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Juan Manuel de Cagigal de la Vega y Montserrat

Biografía

Cagigal de la Vega y Montserrat, Juan Manuel de. Santiago de Cuba (Cuba), 31.III.1738 – Valencia, 28.VIII.1808. Teniente general, gobernador, caballero de la Orden de Santiago.

Hijo de Vicenta Antonia Montserrat (o Monserrate) y del marqués de Cagigal, Francisco Antonio de Cagigal de la Vega (1691-1777), que fue virrey interino de Nueva España y capitán general de la isla de Cuba. Abrazó muy joven la carrera de las armas, como “cadete a su costa” del Regimiento de Portugal (29 de noviembre de 1745) y del batallón de La Habana (20 de enero de 1748). Bajo la tutela de su padre ascendió a capitán de infantería (29 de julio de 1749) y a teniente coronel (10 de mayo de 1754) del citado Regimiento de la Habana. En 1760 pasó con su padre a Nueva España (México), en calidad de ayudante del virrey su padre, y con el mismo fue a España, una vez terminado el virreinato. Declarada la guerra contra Inglaterra y Portugal, el joven Cagigal pidió servir en ella, primero como edecán del teniente general Francisco de Cagigal, su padre, en el regimiento de infantería de Vitoria, coto cerrado tradicional de la familia Cagigal, y después, a las órdenes del marqués de Sarriá, alcanzando distinguidos honores (caballero de la Orden de Santiago) y elogios en 1762 y hallándose en las principales acciones de aquella campaña. Ascendió a coronel de infantería (agosto de 1762) y se le dio, hecha la paz, en 1763, el mando del regimiento de Victoria.

En 1766 se distinguió en Orán al frente del regimiento de infantería del Príncipe, creado a expensas suyas y de su padre, y vuelto a la península, desempeñó diversas comisiones, y fue después parte, con el grado de brigadier de infantería (27 de diciembre de 1773), lo mismo que Victorino de Navia y Luis de las Casas, de la infructuosa expedición contra Argel en 1775, mandada por el conde de O’Reilly. Al año siguiente (1776) se unió a sus dos primos Juan Manuel y José Cagigal de la Vega y Martínez Niño, a petición de Pedro Cevallos, a la expedición a la isla de Santa Catalina que acaudilló éste, cuyo objeto era desalojar a los portugueses de los establecimientos del Río de la Plata. Habiendo regresado a la península en julio de 1778, fue nombrado comendador de Ballesteros (orden de Calatrava) el 14 de agosto de 1778, e ingresó al año siguiente (1779) en el ejército del marqués de la Torre, el cual, rotas las hostilidades contra Inglaterra, debía bloquear la colonia de Gibraltar.

A los cinco meses de compartir los horrores de aquel sitio y promovido a mariscal de campo (1 de junio de 1779), se le envió a Cádiz con el regimiento de Navarra, destinado a ser parte del ejército expedicionario que, a las órdenes de Victorino de Navia, debía ir al socorro de las posesiones de Ultramar, inquietas con motivo de la guerra de la independencia de los Estados Unidos. Antes de partir, contrae matrimonio con María del Rosario Mata Linares. Llegados a La Habana, tras penosa navegación, el 4 de agosto de 1780, Cagigal, siempre en solicitud de combates, halló modo, con detrimento de otro jefe a quien correspondía, de concurrir con su regimiento a la expedición contra Pensacola (Florida), coincidiendo nuevamente con su primo Juan Manuel Cagigal de la Vega y Martínez Niño, que a las órdenes de Bernardo de Gálvez salió el 19 de abril de 1781 del puerto de La Habana. El intrépido Cagigal, el primero que penetró en la brecha de aquella plaza, después de otros actos de valor, fue promovido a teniente general (el 23 de agosto de 1781 con 45.000 reales de salario anual) y, herido en una de sus audaces acometidas, regresó a La Habana en noviembre de 1782 para tomar posesión de la capitanía general de Cuba, que, en comisión extraordinaria, le había sido concedida desde el 12 de febrero del año anterior (1781).

Apenas en posesión de este empleo, no permitiéndole su carácter estar en paz, venciendo mil dificultades, preparó una expedición para desalojar a los ingleses del archipiélago de las Bahamas. Al frente de ella salió de La Habana el 22 de abril de 1782 con dos mil hombres en cuarenta transportes, y después de tomar New-Providence, Narbona y demás enclaves marítimos de aquel archipiélago, logró expulsar a los británicos de todas las posesiones que allí ocupaban, tomando el 7 de mayo posesión del castillo y plaza de Nassau, cuya guarnición, prisionera de guerra, se trajo a La Habana, dejando en su lugar una española. Ante el temor de que la inglesa a las órdenes de Lord Rodney intentase un ataque contra La Habana, desprovista de defensa, Cagigal decidió regresar prontamente a ella, y llegó a Matanzas muy a tiempo para impedir un desembarco del inglés, que ya amenazaba la capital. Con la colaboración del pueblo, se organizaron las milicias, se cubrieron de armas y parapetos las defensas de la plaza y se levantaron con ayuda de mil negros varias fortificaciones provisionales, formándose, además, un campo atrincherado con las tropas regresadas de Nassau. Rodney se retiró (agosto) después que, bordeando algunos días a la vista de la costa, halló todos los puntos en que amagó desembarcar perfectamente cubiertos por la actividad de Cagigal.

Libre ya de toda zozobra por el exterior, Cagigal, puro militar y nada interesado por los asuntos administrativos, quiso atender al bienestar interior de su gobierno; mas para esto la historia lo declara tan incompetente cuanto era apto para mandar tropas y asaltar fortalezas: “La lectura de un expediente —dice un historiador—, hasta la vista de un papel manuscrito, le daba sueño, y fue poco feliz en el gobierno político”. Entregó totalmente a sus asesores el despacho de los asuntos generales y fue capitán general sólo para hacer cumplir las órdenes del Rey.

