Celma, Juan Bautista. Aragón, c. 1540 – Santiago de Compostela (La Coruña), 1608. Pintor, rejero, fundidor, escultor y broncista.
Su trayectoria artística es conocida a partir de su llegada a Santiago de Compostela en 1564, fecha en la que el cabildo catedralicio lo llama para que vaya a Oviedo y dé las trazas de los púlpitos de la catedral que se pensaba encargar a Flandes.
Tras este primer contacto con Galicia, viaja a Oviedo, aunque regresa a Santiago de Compostela en 1568.
En 1569 firma un contrato de compañía con los pintores Juan Lombarte y Marcos Fernández, residentes en Viveiro, así como con su tío Juan Tomás Celma, que, por aquel entonces, trabajaba para San Benito de Valladolid. El contrato se refiere a los encargos que pudiesen ser asumidos “en el rreino de Galizia e rreino de Castilla la nueva e la vieja”, lo cual supone la ambición del grupo de artistas y, de un modo especial, de Juan Bautista Celma, figura central del mismo.
En 1583 firma un nuevo contrato, en esta ocasión con los pintores Domingo González y Gabriel Felipe —vecinos de Santiago de Compostela—, para compartir las obras realizadas en el reino de Galicia “con diez leguas a la redonda”, a excepción de aquellas que le encargase a Celma la catedral de Santiago. El hecho de que Juan Bautista Celma no tenga que trabajar personalmente en la obra contratada, dado que puede ser sustituido por un oficial designado por él, y que se reconozca en el documento que “sea obligado, estando bueno, a negociar por su persona las obras que se ofrecieren y se le han de dar once reales cada día que se ocupare en los caminos y negocios fuera de Santiago”, sugiere una aproximación a la figura de Celma como un artista de prestigio, capaz de concretar obras con distintos promotores en las que la presencia de oficiales y aprendices habrían de seguir, básicamente, los dictados de lo acordado por el artista aragonés con una variada y amplia clientela; lo que justifica, por otra parte, la enorme variedad de quehaceres asociados a Celma. No obstante, la vinculación más directa de Celma con las obras propias de la catedral de Santiago resulta acorde con la importancia de quien las contrata, “cabildo, fábrica o arzobispo”.
En cualquier caso, Celma es un artista con distintos aprendizajes en su formación. En lo referente al arte de la forja, su tío, Juan Tomás Celma, debe de ser su maestro. Como escultor, en cambio, Vila Jato lo ha vinculado con el círculo de López de Gámiz y de Juan de Ancheta y “en todo caso con la escultura burgalesa de los años centrales del siglo”.
Sin embargo, este artista se reconoce, fundamentalmente, como pintor; él mismo se cita como autor en los púlpitos de la catedral compostelana, y así se reconoce en el púlpito ubicado en el lado de la Epístola: “Joannes Bautista Celma aragonensis patria pingendi artifex salutis anno MCLXXXIII compostellae faciebat” —un año después se reitera el mismo texto en el relativo al lado del Evangelio—. Esta designación ha de entenderse desde el valor superior que se le suele dar a la pintura frente a otras artes. En la formación pictórica de Celma, sus fuentes de inspiración están vinculadas a la llamada escuela de Fontainebleau, italianizantes, manieristas y a menudo, de raíz rafaelesca. Estas fuentes deben ser debidamente actualizadas a lo largo de su vida, sobre todo en clave escurialense, por el muy probable conocimiento directo de las obras acometidas en El Escorial.
En 1578, el cabildo catedralicio compostelano le encarga los púlpitos en los que se incorporan relieves inspirados, en parte, en los de la custodia que Antonio de Arfe ha realizado entre 1539 y 1545 para esta misma basílica. Cabe entender esta obra como el arranque de un conjunto de actuaciones relativas a la capilla mayor y su entorno, que culminan en 1603 con la construcción de ese ingenioso aparato que posibilita el movimiento del botafumeiro en la nave central del crucero catedralicio. Ha de reconocerse a este artista, tal como se reseña en un texto firmado por el propio arzobispo Sanclemente, como “maestro de obras de esta Ntra. Iglesia de Santiago, de pintura y escultura”.
