Núñez Morgado, Aurelio. Santiago de Chile (Chile), 30.IX.1885 – 3.XII.1951. Político, ingeniero y diplomático chileno.
Cursó la enseñanza media en el Liceo de Aplicación y la carrera de ingeniero civil en la Universidad de Santiago, recibiendo el diploma profesional en 1911. Ingresó en la Administración pública siendo nombrado jefe de la Comisión de Puertos, donde llevó a cabo importantes estudios sobre la habilitación de los de Arica y Talcahuano. A partir de 1914 ascendió a la dirección de la Junta de Obras del puerto de Valparaíso. Tras realizar varios viajes de estudios por Argentina y Uruguay, dirigió las obras de ampliación del puerto de Antofagasta y efectuó el trazado de la carretera de Valparaíso a Viña del Mar.
Desde 1925 hasta 1933 fue senador de la República, y, al año siguiente, el presidente Alessandri le nombró embajador extraordinario y plenipotenciario en España. Al estallar la Guerra Civil, Núñez Morgado asumió el decanato del Cuerpo Diplomático, por ausencia del nuncio y del embajador argentino. Muy pocos jefes de misión decidieron continuar en Madrid, pues la mayor parte de los embajadores acreditados ante la República española prefirieron instalarse en San Juan de Luz. Desde un primer momento, destacó la actividad del embajador chileno que organizó reuniones casi diarias —en el verano de 1936— con el resto de representantes extranjeros, levantando actas de sus sesiones, con el objetivo de aunar esfuerzos en materia humanitaria y presentar cierta unidad de criterio del Cuerpo Diplomático. Junto a otros representantes hispanoamericanos, Núñez Morgado intentó impulsar un plan de paz entre los dos bandos en litigio, bajo el arbitraje de las repúblicas americanas, y trató de evitar el asesinato del duque de Veragua y de otros descendientes directos de Cristóbal Colón, infructuosamente. Al mismo tiempo, visitó cárceles y se preocupó por salvar la vida a numerosas personas, destacando su defensa y organización del asilo diplomático en Madrid, que fue ejercido por la mayor parte de las misiones extranjeras. La embajada de Chile llegó a amparar a más de dos mil trescientas personas a finales de 1936, salvándolas de la represión del Frente Popular.
La política de asilo tenía una gran tradición en Hispanoamérica, y el propio presidente chileno —Alessandri— había logrado el asilo político de la embajada española en 1931. Por eso, el Gobierno chileno no se opuso, en principio, a que su representante se encargara de gestionar los intereses de súbditos alemanes, salvadoreños y guatemaltecos, indefensos ante el reconocimiento que sus respectivas naciones hicieron de la España nacional. Cuando llegaron noticias a Madrid del asedio del Alcázar de Toledo, Núñez Morgado intentó gestionar el traslado de las mujeres y niños que se hallaban en el edificio, bajo el amparo de la bandera chilena, puesto que la prensa republicana pronosticaba la caída final de sus defensores. Los esfuerzos fueron, sin embargo, inútiles, pese al apoyo de la Cruz Roja.
Si en un primer momento el ministro de Estado, Augusto Barcia, decidió aceptar las actividades humanitarias del Cuerpo Diplomático, su sustituto en septiembre de 1936, Julio Álvarez del Vayo, decidió impedirlas, poniendo todo tipo de obstáculos en lo posible. Núñez Morgado se enfrentó al ministro republicano, denunciando las sacas de presos, las actividades de las checas, los paseos a civiles y la represión en su territorio, por lo cual Álvarez del Vayo solicitó al Gobierno chileno el traslado de su embajador en numerosas ocasiones. No obstante, continuó al frente del Cuerpo Diplomático, cuya unidad fue erosionada al llegar a Madrid el primer embajador soviético, M. Rosemberg, con su séquito. Para acentuar el carácter humanitario de su actuación, Núñez Morgado criticó los bombardeos de la aviación franquista sobre la capital, proponiendo a los dos bandos el acotamiento de un espacio libre de bombardeos, que fue rechazado finalmente.
