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García de Padilla

Biografía

Padilla, García de. Valladolid, c. 1460 – Getafe (Madrid), 6.XII.1515. Primer obispo consagrado para una diócesis americana, la de Santo Domingo, y que murió antes de llegar a su sede.

De los primeros datos de su vida se conoce poco. Al entrar en la Orden franciscana, renunció a “una heredad de huertas, viñas y tierras clamas para pan y sembrar y otras cosas” recibidas en herencia. Primer guardián del Convento reformado de San Ginés de la Jara (tierra de Murcia), en 1493 acudió a un capítulo de los observantes de la Orden en Barcelona. Dos años después residía en el Convento de Torrijos (Toledo).

Demostró desde un principio ser un partidario declarado de los Reyes Católicos y un clérigo de su confianza. Ocupó el cargo de confesor del príncipe Don Juan, primogénito de los Reyes Católicos. Cuando murió el príncipe el 4 de octubre de 1497 en Salamanca, cuenta Oviedo que “se hallaron dos prelados de entrambas órdenes a su cabecera. El uno fue el dicho obispo de Salamanca fray Diego de Deza, su maestro y confesor, que le vistió el hábito de Santo Domingo, y el otro fue García de Padilla, primero obispo que fue desta nuestra ciudad de Santa Domingo, confesor asímismo del dicho príncipe, el cual cerró los ojos al príncipe, que le habían quedado abiertos cuando expiró”.

El 15 de noviembre de 1504, el papa Julio II, por medio de la bula Ecclesiarum utilitati, nombró a fray García de Padilla, obispo de la diócesis sufragánea de Bayona, que nadie sabe identificar con precisión. En 1508, la bula Universalis Ecclesiae, de 28 de julio, reconocía a los reyes de España el Regio Patronato y el derecho de presentación de candidatos para todos los obispados y beneficios.

Una vez suprimidas (8 de agosto de 1511) las tres diócesis establecidas en 1504 (Yaguata, Magua y Baynoa), el 13 de agosto de 1511 el papa Julio II erigió por la bula Romanus Pontifex las nuevas diócesis de Santo Domingo, Concepción de la Vega y San Juan de Puerto Rico, nombrando a fray García de Padilla obispo de Santo Domingo.

Se han dado varias razones para explicar el porqué no ocupó su sede. Una explicación fue por su condición enfermiza y propensa al desánimo. Ya en 1507, él mismo habla de su delicado estado de salud y cómo abandonó Castilla y se desplazó al reino de Toledo donde pudo pasar la cuaresma sin tanto sufrimiento. Otro problema que lo desanimó mucho para pasar a la isla La Española fue la falta de dinero que le obsesionó durante los años previos a la organización de su sede. Por esta razón, el 22 de marzo de 1512, una Real Cédula concedía a fray García de Padilla 300 pesos de oro, probablemente para ser gastados en conseguir las ropas y prendas propias de un obispo. Otros tantos pesos recibiría en 1514 e igualmente en 1515.

El 12 de agosto fray García de Padilla informaba desde la ciudad de Burgos que la bula había llegado a sus manos. La Contaduría Real, el 14 de septiembre del mismo año, registraba en sus libros que pagó a Carlos de Larrea, en nombre de fray García de Padilla, obispo de Santo Domingo, pasaje de Castilla a La Española para “cinco criados que el dicho obispo envía a la dicha isla para tomar la posesión”. Le preocupó mucho la organización del cabildo catedralicio y le sirvieron de modelo aspectos normativos del Cabildo de la Catedral sevillana.

Entre el 25 de abril y el 2 de mayo de 1512 fue consagrado obispo, pues el 12 de mayo, el rey, en una Real Cédula dice que de los tres primeros obispos de las Indias (fray García de Padilla, Pedro Suárez de Deza y el San Juan don Alonso Manso), solamente García de Padilla estaba ya consagrado, mientras que los otros dos lo serían el 26 de septiembre de 1512 en Sevilla y de la mano del arzobispo de esa ciudad, fray Diego de Deza. Por tanto, García de Padilla se adelantó cuatro meses a los otros obispos y por ello debe ser considerada la sede de Santo Domingo Primada del Nuevo Mundo.

El 12 de mayo de 1512 se produjo la erección de la Santa Iglesia Catedral de Santo Domingo en la ciudad de Burgos bajo la dignidad de fray García de Padilla. Así se iniciaba el obispado y un cabildo catedralicio.

Falleció en Getafe el día 6 de diciembre de 1515 cuando se encaminaba a Andalucía para embarcar hacia las Indias. Conocida la noticia por el Rey Católico, decidió recuperar los anticipos de dinero que le había hecho al obispo que nunca llegó a su sede. Por una Real Cédula de 9 de diciembre de 1515, dice a los oficiales de La Española: “Yo vos mando que cojáis e cobréis todos los frutos o rentas e diezmos que al dicho obispado [Santo Domingo] halláredes que se debieren hasta el seis del mes de diciembre de 1515 años, que el dicho obispo [García de Padilla] falleció”.

 

Bibl.: M. Giménez Fernández, Bartolomé de Las Casas, Vol. I. El plan Cisneros-Las Casas para la reformación de las Indias, Sevilla, Escuela de Estudios hispanoamericanos, 1953; J. Meseguer, “Franciscanismo de Isabel la Católica”, en Archivo Ibero-Americano, XIX (1959); M. Giménez Fernández, Bartolomé de Las Casas, Vol. II. Política inicial de Carlos I en Indias, Sevilla, Escuela de Estudios hispanoamericanos, 1960; M. Castro, “Confesores de los Reyes Católicos”, en Archivo Ibero-Americano, XXXIV (1974); C. de Utrera, “Episcopologio”, en C. Nouel, Historia Eclesiástica de Santo Domingo, t. III, Santo Domingo, Editora de Santo Domingo, 1979; J. M. de la Casa Rivas, “Los diezmos como fuentes de ingresos de la Iglesia Dominicana (1492-1577)”, en Casas Reales (Santo Domingo), 12 (1980); G. Fernández de Oviedo, Batallas y Quincagenas, Madrid, Real Academia de la Historia, 1983, 4 vols.; P. Castañeda, “Pleitos sobre diezmos del azúcar en Santo Domingo y en Canarias”, en Casas Reales (Santo Domingo), 14 (1987); C. Varela, “Documentos franciscanos en el Archivo de Protocolos de Sevilla”, en Archivo Ibero-Americano, XLVIII (1988); P. Borges (dir.), Historia de la Iglesia en Hispanoamérica y Filipinas, Madrid, BAC, 1992; V. Rubio, Nadie ha probado que fray García de Padilla fuera dilapidador de bienes de su diócesis (El Caribe, 1 de febrero de 1992); M. Errasti, Los primeros franciscanos en América (isla Española, 1493-1520), Santo Domingo, Fundación García Arévalo, 1998.

 

Luis Arranz Márquez