Arfe, Antonio de. León, c. 1510 – Madrid, VII.1575- II.1576. Platero.
Hijo del orfebre alemán, avecindado en León, Enrique de Arfe y de Gertruda Rodríguez de Carreño, fue uno de los grandes protagonistas de la evolución de la platería española del Renacimiento en el segundo tercio del siglo xvi. Su hijo Juan le cita como uno de los artistas más destacados y precoces en el abandono del arte gótico, con Juan de Horna en Burgos, Francisco Becerril en Cuenca, Juan Ruiz el Vandalino en Córdoba y Juan Francisco en Alcalá.
Antonio de Arfe nació en León hacia 1510. En esta ciudad contrajo matrimonio con María de Betanzos, con la que tuvo cuatro hijos, María, Antonio, Juan y Enrique, los tres varones, plateros; Antonio destacado sobre todo como grabador y Juan, además de excelente platero, como tratadista.
Se inició en el arte de la platería en el taller paterno; allí tuvo ocasión de conocer las formas platerescas en las que ya trabajaban Enrique de Arfe y sus discípulos, entre los que se encontraban Hernán González, Antonio Rodríguez y, sobre todo, su primo Enrique Belcove. Éste, de más edad que Antonio, estuvo unos años en Cuenca para colaborar con Francisco Becerril y a su vuelta a León, antes de 1534, había asimilado en buena medida las formas renacentistas que practicaba el orfebre conquense.
Hacia 1530 contrajo matrimonio con María de Betanzos. Por esas fechas, Antonio de Arfe ya debía trabajar como oficial en el arte de la platería; sin embargo, el silencio que pesa sobre el taller de Enrique desde 1527, en que labró los cetros de la catedral de Oviedo, incluye también a su hijo. El primer contrato que se conoce es el de la custodia procesional de Santiago de Compostela, firmado el 24 de abril de 1539.
Sin duda, una de las principales ocupaciones de este orfebre fue la platería civil. Se documentan múltiples relaciones con una clientela laica, nobiliaria, para la que trabajó durante toda su vida. Existe constancia de trabajos para los condes de Benavente, para los duques de Urueña, del Infantado, de Medina de Rioseco y de Alba, para Álvaro de Mendoza y para la marquesa de Zenete. Ocho de las piezas que se relacionan en el libro de cargos del repostero de plata del VI conde de Benavente tuvieron que ser obra temprana, realizada antes de la fecha de comienzo de la custodia compostelana.
Desde 1539 hasta 1545 estuvo ocupado en la obra de la catedral de Santiago. El trabajo debía estar prácticamente terminado dos o tres años antes, a falta del dorado, pero las desavenencias con el cabildo retrasaron la entrega.
En 1542, tal vez porque los trabajos de la custodia estaban casi acabados, el arzobispo compostelano Gaspar de Ávalos le encargó la hechura de un cáliz de oro, con esmaltes y cuatro historias de la Pasión en el pie. No se conserva.
Ese mismo año hay constancia de su presencia en León y desde 1545 las noticias se suceden en relación con la herencia de su padre y la venta de las casas que poseía en la ciudad. Seguramente la idea de trasladarse a Valladolid surgió muy pronto en la mente del platero. En esa localidad encontró una importante clientela y alcanzó el renombre del que se había hecho merecedor ya con la custodia compostelana; allí vivió y trabajó la mayor parte de su vida.
En 1552, en el pleito con el platero Francisco de Isla, quien le reclamaba ciertas cantidades en pago por haber ido a Santiago a tasar la custodia, Antonio se manifestaba vecino de Valladolid. Con ocasión del conflicto, Arfe menciona varios regalos que había hecho al platero vallisoletano; entre ellos, una chapa cincelada de la Quinta Angustia, otra con el Rapto de Elena y una tercera con la historia de Horacio, con treinta figuras cada una. Estaban destinadas a un sillón de la condesa de Benavente que, por alguna razón, no llegaría a concluirse.
Por las mismas fechas contrató la hechura de la custodia de la iglesia de Santa María de Medina de Rioseco, estrenada en la fiesta del Corpus de 1554.
Al año siguiente presentó un dibujo y traza al cabildo de la catedral de León para las andas de la custodia.
