Ayuda

Jerónimo Abarrategui y Figueroa

Biografía

Abarrategui y Figueroa, Jerónimo. Madrid, 15.VI.1653 – Coria (Cáceres), 1.V.1719. Clérigo regular teatino (CR) de San Cayetano, fundador del Colegio Universitario de la Orden en Salamanca, declarado venerable por la Iglesia Católica.

Fue hijo de Antonio Abarrategui y Figueroa, caballero de la Orden de Santiago y gentilhombre del rey Felipe IV, y de Antonia de Espinosa. Desde párvulo fue educado por su abuela materna, que le puso un maestro de primeras letras con quien estudió Gramática Española, Latín, Retórica y otras materias durante unos siete años. Siendo un muchacho continuó su educación en el convento de Madrid de la Orden religiosa de los teatinos de San Cayetano.

Murió su abuela materna. Y, con veinte años, pidió ingresar como religioso clérigo reglar, recibiendo un primer rechazo, quizás por su alcurnia, pero él “ahogado de gemidos y lágrimas, y el espíritu tan helado [...]” (Torres Villarroel, pág. 22) consiguió por fin su entrada, tomando el hábito de la “Real y Venerable Casa de Santa María del Favor, en Madrid”, en diciembre de 1673. Poco trabajó con él el maestro de novicios, por su buen carácter, virtudes e inteligencia. Hizo su profesión religiosa el 3 de marzo de 1675. Estudió Filosofía, después, Teología.

Y “salió un Theólogo moral, humilde, docto, Santo y puro en la inocencia de la Theología sin mezcla de metaphysicas impertinencias” (Torres y Villarroel, pág. 30). Recibió las órdenes sagradas del presbiterado, sin conocimiento de fecha. Enseguida, de forma inusual, se le señaló como primer destino el de maestro de novicios. Poco después, la Orden puso los ojos en él para acometer el proyecto de fundar una casa de estudios en Salamanca. Allí fue con el padre Antonio Ventimiglia (natural de Palermo, Sicilia).

También fue el hermano lego Francisco Rodríguez.

Estos dos llegaron primero a Salamanca.

Fray Jerónimo llegó a Salamanca el 1 de diciembre de 1683. Fundóse el colegio como casa de estudios de Sagrada Teología de los profesos. Se instaló en una vieja casa vecina del Colegio del Rey, que se compró a los Capellanes Reales de San Marcos: se construyó una reducida iglesia, y al abrirse al culto predicaron varios canónigos del cabildo en señal de hermandad y de congratulación. Con el primer cargo de prefecto de estudios logró el padre Abarrategui atraer bastantes jóvenes profesos y dio una formación tan profunda, que en unos años consiguió la conversión de la casa de estudios en uno de los mejores colegios universitarios en la doctísima Ciudad de Salamanca.

Con el rango de colegio fue nombrado Abarrategui rector del mismo por un trienio, como era habitual entonces. Transcurrido el trienio, quedó de profesor, ejerciendo de confesor de religiosas y apostolado con enfermos por las mañanas, predicador por las tardes.

Volvió a ser rector al menos dos trienios más. Mientras, se extendió por Salamanca su fama de santidad.

Unos le llamaban el apóstol; otros, El cazador de las almas, y todos, El santo. Todos los años iba a Alba de Tormes a visitar el cuerpo de Santa Teresa de Jesús.

Transcurrido el tiempo de su dedicación a la cátedra y al rectorado, preparaba su alma con la práctica de la penitencia y la mortificación y el ejercicio de las virtudes de fe, esperanza y caridad.

La última etapa de su vida tuvo un sesgo especial.

Comenzaba el año 1719, y fray Jerónimo había cumplido los sesenta y ocho años, llevaba treinta y seis en Salamanca, no tenía buena salud y se preparaba a morir en la ciudad del Tormes. La noble familia de los Gamarras le había pedido varias veces que los acompañase a San Pedro de Alcántara, próximo a Coria (Cáceres). Insistieron pero él les dijo: “Fuerte cosa es querer Vuesas Mercedes que vaya a morir fuera después de treinta y seis años de habitación en Salamanca”. Porfiaron ante el rector del colegio y éste, escuchándoles por ser personas ilustres, devotas y bienhechoras, quiso persuadirle, contestándole éste: “estoy viejo, me hallo con alientos para morir y vuestra Reverencia no se canse, que como no me lo mande por obediencia no he de salir de Salamanca” (Torres Villarroel: 125-126). El padre rector resolvió imponerle el mandato por obediencia y fray Jerónimo marchó gozoso a Coria, pasando antes por el sepulcro de Santa Teresa de Jesús, en Alba de Tormes, despidiéndose de ella hasta verse en la Gloria juntos.

