García de Toledo, Diego (I). Señor de Cervera, Mejorada y Segurilla (II). Toledo, s. m. s. XIII – 17.IV.1321. Almirante mayor de la mar, canciller del Sello de la Poridad, portero mayor del Rey, consejero privado de Fernando IV y alcalde mayor de Toledo.
Hijo del caballero mozárabe Juan García de Toledo, portero mayor en la Corte de Sancho IV y primer señor de Magán, Cervera de los Montes, Mejorada y Segurilla, y de Inés García, hija del alguacil Alfonso Vicente. Era vástago de un linaje en el que habían enlazado varias de las más rancias estirpes toledanas: los Yáñez, los Gudiel y los Barroso.
Su carrera política comenzó en los últimos años de Sancho IV de mano de su padre, del que heredó el oficio de portero mayor del reino de Toledo, pero tuvo mayor impulso durante el reinado de Fernando IV, cuando se convirtió en consejero privado del Rey y ocupó altos cargos en la Corte entre 1302 y 1309.
Fue nombrado almirante mayor de la mar ya en 1302, función que simultaneó con la de mayordomo de la reina doña Constanza y el ejercicio de la Chancillería del Sello de la Poridad (guardián del sello secreto estampado en las cartas que el Soberano daba por sí), que se ocupaba de altas funciones cortesanas, entre ellas servir de embajador real en negociaciones con reinos extranjeros. De ese modo, junto con su conciudadano Fernán Gómez, notario mayor del reino de Toledo, negociaron el acuerdo con Aragón que zanjó el contencioso territorial de Murcia, disputada por ambos reinos. El proceso diplomático culminó en la Sentencia Arbitral de Torrellas (8 de agosto de 1304), en la que se dictaminó el reparto de Murcia entre Castilla y Aragón. Durante los dos años siguientes, trabajó en los ajustes territoriales de la sentencia, que conllevó la firma del tratado de Elche (1305), en el que logró recuperar Cartagena y las tierras al oeste del Segura para el reino castellano.
En 1307, sin dejar de desempeñar los oficios que ya reunía y el de alguacil mayor de Toledo, que había heredado de su padre, aparece nombrado como adelantado mayor de Galicia. Por ello, consiguió el envío de cuatrocientos ballesteros aragoneses en apoyo a Fernando IV para ayudarle en sus luchas contra la nobleza, que se concretaba en el asedio a Tordehumos, residencia principal de Juan Núñez de Lara.
Esa misma nobleza, siempre opuesta a su influencia en el Monarca, pidió el alejamiento de la Corte e incluso la pena de muerte para Diego García. Sus razones se centraban en su intervención en la guerra contra los musulmanes, por ser el impulsor del tratado de Alcalá de Henares (1308), en el que se concedió al rey de Aragón la facultad de conquistar Almería, y por no acudir, dirigiendo como almirante la flota castellana, a la fallida toma de Ceuta, acometida por la armada aragonesa, tras la conquista cristiana de Gibraltar, en la que sí participó (1309).
Fernando IV cedió a las presiones nobiliares y Diego García abandonó el entorno del Rey. Pero no se alejó del círculo del poder, pues en 1310 estableció un pacto de vasallaje con el infante don Pedro, hermano de Fernando IV y tutor del futuro Alfonso XI, que le nombró su mayordomo mayor. A su servicio participó en campañas guerreras contra los musulmanes, y también en misiones diplomáticas que le llevaron a concertar el matrimonio del infante con María, hija de Jaime II.
Tras la muerte de don Pedro en 1319, se retiró a Toledo, donde ejerció como alcalde mayor, administrando su cuantioso patrimonio territorial adquirido tanto por herencia de su linaje como por concesiones regias, compras, y apropiaciones violentas, ya que, durante la época turbulenta de las minoridades de los Reyes en que vivió, fue uno de los temibles malhechores feudales que asolaban el reino.
De su padre heredó el señorío jurisdiccional de Mejorada, Segurilla y Cervera de los Montes, al norte de Talavera, que le había concedido Sancho IV en 1288, y el señorío territorial de Magán, próximo a Toledo, donado por Alfonso X a su abuelo García Yáñez. En 1303 Fernando IV le concedió, junto a Fernando Gómez, el condominio de la aldea de Albalat en tierras de Plasencia. Él adquirió el señorío territorial de Talavera la Vieja y los castillos de Alija y Cogolludo, y se apropió ilegítimamente, mediante presiones y amenazas, del señorío de la Puebla de Alcocer con los castillos de Peña, Alcocerejo y Castilrrubio, que pertenecían al concejo de Toledo. La tierra de Siruela le fue cedida por la Orden de Alcántara en 1314. En sus extensos dominios amedrentó, devastó, impuso recaudaciones abusivas y utilizó con sus habitantes coacciones violentas extremas, que le llevaron a dejar en su testamento una cuantiosa cantidad para compensar sus crímenes y abusos.
Diego García tuvo un fin violento. Desde su privanza en el reinado de Fernando IV se había atraído la animadversión de gran parte de la alta nobleza, sobre todo del infante don Juan Manuel, quien no le perdonó su intervención en el reparto de Murcia, por el que perdió muchas de sus posesiones, que pasaron a manos de Aragón. Por ello, durante la minoría de edad de Alfonso XI, que conllevó continuas luchas entre la Monarquía y la nobleza, cuando el infante ocupó la ciudad de Toledo en 1321, ordenó su muerte en el alcázar, desde donde arrojó de un modo vejatorio su cadáver para que cayera en el convento de franciscanos, lugar en el que el caballero había ordenado su sepultura.
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Pilar Morollón Hernández