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Carlos de Grunenbergh

Biografía

Grunenbergh, Carlos de. Bruselas (Bélgica), 16.III.1638 – Sicilia (Italia), 2.II.1696. Coronel del Ejército, ingeniero alemán al servicio de los reyes Felipe IV y Carlos II.

Tanto Carlos como Fernando eran los hijos del matrimonio formado por el ingeniero Carlos de Grunenbergh, nacido en el condado de Cleves, e Isabel Clara Spazina.

Tras la Paz de los Pirineos firmada con Francia en 1659, llegaban los coroneles Grunenbergh procedentes de Flandes para incorporarse a los ejércitos de Felipe IV como expertos en fortificaciones. Pertenecían a una familia de ingenieros militares que, aunque instalada en los Países Bajos, provenía del norte del estado de Westfalia.

Aunque no se conocen los aspectos concernientes a su formación como ingenieros, es posible que esta se llevase a cabo en el ámbito familiar de la mano de su padre. La presencia de los Grunenbergh en la corte española se constata por primera vez en una comunicación fechada el 30 de octubre de 1656, en la cual se hace referencia a la estancia de uno de los hermanos y del padre de la familia, combatiendo en el ejército español en la provincia portuguesa de Entre Douro e Minho. Unos años después se encontraban Carlos y Fernando de Grunenbergh, ya sin ninguna mención al padre, en el frente del Miño, en Galicia, donde construían, entre otros, los fuertes de Goyán, La Guardia y Monterrey.

En un asiento real fechado el 30 de agosto de 1660, Felipe IV concedía a Carlos de Grunenbergh la merced de ascenderle a coronel en “atención al celo con que havia venido de Portugal a Castilla para servir en las ocasiones que se ofreciese y deseando remunerarle esta firmeza para que lo continuase en el ejército de Extremadura”.

La presencia de Carlos de Grunenbergh en la Corte de la Monarquía está documentada desde 1660. Junto a su hermano Fernando permaneció allí varios años de forma intermitente, ya que compaginaron su trabajo en las defensas de Galicia con su presencia en Madrid. En la capital de España, estuvieron concentrados en un proyecto de navegación artificial del río Manzanares, para unir la villa con Toledo. Fue entonces cuando los Grunenbergh fueron destinados a informar del estado de los puestos marítimos y las fortificaciones de Galicia, bajo las órdenes del marqués de Viana. En julio de 1661 el Consejo de Guerra ratificaba el nombramiento de ambos, para que sirviesen en Galicia como ingenieros de fortificaciones. En 1663 el capitán general de Galicia les encargaba la inspección y estudio de la ría de Arosa, y los hermanos Grunenbergh informaban de que era suficiente con la fortificación de la isla de Sálvora.

Los ingenieros alemanes estuvieron presentes en las defensas de las rayas húmeda y seca del Miño, desde La Guardia y la torre de Lapela hasta Verín en Orense. Así mismo trabajaron en las fortificaciones de Vigo, Bayona –“de los que levantaron planta”– y asistieron en las obras de defensa de los puertos de Muros, La Coruña, Ferrol y en la modernización de los fuertes de Monzón, Salvatierra, castillo de Santiago Carrillo, en Medos, San Miguel de los Reyes y Amorín. Su obra más importante en Galicia fue el primer recinto del Castro que corona la cima del mismo nombre y desde el que se domina la ciudad y el acceso a la bahía de Vigo, realizado en 1665, así como su unión con el castillo de San Sebastián, mediante un camino cubierto. Respecto al valle de Verín, único camino para un ejército entre Galicia y Portugal por Orense, construían el castillo de Monterey, al que dotaban de un primer recinto abaluartado y de una atalaya que defendía la única fuente que suministraba agua a la plaza. Los Grunenbergh, como se ha señalado, simultanearon sus ocupaciones en el frente gallego con su presencia en la Corte, con el fin de defender y poner en marcha el proyecto de canalización artificial del Manzanares.

Su propuesta para hacer navegable el Manzanares desde la otra parte del Pardo hasta Toledo, sin duda su proyecto más personal, en el que mostraban sus conocimientos hidráulicos, adquiridos seguramente en sus países de origen, Alemania y Flandes. El resultado de dicha propuesta se concretaba, finalmente, en un Memorial firmado en Madrid en 1668. En sus páginas los ingenieros señalan las ventajas de la existencia de puertos marítimos o ríos, como factor fundamental para el desarrollo económico de la nación. El Memorial constituye un documento de gran interés pues supuso el origen del canal iniciado en la década de 1770, que permitía vislumbrar los grandes proyectos de navegación fluvial acometidos en España durante el periodo de la Ilustración.

