Oro, Jorge. Trasobares (Zaragoza), p. s. xvii – Veruela (Zaragoza), s. m. s. xvii. Monje cisterciense (OCist.) y abad, maestro en Teología, escritor.
Hubo dos hermanos del mismo apellido nacidos en la misma villa de Trasobares, en los cuales sin duda influyó la estancia de religiosas cistercienses en aquella villa para que se familiarizaran con el Císter, pidieran el ingreso y llegaran a destacar en virtud y letras. Mientras el otro hermano se inclinó por el Monasterio de Rueda, Jorge optó por Veruela, el cual después de recibir una instrucción adecuada en los colegios de la Orden, fue sublimado a la dignidad abacial en cuatrienio 1660-1664. Durante estos años fue nombrado también catedrático de Durando en la Universidad de Huesca, donde radicaba el principal colegio de la Congregación aragonesa, del cual ostentó también el título de rector del mismo.
Extraña que Muñiz no haya incluido su nombre en la lista de los escritores cistercienses, ya que escribió una obra teológica de notable mérito que le dio gran renombre. Los historiadores de Veruela hablan de la situación comprometida que pesaba sobre el Monasterio en el momento de ascender a la sede abacial fray Jorge de Oro. Un pedrisco formidable acabó con las cosechas del Monasterio y de las granjas, por lo que la situación económica de aquel año se vio preocupante en extremo. Pero cuán cierto es que las personas se acuerdan de santa Bárbara cuando resuena el trueno. Algo parecido pasó en Veruela. Al ver perdidas las cosechas, elevaron los ojos a lo alto, tanto el abad como los monjes, juzgando que tenían poco menos que olvidada una imagen de la Virgen en el armario de las reliquias, fray Jorge ordenó que fuera sacada de allí y colocada en un sitio honroso. Según las Memorias mandó el abad organizar una fiesta solemne en honor de la sagrada imagen en desagravio del olvido en que la habían tenido. No recuerdan los monjes que jamás haya ocurrido un desastre semejante en los campos, por ser la Virgen de Veruela abogada especial contra los nublados amenazantes.
El propio abad dejó recuerdo de ese despertar devocional hacia la Virgen de Veruela cuando escribe: “Hecha la procesión, se colocó la santa imagen en el trasagrario, vestida con decente adorno y acomodada en el nicho que para el caso se hizo; erigióse allí mismo altar para que con más devoción se venerase”. Añade otras particularidades que se pasan por alto, todas encaminadas a intensificar el culto sagrado a aquella imagen que en lo sucesivo sería honrada. El propio abad ordenó colocar una lámpara de plata, hecha con la limosna de los fieles para que ardiera de continuo ante la sagrada imagen, lámpara que fue robada por las turbas en la revolución del siglo xix. La que hoy pende ante la imagen es ofrenda de la casa ducal de Villahermosa. Se dice del abad que mandó pintar los cuadros de Alfonso II y de Pedro de Atarés, existentes hoy en el Museo de Zaragoza, y el retablo de Santa Lutgarda. Inició igualmente la monumental escalera con su hermosa media naranja y realizó otras obras importantes en el monasterio.
Obras de ~: Logicales disputaciones, s. f. (ms. en el Monasterio de Veruela).
Bibl.: J. Sánchez Viedma, “Oro, Jorge”, en B. S. Castellanos de Losada y Serrano y Castro (dir. lit.), Biografía eclesiástica completa, vol. XV, Madrid, Imprenta de D. Alejandro Gómez Fuentenebro, 1863, pág. 1149; V. de la Fuente, España Sagrada del Padre Enrique Flórez, continuada por la Real Academia de la Historia, vol. L, Madrid, Imp. de José Rodríguez, 1866; VV. AA., Enciclopedia universal ilustrada europeo americana, vol. XL, Madrid, Espasa Calpe, 1928, pág. 620; P. Blanco Trías, El Real Monasterio de Santa María de Veruela, Palma de Mallorca, Mossén Alcover, 1949, págs. 206-208; D. Yáñez Neira, El Císter, Órdenes religiosas zaragozanas, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1987, págs. 279-280.
Damián Yáñez Neira, OCSO