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Lorenzo de Villavicencio

Biografía

Villavicencio, Lorenzo de. Jerez de la Frontera (Cádiz), c. 1518 – Madrid, 21.VI.1583. Teólogo agustino (OSA), predicador y consejero real, agente secreto de Felipe II en los Países Bajos.

En el convento agustino de Nuestra Señora de la Guía, de Jerez de la Frontera, emitió la profesión religiosa el 2 de febrero de 1539. Cursó los años de Filosofía en Sevilla y los de Teología en Salamanca. Con especial dedicación al estudio del latín, griego y hebreo, se interesó luego por el conocimiento de la Teología y de Sagrada Escritura. Dado su talento, preparación cultural, erudición bíblica y facilidad para las relaciones humanas, Felipe II lo tuvo como consejero, dándole el encargo de pasar a Bélgica para impedir el avance de la herejía protestante que comenzaba a propagarse en estos territorios de la Corona. Detallados y confidenciales informes sobre personalidades y asuntos de política religiosa de los Países Bajos remitió a la Corte en España. Estudió en la Universidad de Lovaina de 1552 a 1558, alcanzando el grado de bachiller en Teología (1554) y de doctor en Teología (1558). En esta Universidad se ocupó de la Cátedra de Sagrada Escritura. Fue prior del convento agustino de Lovaina. A su vez, el prior general de la Orden agustiniana lo nombró reformador para los estudios eclesiásticos y desempeñó el cargo de vicario general en los Países Bajos.

Villavicencio destacó por su vigilancia pertinaz a españoles residentes en los Países Bajos, al tiempo que combatía celosamente el protestantismo, en los primeros años de la gobernación de Margarita de Parma (1559-1567). A Lorenzo de Villavicencio acudió el célebre arzobispo de Toledo, Bartolomé de Carranza (muerte en 1576), entre otros, para espiar a quienes acudían a comprar libros en la feria de Frankfurt con el propósito de introducirlos en los ámbitos intelectuales de España. En efecto, Villavicencio se convirtió en informador secreto de españoles que desobedecían las órdenes de Felipe II. De esta época data su obra De oeconomia sacra circa pauperum curam a Christo instituta Apostolis tradita & universa Ecclesia (Amberes, 1564). En ella se encuentran anticipadamente algunos de los argumentos que los eclesiásticos utilizarán contra la desamortización de los liberales en el siglo XIX. Por ejemplo, cuando hablan de que las reformas propuestas en el tratado de Juan Luis Vives (1492-1540) —De socorro de los pobres— significan un hurto al patrimonio de la Iglesia para ponerlo en manos seculares y un atropello de los derechos sagrados de la caridad. Según J. Reeder, el agustino Villavicencio, es el “autor de la crítica más agresiva a Vives, cuyas ideas sobre el socorro de los pobres asocia con herejía y luteranismo” (Diccionario de pensamiento económico en España, 1500-1812, Madrid, 2000, pág. 378).

Refutó las proposiciones de Witssi en 1564, aceptando la Universidad de Lovaina tal actuación, al tiempo que condenaba las proposiciones luteranas. También trabajó en las herejías que contenían las Tablas de Johannes Spangenberg (1484-1550). El mismo Villavicencio las expurgó y las purificó de errores católicos, por lo que incluso algún autor ha llegado a pensar que existe plagio no sólo de títulos de obras y de pensamiento. En este contexto se sitúan los escritos de Villavicencio, sin perder de vista el ambiente polémico y apologético de la época. Su obra es original y creativa, siempre en defensa de los principios católicos y la promoción de una nueva metodología teológica. Es el autor de la obra de propedéutica teológica titulada De recte formando Theologiae studio (Antuerpiae, 1565), cuya primera edición apareció plagada de errores, y que no fueron subsanados hasta la edición preparada por Enrique Flórez (Madrid, 1768). Ésta ofrece el texto completo tal y como fue preparado por su autor. El primer libro versa sobre los lugares teológicos; la segunda parte de la obra o libro segundo, presenta una introducción al estudio de la Sagrada Escritura, aventajando en mucho a Melchor Cano y Luis de Carvajal. El tercero y cuarto libro se ocupan de los escritos y autoridades en que los lugares teológicos se contienen, como los concilios, la historia, el derecho, los decretos y las enseñanzas de los pontífices. Para Villavicencio la teología no es una abstracción, sino una realidad concreta, situada en el espacio y en el tiempo histórico. En esta obra expone Villavicencio su programa de estudios, que puede resumirse en estas palabras suyas: “Hay que leer Escritura a todo pasto, y estudiar a los comentaristas, y después de esto meditar mucho, y ejercitarse en enseñarlas, y explicarlas, antes de llegar a la inteligencia perfecta de la Teología. [...] Es menester oír, repetir, explicar, ejercitarse sin tregua en escribir; no despreciar la filosofía, aya de la Teología, estudiar gramática y lenguas vulgares, ahondar en el latín, griego y hebreo, cultivar mucho la dialéctica, y un poco la poesía, la aritmética, la geometría, la música, la física, la ética, la política, la economía y la metafísica”. Por esta obra, Villavicencio está considerado como uno de los reformadores de la Teología española.

