González Rivadavia, Benito. Monforte de Lemos (Lugo), 7.II.1747 – Buenos Aires (Argentina), 28.IX.1816. Jurisconsulto, regidor, abogado, alférez real.
Era hijo de Sebastián Antonio González y de Gertrudis Rodríguez Díaz. Siendo muy joven llegó al Río de la Plata y, ayudado por su tío José de Rivadavia, cursó estudios de Derecho en la Universidad de Charcas, donde se graduó en 1775. Fue abogado en la Real Audiencia de Charcas y de la de Buenos Aires. Contrajo matrimonio con su prima hermana, María Josefa de Jesús Rivadavia, en 1776, mediante dispensa del 2.º grado de consanguinidad. De esa unión nació Bernardino, quien fuera gobernador de la provincia de Buenos Aires en la segunda década de 1800, acérrimo opositor del Partido Federal porteño y de su representante Juan Manuel de Rosas.
Al quedar viudo, Benito se casó en segundas nupcias con Ana María de Otálora. Ejerció los cargos de juez de bienes de difuntos, regidor y depositario general hasta 1803. Por largo tiempo se desempeñó como tesorero diocesano de la Cruzada. Fue asesor del gobernador interino de Buenos Aires en 1784, regidor y depositario general en 1789, alférez real en 1801, asesor del Real Protomedicato y defensor de la Hermandad de Caridad, a la cual pertenecía.
Ya adulto fue alumno de la Escuela de Náutica, de donde egresó en 1802. Posteriormente destinó parte de su fortuna a la industria naviera. Fue dueño de barcos mercantes, pero los asaltos piratas en el puerto de Montevideo malograron la empresa hasta el punto de perder cuatro de sus navíos. Durante las invasiones inglesas de 1806 y 1807, colaboró con sus bienes e influencias en la lucha contra aquéllos.
En esa ocasión publicó, de modo anónimo, una hoja suelta de cuatro páginas: El Publicista de Buenos Aires.
Al Señor General Bereford, impreso en 1806 en la Imprenta de los Niños Expósitos, que encierra una severa lección de moral castrense al general inglés, por haber faltado a las condiciones de su rendición.
Hábil conocedor de la teología y del derecho, sobresalió en el Cabildo abierto del 7 de febrero de 1807, cuando empezó a discutirse la suspensión del virrey Sobremonte. Fue defensor de la Monarquía y se mantuvo alejado del movimiento revolucionario de 1810, no asistiendo al Cabildo abierto del 22 de mayo.
Falleció en la quinta que poseía en Buenos Aires, en las cercanías de la iglesia de la Concepción. Fue enterrado en el Hospital de Santa Catalina o Betlehemita, de cuya Orden era hermano. Fue un abogado culto, franco y recto, que brilló por su posición social. Fue propietario de una de las más grandes bibliotecas porteñas, con libros de las más variadas materias.
Bibl.: M. Castro López, El padre de Rivadavia, Buenos Aires, Peuser, 1909; “La ascendencia de Rivadavia”, Revista de la Universidad de Buenos Aires, n.º 142 (julio-septiembre de 1919), págs. 372-396; E. Udaondo, Diccionario biográfico colonial argentino, Buenos Aires, Huarpes, 1945, pág. 414; R. Piccirilli, “Rivadavia, el mar, los barcos y los ríos”, en Boletín de la Academia Nacional de la Historia (Buenos Aires), t. XXXII (1962), págs. 440-442; Burzio, “Noticias biográficas de los alumnos de la Escuela Náutica del Real Consulado de Buenos Aires”, en Investigaciones y Ensayos (Buenos Aires, Academia Nacional de la Historia), n.º 9 (1970), pág. 167; V. O. Cutolo, Nuevo diccionario biográfico argentino (1750- 1930), t. III, Buenos Aires, Elche, 1971, pág. 393; A. Vilanova Rodríguez, Los gallegos en la Argentina, Buenos Aires- La Coruña, Editorial Catro, 2000, págs. 603-627.
Sandra Fabiana Olivero