Llegó a Coria el 27 de abril de 1718 y lo aposentaron en casa de Manuel Núñez Gamarra, arcipreste de Calzadilla, antiguo alumno suyo en Salamanca.

Fueron a la iglesia, oró devotamente, besó el suelo, volvió a la casa, acompañó en la mesa a los anfitriones, rezó sus oraciones, y a las ocho de la noche le asaltó de repente un ataque de apoplejía, con signos tan fatales, que puso a los médicos en la desesperación, mientras el enfermo les decía: “Amigos, no me coge de susto ni desprevenido la noticia de mi muerte [...]” (Torres Villarroel: 130).

Pidió confesarse y lo hizo con fray Juan de Jesús, guardián del convento de franciscanos. Dos franciscanos le acompañaron en la noche. A la mañana siguiente se le dio la Extremaunción. Corrió por Coria la noticia y la calle se llenó de gentes que, incluso, pugnaban por entrar en la casa. Tres escribanos dieron fe de estos hechos. El 1 de mayo llegó a la casa el corregidor, Pablo Moreno de Moreda, con sacerdotes y religiosos. Fray Jerónimo entregó su alma a las nueve de la noche. Vióse en estos hechos un claro caso de premonición de la propia muerte. Se le enterró de una forma suntuosa y pública. Comenzaron a correr noticias de casos milagrosos. Enterada la ciudad de Salamanca, embargó el ánimo de sus habitantes. Se le hicieron funerales, con predicaciones. La Iglesia Católica lo declaró venerable.

 

Bibl.: L. Briceño Fernández de Córdoba, Oracion fúnebre, que en las honras que se celebraron el dia quatro de Mayo de este año de 1720 en el Colegio de San Cayetano de esta Universidad de Salamanca, por el V. y M. R. P. D. Jerónimo Abarrategui y Figueroa [...], Salamanca, María Estevez, Viuda, 1720; D. de Torres Villarroel, Vida Exemplar, y Virtudes de el Venerable Padre Geronymo Abarrategui y Figueroa, Clerigo Reglar Theatino de S. Cayetano, y Fundador del Colegio de Salamanca de San Cayetano, y San Andres Avelino, de la misma Religión. Dedicada al Illmo. Sr. Dean y Cabildo de la Sta. Iglesia Cathedral de Coria. Escrita por el Doct. Don Diego de Torres Villarroel, del Gremio, y Claustro de la Universidad de Salamanca, y su Cathedratico de Prima de Matematicas, Salamanca, Imprenta de Antonio Villarreal y Torres, 1749 (2.ª ed., 1751; 3.ª ed., 1752; 4.ª ed., 1794; 5.ª ed., 1798; El Padre Don Jerónimo Abarrátegui, C. R.: Fundador y Primer Rector del Colegio Salmantino de los Clérigos Regulares (Teatinos), ed. de A. Veny Ballester, Palma de Mallorca, 1978); L. Ballesteros Robles, Diccionario biográfico matritense, Madrid, Imprenta Municipal, 1912, pág. 1; A. Oliver, “Abarrategui y Figueroa, Jerónimo”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, vol. I, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) – Instituto Enrique Flórez, 1972, pág. 1; Index Bio-Bibliographicus Notorum Hominum, vol. 1, Osnabrück, Biblio Verlag, 1974, pág. 70; F. Aguilar Piñal, Bibliografía de autores españoles del siglo XVIII, vol. I, Madrid, CSIC – Instituto Miguel de Cervantes, 1981, pág. 720, n.º 5.100; “Abarrategui y Figueroa, Jerónimo”, en J. Arbués Villa y G. Fatás Cabeza (dirs.), Gran Enciclopedia de España, vol. I, Zaragoza, Gran Enciclopedia de España, 1990, pág. 15.

 

Fernando Rodríguez de la Torre

Relación con otros personajes del DBE

Biografías que citan a este personaje

Personajes citados en esta biografía