Los informes remitidos a Felipe II sobre la situación de Europa ofrecen valiosos conocimientos de la situación ideológica y política de la segunda mitad del siglo xvi. En ellos se muestra la inusual habilidad diplomática de Villavicencio, que le hacen ser un verdadero ministro de asuntos exteriores de España. En efecto, ejerció de clarividente y original informador político de Flandes, con ideas y proyectos concretos. Manifestó su adversidad respecto a las medidas pacifistas sugeridas por Benito Arias Montano, e informó sobre los estudiantes españoles que desobedecían la orden real de volver a España. Por las relaciones y memoriales que se conservan de Villavicencio se sabe que el Rey estaba enterado de cuanto sucedía en la villa de Brujas y los deseos de los ciudadanos de los Países Bajos: “que no haya inquisición en todo el condado de Flandes”, “en todos los estados pretenden dos cosas: libertad de religión, que viva cada uno como quisiere, e impunición de herejes”. La correspondencia de Villavicencio, conservada inédita en su práctica totalidad en el Archivo de Simancas, ofrece extraordinario interés para el conocimiento del momento ideológico, político y religioso del centro de Europa, dada la variedad de asuntos que trata, los juicios que emite de muchas doctrinas e informaciones recabadas sobre personajes, funcionarios, políticos, eclesiásticos, e intelectuales de aquella época.

Por defender la religión católica en disputas públicas frente a la posición protestante y por haber escrito cuatro obras contra los “herejes”, Villavicencio sabía que le había “jurado muchas veçes la muerte”. Por ello, en octubre de 1565 pidió fuese relevado de sus servicios en Flandes. Una vez que llegó a España fue recibido por Felipe II. El martes primero de octubre de 1566 se encontraron en “los bosques de Segovia”, es decir, en Valsaín. El Rey escuchó los informes nuevos, detallados y directos que le hizo personalmente Lorenzo de Villavicencio sobre los Países Bajos. Los días 3 y 6 del mismo mes de octubre continuaron las audiencias, alguna de ellas de más de tres horas de duración. Informó, pues, al Rey de cuanto estaba ocurriendo y también le ayudó en la redacción de un documento político con las medidas políticas y religiosas, que debían tomarse en los Países Bajos. Villavicencio aboga porque ni los oficiales de justicia, ni magistrados, ni consejos, ni comisarios se entrometieran en cuestiones de gobierno espiritual de la Iglesia. También se muestra partidario del control ideológico de las personas que ocupaban cargos públicos y de la supervisión de la enseñanza que los profesores impartían en la Universidad de Lovaina. Por los servicios diplomáticos prestados a Felipe II lo nombró predicador real desde el 1 de enero de 1566.

Villavicencio ha pasado a la historia como un hombre de acción política, intuitivo y de fáciles recursos dialécticos, donde la teología tiene la función de servicio a la fe y utilidad a la Iglesia, sociedad de salvación. Sus escritos nacen con carácter polémico y apologético al mismo tiempo. Así, las Tabulae (Lovaina, 1563), corrigen y habilitan las “Tablas heréticas” de Juan Spangebert; el folleto De oeconomía sacra (Amberes, 1564) es una refutación y protesta a una ley promulgada por el Senado de Bruselas; las Fhrases Scripturae Sacrae (Amberes, 1570), contrastan y enmiendan las que con criterios equivocados elaboró Bartolomé Bestamero.

El año 1572 firmó en Madrid, junto con Alonso de Veracruz, Siete Proposiciones de fray Luis de León sobre De Vulgata editione, y que éste invocará en varias ocasiones para su defensa ante los inquisidores durante el proceso cuando se encontraba preso en Valladolid por la Inquisición. Aunque en menor medida, a Villavicencio, debido al matiz bíblico de sus escritos, el método empleado, el conocimiento y uso de obras protestantes, se le llegó a incoar un proceso. En efecto, en 1574 el obispo de Badajoz, Diego de Simancas, le había acusado de defender doctrinas falsas. Pasados dos años, el 6 de noviembre de 1576, el mismo prior general de la Orden de San Agustín, Tadeo de Perusa, será el encargado de comunicarle que sus escritos fueron aprobados y corregidos los del obispo Simancas. El cardenal Giustiniani declarará su ortodoxia poco antes de morir Villavicencio en el Convento de San Felipe el Real de Madrid, lugar donde había fijado su residencia y desde donde escribe una carta a fray Luis de León en 1575 sobre las divisiones surgidas en la provincia de Castilla. En el capítulo provincial de 1582, celebrado en Dueñas (Palencia), fue elegido Villavicencio definidor de la provincia de Castilla. En este capítulo se produjo la división definitiva en dos provincias: Castilla y Andalucía. Villavicencio fue uno de sus artífices y partidario de tal separación.