En 1669, una vez presentado el Memorial en Madrid, tras la negativa del Consejo de Guerra para permitirles volver a Flandes, se les daba nuevo destino en el reino de Nápoles, a la sazón el mayor suministrador de tropas para los tercios. Hacia 1670 se trasladaba a Carlos de Grunenbergh a Italia, primero a Nápoles, junto con su hermano Fernando, y después a Sicilia, como ingeniero mayor del reino, al servicio del príncipe de Ligne, etapa que transcurre entre los años de 1671 y 1674. En lo que respecta a Nápoles, se concretaba en la supervisión de algunas obras de fortificación en los puertos de la isla, aportando soluciones para disminuir los gastos de su ejecución, y donde quedaba Fernando al frente de las mismas.

Como se ha señalado anteriormente, en 1671 Carlos de Grunenbergh se trasladaba a Sicilia con el fin de poner en buen estado las fortificaciones de la isla ante la amenaza turca. El detonante era la toma de Candia (actualmente Heraclión, Creta) por los turcos en 1669, lo que significaba una nueva fase de tensiones bélicas entre la monarquía católica y el imperio otomano. A ello se unía el peligro derivado de las seculares pretensiones francesas sobre el reino de Sicilia. Ante la apremiante situación se le encomendó el gobierno del virreinato a Claude Lamoral, príncipe de Ligne, al que precedía una gran reputación como político y militar, dada la necesidad de acometer un programa de fortificación. El virrey solicitaba entonces la presencia en Sicilia de un ingeniero práctico en estos trabajos con el propósito de inspeccionar el estado de las defensas. La corona, tras valorar a otros candidatos, designaba a Carlos de Grunenbergh como ingeniero mayor del reino, procedente de Nápoles, para proyectar y dirigir las obras más urgentes.

Supeditada la labor constructiva a la urgencia de las necesidades defensivas, en el periodo que abarca desde 1671 hasta 1674, se dio comienzo en primer lugar a las obras de la ciudad de Trapani, donde proyectó la torre de Ligne en la entrada del puerto, y de la isla Fariñana, posiciones cercanas a Palermo. Además, Grunenbergh iría adelantando las trazas de las fortificaciones de las plazas situadas en la costa oriental, Siracusa, Augusta y, en especial, Catania, que presentaba una situación muy vulnerable al quedar indefensa por los daños causados en sus murallas tras la erupción en 1669 del Etna. Dentro del plan de fortificaciones realizadas por Grunenbergh, y que quedó como uno de sus últimos proyectos, estaba la ciudadela de Mesina, en el que se aprecian algunas de las principales características del primer periodo de la Escuela española de Bruselas, como sus extensas falsabragas (prácticamente un recinto exterior a la plaza) y sus caminos cubiertos con redientes.

En julio de 1674, tras la marcha del príncipe de Ligne del virreinato, se producía el levantamiento de la ciudad de Mesina, con el apoyo de Luis XIV, contra Carlos II y la presencia española. Carlos de Grunenbergh tuvo un papel importante como ingeniero al servicio de la corona del rey católico, participando en la defensa de la ciudad desde el inicio del conflicto, y en el sitio de Lombardello, la defensa de la Escaleta y otros episodios de la de la guerra contra los insurrectos. De hecho, el ingeniero, el 17 de septiembre de 1674, pasaba al castillo de San Salvador de los Griegos, situado en el extremo de la península que cierra la bahía de Mesina, con la misión de defender la única posición de la ciudad que permanecía en poder de los españoles. Desde allí solicitaba al virrey, marqués de Bayona, el envío de gastadores y soldados con el fin de excavar un foso que circunvalara las defensas exteriores del Castillo y mantener el control de un enclave de alto valor estratégico. La falta de ayuda y la tardanza de la armada de España enviada para socorrer la exigua tropa española, hizo que Grunenbergh rindiese el castillo el 8 de octubre. El ingeniero, junto con otros mandos del Salvador, fue llevado preso por los rebeldes al castillo de Castelazo y después por los galos a la Provenza francesa, donde permaneció hasta febrero de 1676. A su regreso a Sicilia fue procesado por la entrega de la fortaleza del Salvador, si bien en 1678 quedó eximido de toda culpa.

Tras la finalización del proceso, Carlos de Grunenbergh volvía de nuevo a Nápoles, donde formaba parte de la Junta de Ingenieros, encargada de estudiar la mejor solución para corregir los problemas producidos por la construcción de la nueva dársena en el puerto de la ciudad.