A comienzos de 1937, el embajador intentó gestionar la evacuación de los asilados en las embajadas y legaciones de forma general, pero Álvarez del Vayo impuso un acuerdo parcial y particular con cada una de las misiones extranjeras. El ministro republicano no perdonó al diplomático chileno que introdujera el tema de los asilados en los debates de la Sociedad de Naciones, erosionando la imagen democrática del Frente Popular.
Finalmente, el Gobierno chileno cedió a las presiones de la España republicana y concedió permiso indefinido a su embajador, para evitar que fuera declarado persona no grata. Como compensación, las autoridades republicanas aceptaron la evacuación de un pequeño número de asilados bajo pabellón chileno. El 21 de abril de 1937, fecha de su marcha hacia Francia, Núñez Morgado fue objeto de un vejatorio registro de su equipaje en el aeropuerto de Valencia por varios policías y milicianos, bajo la acusación de espionaje, originando uno de los incidentes diplomáticos más sonados del año y que supuso, entre protestas, gestiones y compromisos, el retraso en cuatro días de su salida de España. La consiguiente protesta del embajador chileno fue defendida por sus homólogos de Polonia, Gran Bretaña, Turquía, Francia y Argentina, sin resultados, ante el Ministerio de Estado.
A partir de su polémica salida, Núñez Morgado comenzó a denunciar la política represiva del Frente Popular a través de conferencias y publicaciones en Europa y América. Por el amparo otorgado a ciudadanos alemanes, sin representación diplomática en Madrid desde noviembre de 1936, Berlín le condecoró con la Cruz de la Orden al Mérito del Águila con estrella; y el 18 de julio de 1940, el Gobierno español le agradeció su política humanitaria mediante la concesión de la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica, siendo homenajeado en numerosos actos por sus antiguos refugiados. En 1949 defendió —en el foro político chileno— la necesidad de mantener las relaciones diplomáticas con España por su decidido anticomunismo, criticando la postura de aislamiento defendida por algunos gobiernos en las Naciones Unidas, pese al clima de “Guerra Fría” imperante en el mundo. Tras su muerte, se realizaron varios eventos oficiales, en Madrid, en memoria del embajador chileno.
Obras de ~: The fate of the last descendants of Christopher Columbus, 1938 (inéd.); Los sucesos de España vistos por un diplomático, Buenos Aires, Gráficos Argentinos L. J. Rosso, 1941; “La révolution espagnole et le droit d’asile”, en M. A. F. Frangulis (dir.), Dictionnaire Diplomatique. Académie Diplomatique Internationale, vol. IV, Paris, 1948, págs. 382-386.
Fuentes y bibl.: Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores (Madrid), Condecoraciones, r. 4.904/98; Estado, r.
567, r. 672, exp. 10, 11 y 12.
A. Figueroa, Memorias del recluso Figueroa, Zaragoza, Librería General, 1939; R. Marín, Chile y la intervención en España, Santiago de Chile, Imprenta de El Imparcial, 1946; J. Rubio, Asilos y canjes durante la Guerra Civil Española, Barcelona, Planeta, 1979; J. E. Vargas, J. R. Couyoundjian y C. G. Duhart, España a través de los informes diplomáticos chilenos, 1929-1939, Santiago de Chile-Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), 1994; C. Garay Vera, Relaciones tempestuosas. Chile y España (1936-1940), Santiago de Chile, Universidad Pontificia, 2000; A. M. Moral Roncal, El asilo diplomático en la Guerra Civil Española, Madrid, Actas, 2001; “Chile ante la Guerra Civil Española: la cuestión del asilo diplomático (1936-1940)”, en Cuadernos de Investigación Histórica, 20 (2003), págs. 239-267.
Antonio Manuel Moral Roncal