Justiniano Chavarri, Juan Vicencio. Génova (Italia), 1616 – Quito (Ecuador), c. 1672. Vecino de Guatemala, luego de Panamá y, finalmente, de Quito.
Alcalde ordinario, regidor y alférez del Cabildo de Panamá, comisario general de la Caballería de Tierra Firme, minero, armador con naves por el Pacífico, mercader, general.
Juan Vicencio Justiniano Chavarri (o Chiavari), nació en Génova, viajó a Guatemala acompañando a su tío Antonio María Justiniano Chavarri y con otros primos, donde se establecieron y prosperaron en los negocios en la primera mitad del siglo XVII. Antonio María era el jefe del clan y, mientras amasaba fortuna, instaló a sus sobrinos en cargos de gobierno en diferentes partes de Centroamérica, como a un sobrino de sólo diecinueve años, que consiguió nombrar alcalde mayor de San Salvador, provocando protestas entre los vecinos. Juan Vicencio viajó a Panamá como agente del clan, donde se encontraba ya establecido en 1640, cuando declaró en una información sobre el habilidoso mulato escribano Manuel Botacio Grillo, que aspiraba al título de notario. Antepuso el título de alférez y declaró ser de Génova, vecino de la ciudad de Guatemala y a la sazón “estante en la ciudad de Panamá”. Decía tener veintisiete años, de modo que habría nacido hacia 1616.
Hombre emprendedor como pocos en el Panamá de su tiempo, acumuló una sólida fortuna, ingresó al funcionariado y entroncó con la elite local. En 1643 fue elegido alcalde ordinario de Panamá. A partir de ese año se desempeñó como comisario general de la Caballería. Explotó minas en Veragua y descubrió un yacimiento aurífero, aunque poco productivo, al que dio su nombre (“el charco Justiniano”); invirtió en un proyecto para el mejoramiento del camino de Cruces; tenía embarcaciones de altura navegando en el Pacífico, y fue exitoso mercader en las ferias portobeleñas, donde actuó como agente mercantil de su familia.
Para almacenar las mercancías de su trato y las de otros mercaderes, tenía alquilada en Panamá en 1645 una bodega de El Taller por 800 pesos anuales.
En 1654, siendo ya “comisario y capitán de la caballería de este reino” (Tierra Firme), firmó un asiento o contrato con el presidente de la Audiencia de Quito para abrir una ruta desde la costa del actual Ecuador hasta Quito, desde donde pudieran bajar alimentos a Panamá. En Quito los productos eran muy baratos y quedaba más cerca de Panamá que los valles peruanos, tradicionalmente la principal fuente de abastecimiento del istmo. En dos bajeles suyos, Justiniano descubrió la ruta deseada: salía del puerto de Gorgonilla siguiendo por el río Mira y se llegaba hasta la provincia de Caraque y la villa de San Miguel de Ibarra, situada a sólo catorce leguas de Quito. Por este camino se llegaba a Panamá en doce días.
La necesidad de abrir una fuente alternativa de alimentos para Panamá, que dependía mayoritariamente de los valles peruanos, surgió desde mediados del siglo XVII. Esto tuvo su origen en las frecuentes crisis de subsistencias ocasionadas por la política del virrey del Perú, conde de Salvatierra (1648-1655), que impedía la salida de embarcaciones con alimentos de los valles a fin de evitar la fuga de la plata cuando no se celebraban ferias en Portobelo, entonces cada vez más espaciadas y erráticas. Esta política fue continuada por su sucesor.
Esta ruta era conocida como “Camino de Quito” o “Camino de Esmeraldas”. Esta ruta nunca llegó a utilizarse de manera regular en vida de Justiniano, pese a las reclamaciones panameñas, cuyas crisis alimentarias no cesaban, y a que todavía en 1667 el contrato de Justiniano seguía vigente. Pero el camino no llegó a construirse hasta el siglo XVIII, aunque entonces funcionó sólo de manera precaria. Fue esta empresa la que más le concitó el reconocimiento de los vecinos y por lo que más se le recuerda. Para esa época llevaba el título de general y hasta entonces nunca se había molestado en naturalizarse.