Desde finales de los años setenta, simultaneando los trabajos de las fortificaciones sicilianas, Grunenbergh estuvo presente en la modernización de las defensas de la isla de Malta, donde, tras la toma de Creta por los turcos, se habían instalado los Caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalén a instancias de Carlos V. Hasta allí viajó el ingeniero con licencia del virrey de Sicilia los años 1681, 1687 y 1698, para ocuparse de las mejoras de las fortificaciones de La Valeta. El coronel alemán propuso la mejora de los castillos de San Telmo, Sant’Angelo y Ricasoli. También planteó mejoras en la zona de la Floriana, línea de fortificaciones que circunvalaba la ciudad por el frente de tierra. En San Telmo proyectó la ejecución de un caballero para custodiar la entrada a la bahía, aumentando la capacidad de tiro desde el interior. En Sant’Angelo, situado en la península de Birgu, frente a la de La Valeta, llevó a cabo la construcción de varias líneas de baterías que elevaron el muro del frente exterior del castillo, dominando el canal de acceso al puerto. En la cara opuesta del fuerte, Grunenbergh abrió una puerta en el muro de la fortaleza que permitía la entrada de efectivos a resguardo del fuego enemigo.

En 1686 el conde de Santisteban encargó varias obras apologéticas de su gobierno y de las ventajas de la restitución del poder español en Sicilia. Para ello ordenó la recopilación del Teatro Geográfico Antiguo y Moderno del Reyno de Sicilia, convertido en un homenaje al propio Grunenbergh, pues en sus páginas se exaltaba la memoria del ingeniero que obtuvo la fama y la gloria a través de su obra. El Teatro se enmarca en el conjunto de las recopilaciones llevadas a cabo por los técnicos que trabajaron al servicio de la corona en Sicilia. Compuesto por 99 ilustraciones, puede considerarse un ejemplo excepcional y singular dentro del conjunto de atlas o teatros, como eran llamados en la época.

Finalmente, Grunenbergh fue particularmente activo después del terremoto de 1693 cuando, como colaborador del duque de Camastra, diseñó y dirigió obras de reconstrucción masiva en todo el este de Sicilia, ocupándose, no solo de las fortificaciones como las de Siracusa y Augusta, sino también de la reorganización urbana de numerosos centros habitados, incluido Catania.

Murió el 2 de febrero de 1696 en Sicilia, siendo enterrado, según su última voluntad, en la iglesia de la Orden de los Caballeros de San Juan de Jerusalén de la ciudad de Mesina.

 

Obras de ~: Memorial que los coroneles don Carlos y don Fernando de Grunenbergh han dado a su Majestad tocante a la proposición que tenían hecha de rendir navegable à Mançanares desde la otra parte del Pardo hasta Toledo en que se manifiestan los motivos que tuvieron para aver hecho dicha proposición, Madrid, 1668 (reimpr., Madrid, 1747).

 

Fuentes y bibl.: Instituto de Historia y Cultura Militar, Colección Aparici.

J. R. Soraluce, Castillos y fortificaciones de Galicia: arquitectura militar de los siglos XVI-XVIII, La Coruña, Fundación Barrié, 1985; J. López Muiños, Algunos aspectos de la Ingeniería Militar española y el Cuerpo Técnico, Madrid, Ministerio de Defensa, 1993; M. Silva Suarez (ed.), Técnica e Ingeniería en España. II: El siglo de las Luces, De la ingeniería a la nueva navegación, Zaragoza, Real Academia de Ingeniería - Institución “Fernando el Católico”, 2005; A. Cámara Muñoz, “Esos desconocidos Ingenieros”, en Los Ingenieros Militares de la Monarquía Hispánica en los siglos XVII y XVIII, Madrid, Ministerio de Defensa y Asociación Española de Amigos de los Castillos, 2006; N. Aricò, “Carlos de Grunenbergh e le città ioniche del Teatro Geográfico Antiguo y Moderno del Reyno de Sicilia (1686)”, en LEXICON: Storie e Architettura in Sicilia, 7 (2008), págs. 23-36; D. Romero Muñoz, La navegación del Manzanares: el Proyecto de Grunenbergh, Madrid, Fundación Juanelo Turriano, 2015; D. Romero Muñoz, Carlos de Grunenbergh. Un Ingeniero Alemán al servicio de Felipe IV y Carlos II, tesis doctoral, Madrid, UNED, 2019; D. Romero Muñoz, Carlos de Grunenbergh: un ingeniero alemán al servicio de Carlos II en Sicilia, Madrid, CEDEX, 2020.

 

Juan Carrillo de Albornoz y Galbeño

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