciudad miembros de su familia, caso de su hermano López de Toledo, arcediano de Purchena desde mayo de 1492, que había comprado inmuebles para avecinarse, bienes vendidos por el también arcediano Cristóbal Núñez de Madrid, escribano público de Vélez Málaga y pariente de los López de Toledo.
Es casi seguro que realizó un papel determinante en las Cortes de Toledo de 1480; de 1481 se conserva la declaración a su petición de la receptoría del situado preámbulo para la recuperación económica del país. A partir de ese momento, son muchos los datos que remiten al tesorero realizando libranzas por gastos ordinarios en la Administración central. En este concepto va a manejar cantidades importantes que pudieron superar, desde 1480 hasta finales de la década siguiente, los 100.000.000 de maravedís, a juzgar por las referencias documentales conservadas en las fuentes de Hacienda.
Por las obras de San Juan de los Reyes, se conservan dos apuntes: 16.000.000 de maravedís en 1480 y nueve años después para la paga de sueldo y acostamiento de las guardas, gastos de la Cámara, damas, música, ministriles y obra de 30.000.000 de maravedís. En el año 1493, en el apartado de deudas, préstamos y atrasos, consta 500.000 maravedís que Ruy López recibió para cumplir la deuda que se tenía con él por la Hacienda con don Pedro de Castilla. Otras cuestiones que el tesorero gestionó, como se ha indicado, fue —en 1481— el sueldo y acostamiento de las guardas reales pagadas por él con más de 1.500.000 maravedís de atrasos que sumaba la fabulosa cuenta de casi 22.000.000 en total. También recibiría para limosnas, junto con el prior del Prado, 10.000.000 de maravedís.
Personalmente, López de Toledo recibió mercedes varias y ayudas de costa en concepto de gastos propios. Las cantidades fueron varias: de 300.000 maravedís, 500.000, etc. También recibió de mercedes vitalicias la cantidad de 6.000 maravedís en no menos de cuatro ocasiones a lo largo de la década de 1490.
Asimismo, se le abonó una deuda de 2.000.000 de maravedís. Probablemente como buena parte de los tesoreros y contadores, Ruy López de Toledo acabó siendo un hombre muy rico, si bien pudo verse acosado por algunas deudas.
Otros temas relacionados con su gestión remiten a asuntos de otras características. Por ejemplo, la Reina ordenó que le pagasen para que abonara por la hechura de una imagen de san Francisco y pago de los apóstoles que habrían de figurar en una iglesia. También, en los primeros años de la década de 1480 manejó 190 ducados para comprar cruces de oro con diamantes y rubíes. También trató con orfebres para comprar oro a un platero para una obra sacra, y manejó cantidades varias para clavazones, aparejos y hebillas que habrían de adaptarse a las corazas del príncipe, así como joyas y vajillas de plata que hubo de abonar en Sevilla para la princesa de Portugal.
La última noticia documental del tesorero se remite al año 1499, en que la Reina ordenó a López de Toledo y a su mujer Luisa de Guzmán, que vendieran su heredad de Porcunas en el Aljarafe de Sevilla y pagaran con ello los dos cuentos y 15.000 maravedís que había quedado debiendo a los Reyes por ciertos pagos que tuvo que realizar. Al morir la reina católica, en 1504, la gran protectora del contador, la vulnerabilidad de su contador fue patente.
De 1517, reinando Juana, como se ha indicado, tendríamos la última noticia de Ruy López cuando renunció a la merced de la Torre del Mar, en Vélez Málaga, en favor de la ciudad tras un largo pleito. Tras ello, vecinos y moradores que acudían a la Torre de la Mar quedaron exentos de pagar al tesorero por la utilización de ese espacio. Para Ruy López, que había sufrido los efectos de la Inquisición, aun cuando tuvo que desprenderse de otras propiedades a través de ventas, le permitió mejorar su situación económica gracias a las compensaciones económicas por la cesión del citado espacio.
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Dolores Carmen Morales Muñiz