Según Folgado Flórez, “a Villavicencio se le reconoce y admira —aunque no se le estudia— como al reformador de los estudios teológicos, como al hombre que propugna una teología adaptable a las exigencias de cada época y según las necesidades de la sociedad cristiana de cada momento” (“Fray Lorenzo de Villavicencio y los estudios teológicos”, en La Ciudad de Dios, 177 (1964), págs. 335-336). Como firme defensor de una adecuada preparación intelectual de los clérigos publicó un amplio estudio titulado De formandis sacris concionibus (Amberes 1565), obra dividida en tres libros. Ofrece el modo de elaborar los sermones y sus partes, los temas predicables y los no aconsejables, pero también sobre la materia principal de la predicación, la Sagrada Escritura, los sentidos e interpretaciones de la Biblia, además de la retórica y las exigencias del buen predicador. Finalmente, cabe destacar de la producción literaria de Villavicencio la veintena de escritos con la aprobación y censura de obras pertenecen a prestigiosos autores, como Cipriano de la Huerga (Commentaria in Librum Beati Iob, et in Cantica canticorum Salominis regis, Compluti, Imp. Ioannis Íñiguez a Lequerica, 1582); Bartolomé de Ledesma (Summarium, Salmanticae, Typ. Haeredes Mathiae Gastij, 1585); Antonio de Córdoba (Tratado de casos de consciencia, Toledo, Imp. Diego de Ayala, 1578), y fray Luis de Granada (Addiciones al memorial de la vida christiana, Salamanca, Imp. Mathias Gast, 1574).

Para la causa que se formó a Jerónimo Gracián en la visita que hizo a los carmelitas calzados, y que dio lugar a la separación de carmelitas calzados y descalzos, Felipe II nombró entre los jueces instructores a Lorenzo de Villavicencio, hombre de acción y de letras, consejero político y curtido en asuntos diplomáticos, predicador antiluterano y promotor de la reforma católica.

Obras de ~: Tabulae compendiosae in Evangelia et Epistolas quae Dominicis festisque diebus populo in Ecclesia proponi solent, Lovanii, Apud Petrum Zangrium Tiletanum, 1563 (Venetiis, Apud Franciscum Franciscium Senensem, 1565; Venetiis, 1566); De oeconomia sacra circa pauperum curam a Christo instituta, Apostolis tradita et universa ecclesia inde ad nostra usque tempora perpetua religione observata, cum quarundam propositionum, quae huic sacrae oeconomiae adversantur, confutatione, libri tres, Antuerpiae, Ex officina Christophori Plantini, 1564 (Parisiis, Apud Michaelem Sonnium, 1565); De recte formando Theologiae studio libri quatuor, Antuerpiae, Typ. Viudae & Haeredum Ioannis Stelsij, 1565 (Coloniae Agrippiane,Typ. Haeredes Arnoldo Birckmanni, 1575; Madrid, Imp. Joaquín Ibarra, 1768, ed. y pról. de Enrique Flórez); De formandis sacris concionibus, seu de interpretatione Scripturarum populari libri III, Antuerpiae, Apud Haeredes Arnoldi Birckmanni, 1565 (Coloniae Agrippiane, Typ. Haeredes Arnoldo Birckmanni, 1575; ed. de Enrique Flórez, Madrid, Tip. Antonio Marín, 1768); Conciones in Evangelia et Epistolas, quae in praecipuis et aliis totius anni festis diebus populo in Ecclesiam proponi solent, Parisiis, Apud Michaelem Sonnium, 1565 (Antuerpiae, 1565; Antuerpiae, Apud Antonium Tylenium, 1566; Parisiis, Apud Michaelem Sonnium, 1566; Parisiis, Apud Michaelem Sonnium, 1567; Antuerpiae, Typ. Christophori Plantini, 1567; Antuerpiae, Typ. Christophori Plantini, 1568, Lugduni, 1568; Venetiis, 1568; Lugduni, Apud Guilielmum Ronillium, 1568; Antuerpiae, Apud Antonium Tylenium, 1569; Antuerpiae, Typ. Christophori Plantini, 1569; Parisiis, Apud Michaelem Sonnium, 1570; Parisiis, Apud Michaelem Sonnium, 1577; Parisiis, Apud Michaelem Sonnium, 1578); Phrases Scripturae Sacrae omnibus qui Sacras Scripturas in publicis scholis profitentur, vel privatim intelligere optant, vel in Ecclesiis inter concionandum populis eas interpretantur, admodum utiles ac necessariae, Antuerpiae, Typ. Viudae & Haeredum Ioannis Stelsij, 1570; “Correspondencia de Lorenzo de Villavicencio”, en Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España, t. 37, págs. 35-42, 553-564; t. 38, pág. 56; “[Cartas, memoriales, informes, discursos, etc., de fray Lorenzo de Villavicencio en su estancia en los Países Bajos]”, en G. de Santiago Vela, Ensayo de una Biblioteca Ibero-Americana de la Orden de San Agustín, vol. VIII, Madrid, Imp. Asilo de Huérfanos del Sagrado Corazón de Jesús, 1931, págs. 324-336.

 

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Rafael Lazcano González

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