Casanova i Comes, Rafael. Moyá (Barcelona), ¿1660? – San Baudilio de Llobregat (Barcelona), 1743.
Último conseller en Cap de la ciudad de Barcelona.
Rafael fue el quinto de los once hijos que tuvieron Rafael Casanova, un payés y comerciante acomodado de Moià que ocupó el cargo de subveguer de la comarca, y María Comes. Cursó estudios de Derecho en la Universidad de Barcelona y obtuvo el doctorado en Derecho civil y canónico. En 1696 contrajo matrimonio con María Bosch i Barba, hija de un droguero barcelonés que disponía de importantes propiedades en San Baudilio de Llobregat. El matrimonio fijó su residencia en Barcelona y tuvo cuatro hijos. La esposa murió en 1704.
Rafael Casanova ejerció de abogado junto a los prestigiosos profesionales Miquel Lorell y Pere Mártir Pons i de Llorell. El 25 de enero de 1706, cuando Cataluña ya se hallaba bajo el dominio del pretendiente Carlos III el archiduque, Casanova fue elegido conseller tercero de Barcelona, en sustitución del fallecido Jacint Lloreda. Entre otras atribuciones debía procurar el abastecimiento de la ciudad. Por razón del cargo, Casanova debió emplearse a fondo en la defensa de Barcelona frente al ataque fallido de las tropas borbónicas a principios de abril. Es posible que el título de “ciudadano honrado” que recibió del archiduque, el 6 de febrero de 1707, respondiera a los méritos que contrajo durante el sitio. El 25 de julio de 1708 se encontraba entre los representantes del Consell de Cent barcelonés que se trasladaron a la ciudad de Mataró para recibir a la princesa Elisabet Cristina de Brunswick, esposa del archiduque.
Concluido el período de ejercicio de representación municipal, Casanova reanudó su labor profesional en Barcelona, aunque siguió formando parte del Consell de Cent y, en consecuencia, participando en diversas embajadas de la ciudad, realizadas ante el archiduque o el capítulo catedralicio.
El abogado reapareció de forma significativa en la escena política, como ciudadano honrado, en las reuniones del Brazo real en la decisiva convocatoria de la Junta de Brazos de julio de 1713, para tomar una resolución acerca de la propuesta realizada por el virrey Starhemberg para que Cataluña capitulara ante las tropas de Felipe V. El Brazo real se mantuvo firme en la decisión de resistir frente a las tropas borbónicas, postura que finalmente adoptó el brazo militar pese a su negativa inicial. El 11 de julio Casanova era uno de los integrantes de la Junta secreta que debía deliberar sobre las operaciones militares. Su hijo Rafael Casanova Bosch fue alférez de un Regimiento de Infantería que destacó en la defensa de las comarcas del interior de Cataluña.
Ya en pleno bloqueo de Barcelona, Casanova asumió la cota máxima de responsabilidad política. En efecto: el 30 de noviembre de 1713 volvió a ser elegido conseller en Cap de la ciudad. El cargo implicaba el grado de coronel de la Coronela (la milicia urbana formada por los colegios y gremios) y el título de jefe militar de la plaza, aunque éste debía compartirlo con el teniente mariscal Antonio de Villarroel, comandante de las fuerzas imperiales. El coronel Pau de Thoar, gobernador del castillo de Montjuich también le disputó atribuciones militares. Ante el evidente conflicto de competencias, el 2 de enero de 1714, la Conferencia de los Comunes, formada por representantes del brazo militar, del Consell de Cent y de la Generalitat, aprobó que el conseller en Cap ejerciera de coronel, gobernador de la plaza y del fuerte de Montjuich. A pesar de las diferencias, Casanova y Villarroel sumaron sus esfuerzos no solamente para defender la ciudad, sino que, a finales de enero, incluso organizaron algunas salidas de las tropas para atacar a los sitiadores en sus trincheras. Además, Casanova mantenía el contacto con las partidas austracistas que actuaban en el interior del principado.
Pero el dominio casi completo del territorio catalán por parte de las tropas borbónicas, a excepción de Barcelona y Cardona —y, eventualmente, de otros enclaves gracias a la acción de los fusileros austracistas—, originó una crisis política entre los resistentes, resuelta mediante la cesión provisional del mando por parte de la Generalitat al Consell de Cent de Barcelona, el 26 de febrero de 1714. La Generalitat, al no controlar el territorio y no disponer ni de hombres ni de recursos para continuar la guerra, se vio obligada a aceptar el inevitable protagonismo de la Coronela, la fuerza militar mejor organizada, y del Consell de Cent, aunque fue creada una Junta consultiva nombrada por la Generalitat y el brazo militar. De este modo, Casanova se convertía en la primera autoridad política al concentrar los cargos de conseller en Cap, jefe de la Coronela y presidente de la Junta de guerra. A partir de aquel momento multiplicó su actividad asistiendo a los consejos de guerra, respondiendo a las proposiciones enemigas de rendición y arbitrando medidas diarias para la defensa de la ciudad. Dichas tareas se acrecentaron a partir del mes de julio de 1714 con la llegada de las tropas francesas del duque de Berwick, que abrieron múltiples brechas en las murallas de la ciudad. Ante el imparable avance borbónico, Casanova decretó la movilización de todos los hombres a partir de los catorce años.