Entre los hombres a quienes cálidamente entregó su confianza, se hallaba un teniente coronel del ejército de Navarra, natural de Venezuela, llamado Francisco Miranda (Caracas, 1750 – San Fernando (Cádiz), 1816), con quien le unía estrecha amistad desde años atrás, hombre célebre después como protoindependentista.

Miranda intervino activamente en los asuntos del momento, como en los socorros en dinero enviados a Rochambeau para el sitio de Yorktown.

Habiendo sido enviado en comisión a Jamaica para negociar un canje de prisioneros y en misión de espionaje, se excedió en sus facultades y comprometió al general Cagigal, cargando de géneros de contrabando la misma goleta que le condujo a Kinsgton y remitiéndolos a Batabano, de acuerdo con varios especuladores de La Habana, incluido el mismo Cagigal.

Tenían Cagigal y Miranda muchos enemigos y noticioso el intendente Uriza del suceso, los denunció a la Corte de Madrid, acusando al capitán general de mala administración y de “favorecedor de contrabando” entre aquella isla y la de Cuba.

El 29 de diciembre de 1782 llegó a La Habana el mariscal de campo Luis Unzaga con cargo de relevarlo y remitirlo a Guárico (Santo Domingo), a disposición del conde de Gálvez, para ser allí retenido por el regente de Guatemala, Antonio de Uruñuela, quien, conforme a las órdenes recibidas de Gálvez, remitió a Cagigal a Cádiz, donde fue confinado en el castillo de Santa Catalina. Allí estuvo más de cinco años hasta que, en su exaltación al trono, el rey Carlos IV, en enero de 1789, lo rehabilitó en consideración a no haber delinquido, sino por exceso de mal empleada confianza en un subalterno, pero sin empleo, “siendo, sin embargo, indisputable su pureza y desinterés”. Carlos IV, para demostrar su buena voluntad y su confianza en el notable militar, le dijo que escogiera él mismo el empleo que podría desempeñar a partir de ese momento. Y Cajigal, que había pasado más de un quinquenio en prisión por una acusación falsa, respondió al rey Carlos IV de la mejor manera posible, y respondió que no quería nada, sólo quería pelear por su patria y dar más gloria a España, haciendo gala de lealtad sincera, desinterés y patriotismo. Poco después pide licencia para trasladarse a Madrid con medio sueldo, a defender su causa en el Consejo de Indias, siendo agregado el ejército de Madrid el 29 de julio de 1789. El proceso fue larguísimo con réplicas violentas de Cagigal y no lo resolvió el Consejo de Indias hasta 1799, dando una sentencia favorable para Cagigal y Miranda, quien hacía años estaba en el extranjero dedicado a su labor revolucionaria.

Poco después estalló la guerra contra la República Francesa y Cagigal tomó parte voluntariamente y, a pesar de su edad, combatió con su valor acostumbrado.

Fue destinado al ejército que se reunió en la frontera de Irún, a las órdenes de Ventura Caro.

Fue divisionario del ejército de campaña del Pirineo Oriental, participando en la batalla de Perpiñán (17 de julio de 1793), y poco después consiguió que se le confiara el mandato de la división de vanguardia. Terminadas las operaciones por la Paz de Basilea (1795), pidió retiro en Valencia con el grado de teniente general (1797), donde fue gobernador y capitán general interino en las ausencias y enfermedades de los titulares, Luis Francisco Urbina y Joaquín Fonsdeviela. En 1799, alegando “notoria pobreza”, consigue que el tesorero del ejército de Valencia le adelante 30.000 reales y el 6 de febrero de ese año se une al ejército que se junta en Mallorca para la reconquista de Menorca.

En junio de ese año es nombrado gobernador del Campo de San Roque, pero vuelve a pedir el retiro en Valencia (15 de marzo de 1800), donde todavía fue gobernador, capitán general del Reino y presidente de la Audiencia interinamente (1800), donde lo hallaron los sucesos de 1808, adhiriéndose con entusiasmo a la causa nacional. En resumen, el mariscal de campo Juan Manuel Cajigal y Monserrate, teniente general de los Reales Ejércitos, héroe de la expedición a Argel y del enfrentamiento con Portugal en Buenos Aires, triunfador en Pensacola, conquistador de las Bahamas, glorioso guerrero en la campaña del Rosellón ganando seis batallas campales, llegó a ser uno de los más brillantes jefes militares cubanos de todos los tiempos, murió en Valencia en 1808, a los 75 años de edad y “63 de continuos servicios al Rey y a la Patria”, según la necrológica de la Gazeta de Madrid del 4 de noviembre siguiente.

 

Bibl.: F. Calcagno, Diccionario biográfico cubano, New York-La Habana, Imprenta de Nestor Ponce de León - D.E.F. Casona, 1878-1896; R. Ezquerra, “Cagigal, Juan Manuel”, en G. Bleiberg (dir.), Diccionario de Historia de España, t. I, Madrid, Alianza Editorial, 1981, págs. 631-632; E. Torres Cuevas, “Cuba y la independencia de los Estados Unidos una ayuda olvidada”, en Tebeto: Anuario del Archivo Histórico Insular de Fuerteventura, 5, 1 (1992), págs. 321-362; VV. AA., Personajes de la Historia de España, Madrid, Espasa Calpe, 1999; F. Andújar Castillo, El sonido del dinero: monarquía, ejército y venalidad en la España del siglo XVIII, Madrid, Marcial Pons, 2004, pág. 287.

 

Antonio Astorgano Abajo