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Antonio Cortés Lladó

Biografía

Cortés Lladó, Antonio. Villa de Gracia (Barcelona), 13.V.1887 – Sevilla, 8.II.1981. Médico, catedrático, cirujano.

Estudió el bachillerato en Barcelona decantándose ya por entonces por las ciencias en general y la biología y la botánica en particular. Realizó los estudios de Medicina en la Universidad de Barcelona, demostrando desde el primer año su entrega a la facultad y posteriormente en el Hospital Provincial y Clínico, siendo alumno interno por oposición en la cátedra de Cirugía. Estuvo en el Hospital de la Santa Cruz y San Pablo de Barcelona entre los años 1907 y 1911, volcándose en este último en la realización de su tesis doctoral. En 1912, obtuvo por la Universidad Central de Madrid, el título de doctor tras la lectura y defensa de la tesis Fundamentos y resultados de los tratamientos médicos del cáncer. Durante el período 1911-1916 fue ayudante de clases prácticas en la Facultad de Medicina y en 1916 fue designado de forma interina profesor auxiliar de Cirugía. Fue alumno del profesor Ramón Torres Casanova, al que siempre consideró su maestro en la Cirugía. En 1917, tras realizar dos oposiciones a cátedras sin resultado positivo, fue pensionado por la Junta de Ampliación de Estudios en París durante un año, para estudiar las novedades en cirugía plástica facial, especialidad totalmente desconocida en España en esos momentos. Allí aprendió, entre otras cosas, a operar el labio leporino y tuvo la oportunidad de trabajar profundamente en todo lo relativo a la cirugía de guerra.

En 1918 ganó las oposiciones a la cátedra de Patología Quirúrgica de Salamanca, y fue trasladado al año siguiente a la cátedra de igual denominación en Sevilla, en la cual permaneció hasta su jubilación.

Durante el curso 1919-1920 fue encargado de la asignatura de Anatomía Topográfica y Operaciones en la misma facultad. Aunque su intención era concursar u opositar de nuevo a Barcelona, no se dan las circunstancias y se quedó definitivamente en Sevilla, donde echó profundas raíces.

Cortés Lladó fue un gran cirujano en una época en que la cirugía general se circunscribía solamente a la del aparato digestivo y a las urgencias. En aquellos años desarrolló en Sevilla la traumatología y la neurocirugía a alto nivel, y aunque no dejó de ser un gran cirujano general, destacó especialmente en el campo de la cirugía ortopédica, siendo, asimismo, un innovador en el área de la cirugía plástica. Sus trabajos sobre injertos óseos tuvieron honda repercusión, resaltando en sus estudios que para obtener éxito en los mismos era necesaria la rapidez, el mínimo traumatismo y el encaje correcto del injerto en el lecho correspondiente.

Además de sobresalir por su gran condición técnica, fue un excelente organizador y sobre todo docente.

Sus clases eran un deleite por su capacidad expositiva, produciendo una importante atracción en todo aquel que le escuchaba. Cartesiano en la estructura de la clase, se adornaba de lo mejor de la escuela francesa en el discurso. Creó una magnífica escuela de cirujanos de la que salieron grandes figuras de la cirugía andaluza, destacando entre otros sus discípulos Cristóbal Pera Jiménez y Ramón Vila Arenas. Su formación en Francia, su mentalidad innovadora y su capacidad creadora le llevó a renunciar al conformismo que por entonces se vivía en muchas facultades españolas. A pesar de la incomprensión de las autoridades luchó denodadamente en el hospital de la facultad, Hospital de las Cinco Llagas, para conseguir mayores recursos para la enseñanza y la asistencia, sin renunciar a la experimentación animal, lo que le costó innumerables enfrentamientos con la administración sanitaria, si bien, y a pesar de todo, consiguió innumerables beneficios para el Hospital de la Facultad de Medicina.

Su espíritu emprendedor le llevó además a crear junto a Blas Tello, afamado médico sevillano, una clínica privada que denominaron Clínica Santa Isabel, en la que realizó una cirugía tan avanzada como la que se hace en cualquier centro avanzado de España. Hoy esta clínica sigue existiendo.

Gran publicista, su producción científica fue muy importante. Además de participar y presentar comunicaciones y ponencias en congresos nacionales e internacionales, publicó innumerables trabajos sobre distintas materias, si bien destacan los orientados hacia la traumatología, especialidad en la que gozó de un prestigio extraordinario.

