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José María González y Echeandía

Biografía

González y Echeandía, José María. Coronel. Canelones (Uruguay), 1794 – Montevideo (Uruguay), 26.XI.1860. Militar.

Hijo de padre vasco-español y de madre argentina, su primer destino de armas fue la flotilla patriota al mando de Hipólito Bouchard. En ésta se desempeñó como 2.º capitán de la goleta Nuestra Señora del Carmen, cargo que le otorgó en agosto de 1811 —invocando el nombre del rey Fernando VII— la Junta de Buenos Aires presidida por Cornelio Saavedra. Promovido en enero de 1812 a subteniente 1.º de artillería, comenzó a servir en el Regimiento de Artillería de Buenos Aires.

Con este empleo, prestó servicios en diversas baterías de artillería de la costa del Paraná, pasando posteriormente a la otra orilla del Río de la Plata, sumándose a las fuerzas sitiadoras de Montevideo al mando del general José Rondeau. Se destacó por su participación en la batalla del Cerrito, librada el 31 de diciembre de 1812 contra las fuerzas de la guarnición española. En aquella ocasión, el desempeño que le cupo a Echeandía recibió merecidos elogios, por su providencial celeridad para proveer de municiones al batallón n.º 6 —que cubría el centro de la línea patriota— y luego al resto del ejército que seguramente hubiera sufrido una derrota a no ser por la resuelta actitud del subteniente.

Participó en la expedición de 1813, al mando del coronel Domingo French, recibiendo dos graves heridas en el ataque al fuerte de Borbón sobre el río Yaguarón. Posteriormente, regresó al sitio de Montevideo, contribuyendo en la construcción de la batería de Morteros que se ubicó frente a la plaza asediada. El 31 de mayo de 1814, fue suspendido de su empleo, aunque luego fue reincorporado con el grado de ayudante mayor del Regimiento n.° 10 de Infantería, en noviembre del mismo año. Este cargo le fue otorgado por el director supremo Gervasio Antonio Posadas, siendo destinado a servir las órdenes del general Alvear.

En 1815, pasó a Buenos Aires empleado en la fundición de cañones y en octubre de 1816, el general Pueyrredón lo promovió a capitán del Cuerpo de Ingenieros, siendo destinado con este empleo al Ejército Auxiliar del Alto Perú, acantonado entonces en Tucumán y al mando del general Belgrano. Allí, fue director de la Academia de Oficiales establecida por Belgrano en la ciudadela, puesto en el que se desempeñó hasta agosto de 1817, año en que regresó a Buenos Aires; allí continuó prestando servicios en el Regimiento de Artillería y en la fábrica de cañones, fusiles y municiones dirigida por el coronel Ángel Monasterio.

Durante los acontecimientos del año 1820, actuó como secretario del general Miguel Estanislao Soler —entonces gobernador de Buenos Aires, luego derrotado en el sangriento combate de Cañada de la Cruz— para dirigir posteriormente la construcción de las nuevas baterías en la isla de Martín García. Cuando comenzó la anarquía en las Provincias Unidas del Río de la Plata, Echeandía se puso al servicio de la provincia de Entre Ríos. Con el grado de sargento mayor, actuó, como secretario del gobierno del coronel Mateo García de Zúñiga, cuando éste fue designado gobernador de Entre Ríos. Se le reconoció a Echeandía con el grado de teniente coronel, desempeñando la comandancia de un departamento de dicha provincia. Posteriormente, hizo abandono de su carrera militar, pasando a residir en Montevideo hacia 1840, donde se dedicó a la enseñanza de las Matemáticas.