Juan Vicencio Justiniano casó con Francisca de Herrera y de la Riba Agüero. El más notable de sus hijos fue Matías Justiniano Chaverri y Herrera, nacido en Panamá, una de cuyas hijas, Manuela Justiniano y Herrera, casó en 1716 en Panamá con Gaspar Pérez Buelta, oidor de la Audiencia de Panamá (con título del 31 de agosto de 1708) e hijo del oidor Gaspar Pérez Buelta y Lorenzana e Isabel Fernández de Alguerdo.
Juan Vicencio Justiniano emigró a Quito con su familia, donde, según el obispo Lucas Fernández de Piedrahita, “murió pobre”. Pero tras el ataque de Morgan en 1671, su hijo Matías regresó a Panamá con una compañía de Infantería, instalándose con su familia de manera permanente.
Este linaje hincó hondas raíces en el país. Matías casó con una Vásquez Meléndez, con quien tuvo dos hijos varones y dos niñas: Nicolás, casado con Antonia Villaverde y Carrillo y muerto en 1767, había servido desde 1739 como regidor en el Cabildo de Panamá; Juan Francisco, muerto en 1805; Simeona, que casó con Jorge Gregorio Montoya, tesorero de Real Hacienda, y Josefa, que casó con Francisco Valdés, también tesorero de Hacienda, hijo de Cayetano Valdés y Carmen Tambino. La hija de este matrimonio, María de las Mercedes Valdés, casó con Juan Bautista Urriola Echeverz, con lo cual este linaje emparentó con este poderoso clan, que dominó la escena panameña hasta la década de 1760. Juan Bautista era hijo de Antonia de Echeverz Romero y Juan de Urriola González, uniéndose a la vez por la sangre con los herederos de Romero Parrilla. De hecho, el vínculo de este linaje con los Urriola fue aún más allá. Matías Justiniano Chaverri y Herrera llegó a Panamá con un hermano de nombre Juan, cuya hija Juana Justiniano casó con Tomás de Urriola en primeras nupcias.
Juan y Matías firmaban con sus tres apellidos, a saber, Justiniano, Chavarri y Herrera, y ya en 1710 debieron ser figuras de mucho prestigio, pues encabezaban la nómina de vecinos que protestaron porque el presidente interino Joseph Larrañeta (o La Rañeta) encerró en prisión a la mayor parte de los capitulares.
Matías empezó su carrera pública en Panamá como capitán de una de las compañías milicianas, luego fue regidor del Cabildo, hasta que se retiró de la vida pública en 1738, año en que probablemente murió, ya muy anciano. En 1680 fue aspirante al alguacilazgo mayor de la Audiencia, al que había renunciado Jorge Antonio de Prado.
Fuentes y bibl.: Archivo General de Indias (Sevilla), Junta de Hacienda de 8 de noviembre de 1652 sobre la composición del camino que va de Panamá a San Francisco de Cruces, Contaduría 1489; Carta del Cabildo de Panamá, de 20 de junio de 1643, Panamá 57; Decreto expedido en Panamá sobre el alquiler de El Taller, de 16 de enero de 1645, Panamá 19; Carta del obispo Lucas Fernández de Piedrahita, Panamá, 23 de diciembre de 1678, Panamá 101; Panamá 147; Consulta del Consejo de Indias, Madrid, 28 de enero de 1654, Panamá 50.
G. Lohmann Villena, Los Americanos en las Órdenes Nobiliarias, t. II, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1947, págs. 213-216; M. J. Macleod, Spanish Central America, A Socioeconomic History, 1520-1720, University of California Press, 1976, págs. 188, 321 y 356-358; F. H idalgo Nistri, El camino a Esmeraldas: Un proyecto de desarrollo interregional (1550-1957), tesis doctoral, Sevilla, Universidad, 1995; A. Castillero Calvo, La peor crisis del siglo XVII, Panamá, Editorial Universitaria Carlos Manuel Gasteazoro, 2003, págs. 35-37; Sociedad, Economía y Cultura Material, Historia Urbana de Panamá la Vieja, Buenos Aires, Editorial e Impresora Alloni, 2006, págs. 436, 698-699 y 821- 822.
Alfredo Castillero Calvo