Se asocian además con Celma, en relación con la basílica compostelana, el sepulcro del cardenal Juan Martínez Terrero, en la capilla de San Andrés (1580); el de Mencía de Andrade, en la capilla de la Azucena (1582), y se le atribuye el del prior Juan Vidal, en el cierre de la actual capilla de la Virgen de Fátima (1582). El arzobispo Juan de Sanclemente le encarga, muy probablemente, la imagen del papa san Clemente guardada en la capilla de las Reliquias de la catedral santiaguesa.
A partir de 1584, Juan Bautista Celma acomete la obra del retablo de san Esteban de Orón (Miranda de Ebro, Burgos), así como una reja para la misma capilla, realizada según las voluntades expresadas en el testamento de Juan Martínez Terrero, natural de esta localidad.
En el arte de la rejería destacan, sobre todo, las obras de la catedral de Tui en 1578, y las que, a partir de 1583, acomete para la catedral de Orense —concretamente las que, originariamente, cerraban el coro y la capilla mayor—; también son obras suyas otras de buena calidad, como las del coro de la catedral de Burgos (1600) y la forjada para la catedral de Plasencia (1600-1604).
Al pintor Juan Bautista Celma se le puede encontrar muy posiblemente en la Lamentación sobre Cristo muerto, guardada en la sacristía del colegio de las Huérfanas de Santiago de Compostela; una fundación del arzobispo Sanclemente, principal valedor de este artista con el que, quizás, deba vincularse la obra pictórica del retablo mayor del santuario de los Remedios de Vilamaior (Orense).
Juan Bautista Celma es un artista especialmente relevante en el último tercio del siglo XVI en Santiago de Compostela. Los fondos de su biblioteca orientan sobre sus conocimientos; así, en un memorial fechado en 1606 se citan como propios del artista La Geometría de Juan Cusin, en francés; un ejemplar de Daniel Bárbaro, en italiano; un libro titulado Teatro de instrumentos, en francés; un cuerpo de los cinco libros de Sebastiano, en italiano; Britrubio pequeño, en latín; un libro de Biñola y otro de Juan de Arfe, en romance; la Filosofía de Alexandro Picolomini, en italiano; un libro pequeño de estampas donde están las Sibilas; otro de las imágenes de los dioses antiguos de diversos, en italiano; vocabulario en español e italiano de Cristóbal de las Casas; un libro de “tarxetas y compartimientos”, así como una cantidad importante de dibujos, moldes y modelos de plomo y metal.
Obras de ~: Púlpitos de la catedral de Santiago de Compostela, 1580-1584; Sepulcro de Mencía de Andrade, 1582; Capilla de la Azucena de la catedral de Santiago, s. f.; Rejas de la capilla mayor y coro de la catedral de Ourense, 1583; Retablo de San Esteban de Orón, 1584; Miranda de Ebro, Burgos, s. f.; Lamentación sobre Cristo muerto, c. 1600; Sacristía del colegio de las Huérfanas, Santiago, s. f.
Bibl.: A. López Ferreiro, Historia de la Santa A. M. Iglesia de Santiago de Compostela, t. VIII, Santiago, Seminario Conciliar Central, 1906, págs. 400-413 (apéndices: págs. 160-163, 193-196 y 222-224); P. Pérez Costanti, Diccionario de artistas que florecieron en Galicia durante los siglos XVI y XVII, Santiago de Compostela, Seminario Conciliar Central, 1930, págs. 115-134; M. Chamoso Lamas, “Juan Bautista Celma, un artista del siglo XVI”, en Cuadernos de Estudios Gallegos, XII (1957), págs. 167-195 y 302-320; “Juan Bautista Celma y el arte del metal”, en Cuadernos de Estudios Gallegos, XII (1957), págs. 302-320; A. Gallego de Miguel, El arte del hierro en Galicia, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1963, págs. 116-151; M. D. Vila Jato, “Escultura manierista”, en Arte Galega Sánchez Cantón, Santiago de Compostela, 1983, págs. 23-47 y 283-291; J. M. García Iglesias, La pintura manierista en Galicia, La Coruña, Fundación Pedro Barrié de la Maza, 1986, págs. 53-72; J. M. Monterroso Montero, “La iconografía jacobea en las tallas metálicas catedralicias de la segunda mitad del siglo XVI: la custodia de Arfe y los púlpitos de Celma”, en VV. AA., Pratería e Acibeche en Santiago de Compostela, Santiago de Compostela, Xunta de Galicia, 1998, págs. 177-222.
José Manuel García Iglesias