Sada y Antillón, Manuel de. Tudela (Navarra), 31.XII.1677 – Valencia, 2.II.1764. Gran castellán de Amposta, virrey de Navarra, gobernador del Reino de Valencia.
Fue hijo de Juan José de Sada y Secanilla, oriundo de Zaragoza y caballero de la Orden de Calatrava desde 1653, y de María Teresa de Antillón y Veráiz, natural de Tudela (Navarra). Comenzó su carrera militar en 1694 al ingresar en la Orden de San Juan de Jerusalén. En el año 1732 fue nombrado brigadier de Infantería y mariscal de campo. A continuación participó en la campaña de Italia y en Nápoles fue nombrado embajador de Cerdeña, cargo que desempeñó desde el 7 de abril al 14 de agosto de 1734. Al año siguiente llegó a Turín, donde, en 1739, fue ascendido a lugarteniente general.
En cuanto a su labor política, destaca en estos años su fallido intento de concluir la convención entre Austria y Cerdeña, celebrada el 1 de febrero de 1742.
En marzo abandonó Turín y se dirigió a Lyon, donde recibió la orden de reunir a la infantería en Antibes.
De 1743 a 1748 fue gobernador de Saboya; por su correcto desempeño del cargo ascendió a capitán general de la provincia. En febrero de 1749 recibió la asignación de capitán general de Guipúzcoa e inmediatamente, en marzo de ese mismo año, fue nombrado embajador de Cerdeña. En esta época supervisó las negociaciones del matrimonio entre el príncipe de Piamonte y la infanta María Antonia, hermana del Rey, en 1750, y después fue nombrado capitán general del Ejército.
Manuel de Sada fue nombrado virrey de Navarra el 25 de septiembre de 1754, tras la muerte del conde de Gages, aunque no tomó posesión del cargo hasta el 15 enero siguiente. A su llegada a Navarra, la Diputación del Reino preparó una comitiva en la frontera de Aragón para recibir al nuevo virrey con los máximos honores. Su actividad política durante su estancia en Navarra fue bastante productiva, sobre todo en asuntos jurídicos. En sus años como virrey decretó el cumplimiento de varias cédulas reales, entre las que destaca la del 20 de enero de 1755 sobre persecución y prendimiento de desertores, desconocidos o sospechosos, y la Real Cédula del 2 de junio de 1756, en la cual, por mandato de Fernando VI, se prohibieron en el Reino todo tipo de juegos de mesa: naipes, tablas o cubiletes, so pena de rigurosas multas. También hizo público el escrito del conde de Aranda (director por entonces del Real Cuerpo de Artillería e Ingenieros) de 20 de octubre de 1756, en el que se destacaba la importancia de la ciudadela de Pamplona como ámbito militar y comercial, por ser la localidad un enclave fronterizo.
Dicho escrito proponía la mejora y reparación de los elementos defensivos que lo necesitasen. Con estas medidas de seguridad se pretendía activar el comercio entre Pamplona y el resto del territorio peninsular, ofreciendo a los mercaderes garantías de que nada malo podría ocurrirles.
La relación de Sada y Antillón con el obispo de Pamplona, Gaspar de Miranda y Argaiz, fue un tanto tensa, debido en parte al proceder del virrey en ciertas ocasiones. Una de ellas fue la procesión del Corpus Christi celebrada el 17 de junio de 1756, en la cual el virrey actuó contra el protocolo mantenido por la Iglesia en este tipo de actos. Sada llevó consigo una comitiva compuesta de ganaderos, sus oficiales, dos dragones del Regimiento de Bélgica y un coche tirado por seis mulas. El 26 de junio del mismo año, el obispo envió una queja al Rey, exponiendo que ningún virrey anterior había cometido semejantes excesos, y solicitando por ello la prohibición de futuras exhibiciones similares. Dicha queja tuvo su efecto dos años más tarde, el 3 de mayo de 1758, al disponer el Rey que Sada únicamente pudiese llevar soldados a pie en las procesiones.