Sus trabajos principales lo fueron sobre el tratamiento quirúrgico de las artrosis, de las fracturas trocantéreas, de las pseudoartrosis y sobre consideraciones acerca de la ortopedia y traumatología.

Sin embargo, también cultivó la cirugía general, publicando interesantes artículos sobre las apendicopatías, circulación periférica o cirugía del bazo.

Fue, en definitiva, un cirujano completo que fue reconocido como tal no sólo en Sevilla, sino a nivel nacional e internacional.

Fue presidente de la Asociación Nacional de Cirujanos durante el período comprendido entre 1953 y 1959, presidente de la Sociedad Médica de Hospitales. Fue además miembro de la Academia de Cirujanos de París, de la Sociedad Belga de Cirujanos, de la de Ortopedia de París y miembro de honor de la Academia de Lyon. En 1971, Cortés Lladó fue propuesto como delegado español en la Sociedad Internacional de Cirugía. Una vez jubilado, aceptó el cargo de inspector provincial de la Cruz Roja donde realizó una gran labor que le llevó a la presidencia de la Cruz Roja de Sevilla. Por su gran labor al frente de dicha institución, recibió la Medalla de Oro de la Cruz Roja Española, la Medalla de Honor y el nombramiento de miembro de la Asamblea Suprema.

Recibió diversos galardones entre los que destaca la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio, la Gran Cruz de Sanidad, la Medalla de Plata al Mérito del Trabajo, la Medalla de Oro del Real Colegio de Médico de Sevilla y el Premio Virgili de la Asociación de Cirugía de Barcelona. Fue miembro de honor de las Reales Academias: Nacional de Medicina y de la de Barcelona.

En 1927 ingresó como académico de número en la Real Academia de Medicina de Sevilla con su discurso Valor de la osteosítesis cruentas en el tratamiento del mal de Pott, de la cual fue más tarde su presidente durante dieciocho años. En 1974 fue nombrado académico de honor de la Real Academia de Medicina de Barcelona.

 

Obras de ~: Cirugía plástica facial, Madrid, Plus Ultra, 1919; “Problemas médicos y quirúrgicos que plantean las septicemias”, “Septicemias quirúrgicas con foco de origen osteo-articular” y “Nueva intervención quirúrgica para el tratamiento de ciertas pseudoartrosis”, en Actas de las Jornadas Médicas Españolas, Zaragoza, Artes Gráficas E. Berdejo Casañal, 1944; “Valoración pronóstica de las intervenciones sobre el simpático en los trastornos de la circulación periférica”, en Actas de las Jornadas Médicas Españolas, Madrid, Bolaños y Aguilar, 1946; Estado actual del tratamiento quirúrgico de los cánceres de colon, Madrid, Imprenta José Luis Cosano, 1951; “Algunas consideraciones sobre la vía de acceso en las apendicectomías difíciles”, en Revista Española de Enfermedades del Aparato Digestivo y de la Nutrición, 11 (1952), págs. 356-366; “Fracturas trocantéreas de fémur”, en III Congreso Nacional de Cirugía, Granada, Imprenta Urania, 1953; Medicina y cirugía: La enseñanza quirúrgica del médico general, Sevilla, Universidad, 1955; “Evolución y estudio actual de la Ortopedia y Traumatología”, en Anales de la Real Academia de Medicina, 87 (1970), págs. 437-471; Algunos problemas de la fisiopatología del tejido óseo y la llamada osteítis esencial, Barcelona, Real Academia de Medicina de Barcelona, 1974.

 

Bibl.: J. González-Meneses y Jiménez, Discurso de contestación a la recepción del Dr. Antonio Cortés Lladó, Sevilla, Real Academia de Medicina de Sevilla, 1927, págs. 77-82; M. Zarapico Romero, “Recuerdos del Profesor Cortés Lladó en el Centenario de su nacimiento”, en Memorias Académicas de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Sevilla, 1987, págs. 91-101; M. Díaz-Rubio, 100 médicos españoles del siglo xx, Madrid, You & Us, 2000; J. M. Montaña, “Cortés Lladó, Antonio”, en Diccionario de Ateneístas, vol. I, Sevilla, Ateneo de Sevilla, 2003, págs. 114-115.

 

Manuel Díaz-Rubio García