Ruiz de Azagra, Fernando. Fernando Rodríguez de Azagra. Señor de Albarracín (II). Navarra, p. m. s. XII – ?, 14.VI.1196. Noble, caballero.
Noble navarro hijo de Rodrigo Pérez de Azagra y Toda López, citado en los documentos como Fernando Ruiz o Rodríguez de Azagra. Sus referencias son menores que las de su hermano Pedro, primer señor de aquella villa, aunque su fallecimiento posibilitó que lo sucediera al frente de Albarracín (1186).
Poco se sabe de su vida a mediados del siglo XII, aunque ha dejado mayores noticias que sus hermanos, García, Rodrigo, Gonzalo, que llegó a ser alférez de Sancho VI de Navarra, y Martín Ruiz de Azagra, que ostentó la encomienda calatrava de Alcañiz. Es posible que Fernando participara junto a su progenitor en la conquista de Andalucía (1147) y, al igual que su hermano Pedro, residiera temporalmente en la Corte castellana, como también que regresara a Navarra al fallecer Alfonso VII (1157). Quizás estuvo en Toledo cuando Pedro pasó al servicio de Alfonso VIII (1166), aunque tan sólo se constata la presencia de éste y, en contadas ocasiones, la de Gonzalo Ruiz, confirmante de algunos diplomas regios. Es probable que Fernando, a raíz de los conflictos territoriales entre castellanos y navarros, abandonara la Corte alfonsí pues, si Gonzalo se mantuvo fiel al castellano, Fernando no aparece en sus diplomas hasta que se firmó la paz. Es más, si Pedro venció las reticencias de Alfonso II de Aragón en 1172, hasta entonces opuesto a la autonomía de Albarracín, no sorprende que Fernando acabara vinculándose al monarca aragonés.
Pedro y Fernando recuperaron la amistad de Alfonso VIII, que consintió, al igual que Sancho VI de Navarra, su presencia en las negociaciones de 1176.
De nuevo aparece en los diplomas castellanos durante algún tiempo, aunque a raíz de la conquista de Cuenca (1177) mejoró sus relaciones con Alfonso II de Aragón, quien le otorgó la tenencia de Daroca.
Fernando obtuvo, además, las tenencias navarras que había ostentado su hermano hasta 1177, entre ellas Estella, aunque no abandonó la Corte aragonesa. Por eso debió de ser parte interesada en los pactos firmados en 1186, por los que Castilla y Aragón mejoraron sus relaciones. Primero se opusieron a los Azagra, aunque a los pocos meses reconocieron la independencia del señorío de Albarracín, poco antes de que falleciese su titular. A la muerte de Pedro, en noviembre de 1186, Fernando pasó a gobernar Albarracín, al tiempo que Alfonso II ponía todo su empeño en lograr el reconocimiento de su autoridad soberana.
Pese a ello, los acuerdos firmados al año siguiente reconocieron a Fernando Ruiz la libertad de elegir señor entre los reyes de Castilla y Aragón. Fernando se decantó inicialmente por Alfonso II, quien, además de Daroca, le otorgó en los años sucesivos las tenencias de Teruel, Calatayud, Belchite y Montalbán.
Participó activamente en las negociaciones entre los monarcas navarro y aragonés de 1188 y 1190, que se aliaron en contra de Castilla.
No obstante, en consonancia con la actitud de su difunto hermano, buscó la concordia con Alfonso VIII, cuyas tropas habían sufrido el ataque aragonés en 1191 y habían respondido con una incursión por tierras turolenses. Éste sería el sentido de la donación real recibida por el noble, que por entonces había casado con una alavesa, Teresa Ibáñez, hija del tenente de Álava, Oñate y Guevara. No se sabe hasta qué punto ello implicaba una alianza con el monarca castellano, aunque lo cierto es que en 1192 mejoraron las relaciones entre este rey, su homólogo aragonés y otros monarcas de la región.
La situación cambió, empero, a los pocos meses, pues Alfonso II retomó sus aspiraciones sobre Albarracín y convenció a Fernando de la necesidad de salvaguardar su independencia. Éste sería el sentido de su testamento de 1193 —otorgó varios— por el que encomendó a la Orden de Santiago, a cambio de sustanciosos beneficios, la custodia de su heredero, Pedro Fernández, que aún era menor de edad. De esta forma situaba al señorío bajo la protección de los santiaguistas, al tiempo que auspiciaba la expansión de la sede arzobispal toledana hacia sus dominios, al reconocer que el obispo de la villa era sufragáneo de la sede primada, y no de Tarragona. Además, colaboró con Alfonso VIII en 1195, al liderar las tropas que atacaron el reino leonés como represalia de su actitud ante la guerra contra los almohades. Pese a ello, no rompió con la Corte aragonesa, pues dejó testado que la Orden santiaguista colaboraría con este Reino en su defensa contra el Islam. Aún tuvo tiempo de asistir a la coronación de Pedro II, en mayo de 1196, pero falleció al poco tiempo. El resultado de toda su política se hizo patente en los años sucesivos, pues Pedro Fernández de Azagra, de apenas cuatro años, y todos los que velaban por su herencia —entre ellos un hermano ilegítimo— mantuvieron sin sobresaltos la autonomía de Albarracín. Otros hijos del matrimonio fueron Gonzalo, Sancho y Teresa Fernández.
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Antonio Sánchez de Mora