Otro asunto tratado entre el virrey y el obispo fue un pleito, presentado ante Sada, que enfrentó los intereses de la Orden de San Juan de Jerusalén (el cargo de prior, sus encomiendas, la iglesia del Crucifijo de Puente la Reina) y los de la mitra de Pamplona. La cuestión en litigio era la reivindicación de San Juan de no pagar diezmos, de los cuales estaba exenta la Orden por privilegios pontificios. Al negarse a pagar, varios vecinos que se encontraban bajo jurisdicción de la Orden fueron encarcelados. El virrey era parte interesada en el asunto como gran castellán de Amposta, por lo que su imparcialidad es puesta en duda por algunos autores, pese a que se desconoce la sentencia pronunciada.
En 1757, el virrey presidió la sesión de apertura de las Cortes de ese año; en las semanas siguientes se trataron varios temas de importancia, entre ellos la ratificación del juramento de Fernando II de Navarra y VI de Castilla. En esas Cortes se aprobaron sesenta y ocho leyes; de las derogadas, la mayoría regulaban aspectos de la vida social de la época: por ejemplo, la que prohibía el uso de toros y de su carne en las fiestas, debido a la escasez de ganado mayor en la Monarquía, o la que anulaba la representación de comedias en la ciudad y la diócesis. Algunas medidas fueron derogadas por ir en contra de los fueros de Navarra, como una real orden sobre alojamiento de tropas.
Por otro lado, en 1758 y 1759 se produjeron las muertes de la Reina (Bárbara de Braganza) y del Rey, respectivamente. La noticia de estos fallecimientos fue anunciada por el propio virrey en ambas ocasiones a la Diputación; Manuel de Sada presidió también las dos misas de funeral, celebradas en la Catedral de Pamplona el 4 de octubre de 1758 y el 18 de septiembre de 1759.
En los años en los que fray Manuel estuvo al frente del virreinato, se puso en marcha un proyecto del conde de Aranda que pretendía desviar el caudal del río Aragón desde Rueda, por medio de un canal, a la localidad de Tauste. Dicho proyecto perjudicaba a numerosos pueblos de la ribera de Navarra, además de a los Monasterios de San Salvador de Leyre, La Oliva y Marcilla, lo que suscitó las protestas de los afectados; sin embargo parece que el virrey lo consideraba adecuado, pues ordenó a las autoridades municipales implicadas que diesen todas las facilidades necesarias al ingeniero que dirigiría las obras, Carlos White. Pero finalmente el ambicioso plan no se llevó a cabo.
El 1 de diciembre de 1759, Manuel de Sada fue nombrado gobernador y capitán general del Ejército del Reino de Valencia, labor que desarrolló hasta su muerte, el 2 de febrero de 1764.
Fuentes y bibl.: Archivo General de Navarra, Reino, Actas de Diputación 1753-1757, t. 15.
F. Idoate Iragui, Las fortificaciones de Pamplona a partir de la conquista de Navarra, Pamplona, Institución Príncipe de Viana, 1954, págs. 91-99; Rincones de la historia de Navarra, vol. II, Pamplona, Institución Príncipe de Viana, 1979, págs. 43-45; J. Goñi Gaztambide, Historia de los obispos de Pamplona s. XVIII, vol. VII, Pamplona, EUNSA, 1989, págs. 586-587; J. del Burgo, Historia general de Navarra: desde los orígenes hasta nuestros días, vol. II, Madrid, Rialp, 1992, págs. 167-171; C. Gutiérrez del Arroyo, Catálogo de documentación Navarra de la Orden de San Juan de Jerusalén en el Archivo Histórico Nacional s. XII-XIX, vol. I, Pamplona, Gobierno de Navarra, Departamento de Educación y Cultura, 1992, pág. 255; L. J. Fortún Pérez de Ciriza, Actas de las Cortes de Navarra (1530-1829), Libro 9 (1757), Pamplona, Servicio de Publicaciones del Parlamento de Navarra, 1994; D. Ozanam, Les diplomates spagnols du XVIIIe siècle: introduction et répertoire biographique, 1700-1808, Madrid, Casa Velázquez, Bordeaux, Maison des Pays Iberiques, 1998, págs. 421-422.
Maite Díaz Francés