Los capitulares leoneses prefirieron su proyecto al de Enrique Belcove, que había presentado como muestra un pilar, y la obra comenzó ese mismo año. Las andas estaban terminadas el 8 de octubre de 1557. Durante ese tiempo residiría en León. En esta ciudad, además de las andas, labró dos portapaces, bien a su vuelta de Santiago, en 1544, bien cuando terminó las andas de la custodia, en 1558.
De regreso a Valladolid, continuó vendiendo las posesiones que tenía en su ciudad natal e incluso en la ciudad natal de su padre, “Herfenes”. Ésas y otras transacciones económicas estarían dirigidas a conseguir el dinero necesario para edificar una nueva casa y obrador en una de las calles más señoriales de Valladolid, la Corredera de San Pablo.
En 1569 el barbero Nieva actuó como fiador suyo y, en prenda, tomó un retablo de plata con figuras, pieza que fue devuelta por su viuda al platero una vez que éste hubo satisfecho sus deudas. El paradero del retablo se desconoce; no es un tipo de pieza frecuente, por lo que el profesor Cruz Valdovinos apunta la posibilidad de relacionarlo con uno conservado en las Descalzas Reales de Madrid, de origen vallisoletano.
Es probable que a partir de este momento trabajara casi en exclusiva para una clientela nobiliaria, con la que se enfrentó judicialmente en repetidas ocasiones por incumplir sus compromisos. En 1563 dio poder a su consuegro para cobrar una deuda del duque de Urueña; aunque se desconoce el concepto, podría tratarse del pago de algún trabajo de plata. En 1565 Diego de Mejía, vecino de Ávila, terminaba de pagarle un sillón de plata y “guarnición de aderezo”, que sería la espada y la daga. En las cuentas del duque de Medina de Rioseco correspondientes al período 1567-1569, el contador anotó la compra a Arfe de una ollica y un pomo.
En febrero de 1570, Álvaro de Mendoza interpuso un pleito contra Antonio de Arfe por no haberle entregado un pomo perfumador que se había comprometido a labrar, igual a uno que el mismo orfebre había hecho para el duque del Infantado y que Álvaro de Mendoza había comprado en la almoneda de sus bienes. Antonio fue encarcelado por esta causa. Por fin, el 19 de octubre, pedía que se nombraran tasadores para valorar el trabajo acabado. Ni Álvaro de Mendoza ni sus sucesores recogieron la obra y, cuando éstos reclamaron la plata que le había sido entregada, alegó su condición de hidalgo y que la pieza se había hecho. Varias veces hicieron ostentación Antonio y su hijo Juan de esa hidalguía, de la que, sin embargo, no hizo nunca mención Enrique.
En 1571 la duquesa de Alba le pagó una arquilla de ébano, jaspe y plata.
Entre 1571 y 1573 estuvo ocupado de nuevo en la custodia de Santiago de Compostela, para la que hizo un basamento. El marcaje indica que el trabajo fue realizado en Valladolid. Posteriormente, Antonio de Arfe se trasladó a Madrid, en donde vivió con su hijo Antonio, seguramente hasta su muerte.
La última noticia sobre su vida data de julio de 1575 y menciona al platero como estante en Corte. En esa fecha Arfe se obligó a pagar a la marquesa de Zenete 17 ducados de resto de sus cuentas. No consta la razón de la deuda, pero estará posiblemente en relación con entregas de plata para la realización de obras. En un inventario de 1808 de la catedral de Guadix se relacionan un viril y una custodia pequeños como de su mano.
No se conocen otros trabajos de Arfe fuera de Castilla y León, a excepción de la custodia y cáliz de Santiago. Es probable que fuera la marquesa de Zenete, señora del lugar, quien los donara a la catedral.
La última referencia al orfebre aparece en las Actas Capitulares de la catedral de León, en donde se consigna, el 15 de febrero de 1576, una renta que “vacó por Antonio de Arfe platero”, fórmula que indica que el fallecimiento se había producido poco tiempo antes.
Sobre su obra, es bastante expresiva la frase que le dedica su hijo Juan en la Varia Conmensuración: “Aunque la arquitectura [romana] estaba en los edificios y templos casi introducida en España, jamás en las obras de plata se había seguido enteramente hasta que mi padre la comenzó a usar en la custodia de Santiago de Galicia y en la de Medina de Rioseco y en las andas de León...”.