Junto con Villarroel supo frenar el envite de las tropas borbónicas entre el 12 y el 14 de agosto. Cuando Berwick, el 3 de septiembre, les instó a rendirse, el conseller en Cap y Villarroel se mostraron partidarios de negociar un armisticio de doce días que permitiera recomponer fuerzas y recibir un esperado envío de provisiones de Mallorca, a la vez que hiciera posible una ofensiva del comandante Antoni Desvalls desde el interior de Cataluña, al mando de trece mil hombres.
Pero la Junta de gobierno decidió, por amplia mayoría, proseguir la lucha. Cuarenta mil hombres estaban dispuestos para el asalto de Barcelona, defendida por unos 5.500 hombres, encuadrados, en su mayor parte, en la Coronela, mientras que otros 50.000 soldados borbónicos controlaban el resto del territorio.
El enfrentamiento, cuerpo a cuerpo, tuvo lugar en la madrugada del 10 al 11 de septiembre, en las calles y las casas cercanas a la muralla del populoso barrio de la Ribera. El baluarte de San Pedro fue reconquistado once veces por los resistentes. Casanova, que llevó a cabo una actividad frenética, enarboló la bandera de Santa Eulalia, patrona de la ciudad, para capitanear un contraataque desesperado. Fue entonces cuando cayó herido de un balazo en el muslo y cedió la bandera a Juan de Lanuza, conde de Plasencia, protector del brazo militar. El conseller fue trasladado al hospital de la Mercè y posteriormente al antiguo hospital de la Santa Creu, donde consta como fallecido el día 11; pero, en realidad, Casanova fue conducido a San Baudilio de Llobregat. El comandante Villarroel, también herido, decidió rendir la ciudad, a las dos de la tarde del día 11, decisión que apoyó Casanova.
El retiro en San Baudilio ahorró al conseller en Cap una persecución segura que se abatió implacablemente contra otros dirigentes de la resistencia como Antonio de Villarroel o Sebastià Dalmau, aunque no le libró del secuestro de sus bienes. En el año 1715, el que fuera conseller en Cap ejercía de nuevo como abogado (actividad que prolongó hasta 1734) y fijó su residencia en Barcelona hasta 1737, momento en que se estableció definitivamente en San Baudilio de Llobregat. Algunos autores han apuntado que mantuvo conexiones con los resistentes austracistas, que prolongaron sus actividades durante los años posteriores a la caída de Barcelona conjuntamente con los exiliados en Viena.
Rafael Casanova, al tratarse de la máxima autoridad política que dirigió la resistencia heroica de 1714, ha sido inmortalizado como el defensor de las libertades catalanas en la Guerra de Sucesión. Con motivo de la Exposición Universal de Barcelona (1888) el Ayuntamiento le dedicó una estatua, obra de los escultores Manuel Fuxà i Rossend Nobas que se convirtió, a partir de 1891, en el punto de encuentro de la manifestación anual del 11 de septiembre en honor de los resistentes. Al cumplirse el segundo centenario de la efeméride, el Ayuntamiento proyectó un nuevo monumento al conseller en Cap en el punto aproximado donde éste cayó herido (en el cruce de la Ronda de Sant Pere y la calle de Ali-Bey), obra del arquitecto Soler i March y del escultor Josep Llimona, que fue inaugurado en 1916. Pero la estatua fue retirada durante la dictadura de Franco entre 1939 y 1977. A partir de la restitución en el mismo emplazamiento, los catalanes, año tras año, rinden homenaje al conceller.
Bibl.: J. R. Carreras i Bulbena, Villarroel, Casanova, Dalmau. Defensors heroics de Barcelona en el setge de 1713- 1714, Barcelona, Editorial Barcelonesa, 1912 (ed. Barcelona, Barcelonesa d’Edicions, 1995); J. M. Casassas, Rafael Casanova (Noticia biográfica), Barcelona, Editorial Barcino, 1931; S. Albertí, L’Onze de Setembre, Barcelona, Albertí, editor, 1964; C. Serret i Bernús, Rafael Casanova i Comes. Conseller en Cap, Sant Boi de Llobregat, Ajuntaments de Moià, Barcelona i Sant Boi de Llobregat, 1996; E. Lluch, Las Españas vencidas del siglo xviii. Claroscuros de la Ilustración, Barcelona, Crítica, 1999.
Joaquín Albareda Salvadó