Volvió al servicio activo en octubre de 1842, y con fecha 8 de enero del año siguiente (1843) fue dado de alta en el Ejército uruguayo con el grado de sargento mayor de ingenieros, poco antes de comenzar el sitio de Montevideo por el general Manuel Oribe. Por su pericia y conocimientos, se le confió la dirección de los trabajos de la izquierda de las fortificaciones de la plaza asediada. En octubre (1844) pasó al Estado Mayor General, permaneciendo en esta comisión por un año, siendo destinado seguidamente a comandar la Compañía de Obreros. Tres años después, con fecha 21 de noviembre (1848) entró a formar parte de la Asamblea de Notables, agregado a la Comandancia General de Armas. El 8 de junio de 1850, en mérito a sus servicios, el presidente Joaquín Suárez le concedió el empleo de coronel de ingenieros.

Culminada la Guerra Grande, Echeandía no ejerció cargos de importancia en el Estado Oriental del Uruguay. A pesar de ser afecto a la política “fusionista” de la posguerra, fue perseguido por el gobierno tras la Revolución de los Conservadores, que culminó con los sucesos conocidos por “Hecatombe de Quinteros” (1858). Sin embargo, su amistad con el general Antonio Díaz, ministro de Guerra del Gobierno de Gabriel Antonio Pereira, le permitió contar con el aval presidencial para la creación —Decreto del 17 de julio de 1858— del primer instituto de formación castrense de la República, denominado Escuela Militar Oriental. Dotado de ilustración general y conocimientos que lo capacitaban para dicha tarea, fue designado director del citado establecimiento, el cual se inauguró solemnemente el día 11 de abril del año siguiente. Tuvo un notable desempeño al frente de la escuela, aunque su salud —resentida por una vieja dolencia que se reavivó en 1857 por haber contraído la fiebre amarilla— no le acompañaría en esta nueva tarea. En carta dirigida, con fecha 5 de agosto de 1859, al presidente Pereira, Echeandía decía que “[...] postrado de un dolor agudo que de tiempo en tiempo suele atacarme, desde que padecí la fiebre amarilla, no me es posible ir personalmente como lo deceo [sic], á felicitar a V.E. por la rectitud y saber con que Vd. ha terminado de un modo feliz y satisfactorio para todos, la crisis ministerial”.

En octubre de 1860, sus dolencias le obligaron a abandonar definitivamente la dirección de la escuela, falleciendo en Montevideo el día 26 de noviembre. Poco tiempo sobrevivió ésta a su fundador. El 9 de enero de 1861 se designaba como director interino al general José María Reyes, pero para esa fecha se hallaba en completa decadencia y el estado de caos imperante en la República al estallar la Revolución del 19 de abril de 1863, conocida como “Cruzada Libertadora”, motivó el cierre definitivo del instituto que había sido regentado por González Echeandía.

Fue el coronel José María Echeandía —según el historiador uruguayo José María Fernández Saldaña, haría abandono del primer apellido en sus años de joven oficial de la independencia— bastante inadvertido para sus contemporáneos a pesar de sus excelentes dotes de ingeniero militar en una época en la que no abundaban oficiales ilustrados en el Río de la Plata. Sus distinguidos servicios en la Guerra de Independencia contra España y su desempeño durante la Guerra Grande así lo acreditan. A principios de 1861, se le concedió cédula de viudedad a su esposa, María Lairet.

 

Fuentes y bibl.: Archivo del Estado Mayor del Ejército (Montevideo), Secc. legajos de oficiales, leg. 17, carpeta 49, Coronel José María Echandía.

A. Fernández, La Escuela Militar Oriental —1858-1863— y sus antecedentes históricos, Montevideo, Imprenta Militar, 1945, págs. 49-51 y 100-103; J. M.ª Fernández Saldaña, Diccionario Uruguayo de Biografías 1810-1940, Montevideo, Editorial Amerindia, 1945, págs. 427-428; A. Barrios Pintos y W. Reyes Abadíe, Orientales en la Emancipación Americana, Montevideo, Fundación Beisso-Fleurquin, Talleres Gráficos de Barreiro y Ramos, 1981, págs. 46-47.

 

Alberto del Pino Menck

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