La custodia de Santiago de Compostela consta de tres cuerpos de planta hexagonal y uno circular. En las esquinas del cuerpo inferior se levantan torres de sección triangular. Los soportes son pilastras con capiteles clásicos dobladas por columnas abalaustradas.
Los relieves ofrecen historias de la Infancia y Pasión de Cristo. En el interior del primer cuerpo se disponía originalmente una Última Cena; en el segundo, el viril; en el tercero, una figura de Cristo resucitado; el cuarto cobijaba una campana a la que se ha añadido el Cordero apocalíptico. En las torres angulares se personifican Virtudes. Tanto en la estructura proporcionada de cuerpos escalonados, como en las figuras y la decoración, es una obra plenamente renacentista.
En el basamento añadido entre 1571 y 1573, labró relieves sobre la vida, muerte y milagros de Santiago Apóstol, con un estilo similar a los de la custodia procesional que Juan de Arfe terminó en 1571 para la catedral de Ávila.
La custodia de Medina de Rioseco fue un encargo de la cofradía del Santísimo Sacramento de la iglesia de Santa María de Mediavilla. Es una de las más relevantes obras de la orfebrería renacentista, a pesar de ser más modesta que la de la catedral de Santiago. Consta de cuatro cuerpos de planta cuadrada sobre un basamento con relieves de temas bíblicos. La influencia de Berruguete, que se deja sentir en la orfebrería desde mediados de siglo, es palpable en el manierismo de las figuras, especialmente en el grupo escultórico que se aloja en el primer cuerpo, con el rey David seguido por los cuatro levitas que portan el Arca de la Alianza. En la decoración se han sustituido en gran parte los grutescos de Compostela por motivos geométricos. Antonio estampó su punzón, ARFE, con perfil trilobulado por arriba y un roel abajo, en varios lugares.
Las andas de la catedral de León, en las que trabajó entre 1555 y 1557, desaparecieron con la custodia de Enrique de Arfe en 1808. El platero Suero de Argüello hizo una descripción en 1587; por ella se puede apreciar que tanto los elementos estructurales como los iconográficos estaban muy próximos a los de la custodia de Medina de Rioseco. Constituían un templete renacentista, de planta cuadrangular, con cuatro pilares en las esquinas, probablemente cuatro torres angulares, y cubierta cupulada. Tanto en el basamento como en el friso del entablamento se desarrollaban escenas del Antiguo Testamento; en el centro de cada lado se representaba la figura de una Virtud y como remate final había una escultura del Ave Fénix.
Las piezas civiles que labró Antonio de Arfe son menos conocidas. La relación de objetos de plata que adquirían los miembros de la nobleza generalmente era amplia y variada, mucho más que la de las iglesias, ya que las renovaban con más facilidad para estar a la moda o para tenerlas en buen estado. Sin embargo, apenas han llegado hasta nosotros, bien porque se fundían para hacer otras nuevas, se perdían o se vendían en almoneda para pagar las deudas del propietario difunto. En las que labró para el VI conde de Benavente llaman la atención la utilización muy temprana de esmaltes opacos y la aparición del nombre del platero, en anagrama o abreviatura, equiparado a la inicial del apellido de su cliente. Es frecuente en piezas de especial significación, como la custodia de Santiago, donde aparece inscrito el nombre de Antonio de Arfe en el último cuerpo, pero resulta sorprendente en objetos de pequeño tamaño y uso privado.
El pomo perfumador que le encargó Álvaro de Mendoza fue descrito por el platero vallisoletano Pedro Miguel, que tasó la obra, como un pomo de plata blanca y dorado con esmaltes en el cuerpo y en el cuello. Inserto en el documento que recoge el pleito se encuentra un dibujo que lo representa, con rosetas esmaltadas en el cuello, gallones y cuatro mascarones —cabezas de león— de cuyas bocas cuelgan anillas.
Obras de ~: Custodia procesional, Santiago de Compostela, 1539; Custodia de la iglesia de Santa María, Medina de Rioseco (Valladolid), 1554; Arquilla de ébano, jaspe y plata para la Duquesa de Alba, 1571.
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María Victoria Herráez Ortega