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Gundemaro

Biografía

Gundemaro. Flavius Gundemarus Rex. ?, s. m. s. vi – Toledo, 19.II.612-15.III.612. Rey de España (610- 612).

Desgraciadamente no existen noticias ni de Gundemaro ni de su familia con anterioridad a su subida al trono. Lo único que con bastante seguridad se puede decir es que Gundemaro formaba parte de la facción nobiliaria que en otro tiempo había apoyado al rey Witerico (603-610), así como de los que dentro de la misma protagonizaron el complot que terminó violentamente con la vida de este último en un banquete en abril del 610. Un grupo del que también había formado parte el conde septimano Bulgar, del que se han conservado unas muestras de la relación epistolar con Gundemaro, cuando éste ya era Rey. El que los conjurados pudieran ponerse rápidamente de acuerdo en la elevación de Gundemaro al solio real habla a favor de suponer para él y su familia una posición prominente en el seno de la nobleza goda de la época.

Pero resultaría sumamente arriesgado pensar a partir de ahí en una relación de linaje entre Gundemaro y la desaparecida dinastía del segundo reino burgundio, que tenía como elemento onomástico básico al formante Gund-. Una tal relación de parentesco explicaría la enemistad profunda con la Corte burgundia de Teodorico II (595-612) y Brunequilda, que podían temer las aspiraciones e intrigas del godo en el seno de la vieja nobleza burgundia. Curiosamente, aunque esa enemistad con los merovingios de Borgoña había surgido en el 607, y bajo forma de una vendetta familiar con el godo Witerico, no habría desaparecido con el asesinato de éste y la evidente participación en el mismo del nuevo monarca Gundemaro.

También se ignora todo lo relacionado con la familia de la esposa de Gundemaro, la reina Ildoara, que fallecería algún tiempo antes de éste.

Precisamente el acontecimiento del reinado de Gundemaro mejor conocido, gracias al epistolario del duque de la Narbonense Bulgar, es el enfrentamiento con la Corte merovingia de Burgundia, dirigida por Teodorico II y por su intrigante madre, la princesa goda Brunequilda. Frente a éstos el monarca godo mantuvo la política de su antecesor, Witerico, de amistad y alianza con los merovingios rivales de aquéllos: Teudeberto de Austrasia y Clotario II de Neustria.

Por intermedio de Bulgar se enviaron subsidios a Teudeberto en previsión de un ataque de los ávaros, apoyados por los borgoñones. Y el mismo Bulgar ocupaba las localidades de Juvignac y Corneilhan, antaño cedidas a Brunequilda por Recaredo como rescate de la vendetta forzada por la participación del godo en la triste suerte de Hermenegildo e Ingunda.

Gundemaro también mantuvo la política de Witerico respecto de Bizancio. La terrible crisis del imperio, con los inicios de la rebelión de Heraclio y el avance imparable de los ejércitos sasánidas sobre territorio bizantino, facilitaron una actitud agresiva de Gundemaro frente a las posesiones bizantinas en el sur y levante peninsulares. Los esfuerzos godos debieron plasmarse militarmente en la zona de Levante.

Aunque lo más importante sería su preparación y acompañamiento con una política de propaganda destinada a ganarse para su causa a la jerarquía episcopal de la provincia bizantina y a afirmar la irrenunciable voluntad del reino godo de conquistar ese territorio.

Dicha propaganda se plasmó en la declaración conjunta de Gundemaro y un gran número de obispos de todo el reino en octubre del 610, afirmando el carácter indivisible de la antigua provincia romana y eclesiástica de la cartaginense y la capitalidad de la sede metropolitana de Toledo para la misma.

Distinta de la de Witerico sería la política de Gundemaro frente a las poderosas noblezas laica y eclesiástica del reino. La citada declaración de octubre del 610 venía a limitar las prerrogativas del Soberano, criticando así veladamente la política de su antecesor, causa sin duda de su asesinato. De modo que el monarca godo renunciaba a nombrar en el futuro a los obispos contra los intereses de la jerarquía episcopal.

Sin duda que esta actitud pactista del Monarca habría de ayudarle mucho a poder terminar sus días en paz, falleciendo de muerte natural.

 

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Luis Agustín García Moreno

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