Bello Lasierra, José. Pepín Bello. Huesca, 12.V.1904 – Madrid, 11.I.2008. Testigo de la Generación del 27.
José Bello Lasierra, conocido como Pepín Bello, fue testigo excepcional de la vida cultural española de las décadas de 1920 y 1930, a la cual contribuyó con su ingenio, su participación en los cenáculos literarios y artísticos, y su amistad con los escritores de la Generación del 27. Nacido en el seno de una familia burguesa acomodada, fue el segundo de siete hermanos, y desde niño le inculcaron el amor por el arte y la literatura. De su madre, Adelina Lasierra Campaña, heredó ese don de gentes que tanto le caracterizó. Su padre, Severino Bello Poëyusan, ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, era aficionado a la pintura y desempeñó un importante papel en su formación. Su amistad con el célebre político regeneracionista Joaquín Costa facilitó el ingreso de su hijo en el centro educativo más prestigioso del momento en España, la Residencia de Estudiantes de Madrid, buque insignia de la Institución Libre de Enseñanza. Pepín inició allí su bachillerato en 1915 y a partir de 1921, la carrera de Medicina. En la Residencia trabó estrecha amistad con Luis Buñuel, Salvador Dalí, Emilio Prados, Federico García Lorca y Rafael Alberti, todavía genios en ciernes, y conoció a las figuras literarias e intelectuales más importantes del momento, como Juan Ramón Jiménez, Miguel de Unamuno, Antonio y Manuel Machado, Pío Baroja, Ramón María del Valle-Inclán, José Ortega y Gasset, Gregorio Marañón, Manuel Azaña, Julián Besteiro o José Bergamín, entre otros. Durante sus años de estudiante, José Bello se envolvió de lleno en las actividades de su grupo de amigos, y participó en la vida intelectual de la Residencia y en el escenario vanguardista cultural de Madrid, donde fue asiduo de las tertulias literarias organizadas en los famosos cafés de Pombo, Fornos, Regina, La Granja del Henar, el Suizo o el Colonial, que presidía Rafael Cansinos Asséns. Dentro del ambiente lúdico del momento, Pepín fundó, junto con Buñuel, Lorca y su hermano Francisco, la Noble Orden de Toledo, cuyos miembros, tras ser iniciados en una noche de borrachera en la que debían vagar por las calles toledanas, solían rendir periódico homenaje a la ciudad con visitas y reuniones histriónicas.
A partir de 1927, José Bello pasó largas temporadas en Sevilla, abandonando sus estudios de medicina definitivamente durante el curso académico de 1928-1929. Tras colaborar con la Sociedad de Vías y Riegos, en 1929 fue nombrado delegado de Fomento en la Exposición Iberoamericana, pasando posteriormente a desempeñar el cargo de secretario de la Confederación del Guadalquivir hasta 1934.
Con el torero y escritor Ignacio Sánchez Mejías organizó una visita de los poetas del 27 a la capital hispalense para conmemorar el tercer centenario de la muerte de Luis de Góngora. En ese acto celebrado en una sala de la calle de Rioja, Pepín Bello tomó una fotografía con la que inmortalizó al grupo del 27. La ausencia de su imagen en ese retrato colectivo, contrarrestada por su presencia como autor del mismo, es reveladora del talante de su relación con la Generación del 27, de la cual ha sido siempre vivo reflejo y testimonio. Testigo y partícipe también de la historia española, se presentó sin éxito como candidato a diputado constituyente por Sevilla por el Partido Federalista, y en 1931 asistió, junto con Lorca y Sánchez Mejías, al primer acto público en apoyo de la República, presidido por Antonio Machado, Gregorio Marañón, Pérez de Ayala y Ortega y Gasset, celebrado en el teatro Juan Bravo de Segovia. Durante toda la Guerra Civil permaneció en Madrid junto a su familia y a su término se trasladó a Burgos, donde se encargó durante catorce años de una empresa familiar de pieles. Finalmente se instaló en Madrid, donde ha vivido siempre solo en una de las calles del barrio de Prosperidad.
Con una obra literaria exigua, según él mismo confiesa en sus entrevistas, reducida a algunos cuentos y artículos y a dos obritas de teatro de vanguardia, escrita una en colaboración con Luis Buñuel, Hamlet, y otra con Rafael Alberti, El pobre, Pepín Bello declara que “[su] mejor obra son [sus] amigos”.
Efectivamente, José se dedicó sobre todo a cultivar sus lazos cordiales con los escritores y artistas de la Generación del 27 y a fertilizar con sus ideas y ocurrencias las mentes de sus compañeros de la Residencia de Estudiantes. Ya en 1929, J. R. Masoliver caracterizó a Bello como “el aleccionador de los surrealistas españoles”. A él atribuye Buñuel el concepto-imagen del carnuzo (burro podrido) utilizada para representar a cualquier espítitu aburguesado y convencional, que luego se materializó en una escena de la película Un perro andaluz (1929), o se transformó en el “putrefacto” en la obra vanguardista y temprana de Dalí. Pepín fue, asimismo, inventor de bromas y términos ingeniosos como el de “ruismo” (tendencia a ir por las calles), según testimonia Alberti, y el creador de los “anaglifos”, un tipo de poemitas cómicos y absurdos que constaban de tres sustantivos, de los cuales el del medio debía ser siempre la gallina, y que prendieron como una fiebre entre los residentes. Su memoria filtrada a través de numerosas entrevistas ha dejado un valioso testimonio de una de las etapas más brillantes de la cultura española del siglo xx.
Presidente de honor de la Asociación de Amigos de la Residencia de Estudiantes, Pepín Bello recibió varios galardones importantes, como la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio (2001), la Medalla al Mérito de las Bellas Artes (2004) o el Premio Aragón (2004), en reconocimiento a una vida dedicada a mantener el recuerdo vivo de toda una generación de artistas y escritores.
Obras de ~: con L. Buñuel, Hamlet, 1927 (inéd.); “Cuento putrefacto”, en R. Santos Torroella, “Los putrefactos” de Dalí y Lorca: Historia y antología de un libro que no pudo ser, Madrid, Residencia de Estudiantes, 1995, pág. 62; con R. Alberti, El pobre, s. f. (inéd.).
Bibl.: J. R. Masoliver, [“Surrealismo español”], en Helix (Villafranca del Penedès), n.º 4 (mayo de 1929), pág. 7; R. Alberti, La arboleda perdida, México, Séneca, 1942; J. Moreno Villa, Vida en claro. Autobiografía, México, El Colegio de México, 1944; M. Aub, Conversaciones con Buñuel, Madrid, Aguilar, 1985; M.ª A. Mateo [“Entrevista a José Bello”], en Blanco y Negro, 26 de mayo de 1991, págs. 73-79; R. Santos Torroella, Dalí residente, Madrid, Publicaciones de la Residencia de Estudiantes, 1992; I. Gibson, La vida desaforada de Salvador Dalí, Barcelona, Anagrama, 1998; S. Dalí y F. García Lorca, Los putrefactos: dibujos y documentos (Exposición: Centre Cultural Caixa Catalunya, abril-junio de 1998), Madrid, Publicaciones de la Residencia de Estudiantes, 1998; A. Sánchez Vidal, Buñuel, Lorca, Dalí: El enigma sin fin, Barcelona, Planeta, 2004; D. Castillo y M. Sardá, Conversaciones con José “Pepín” Bello, Barcelona, Ediciones Anagrama, 2007; I. Vidal Folch, “Pepín Bello en la Pedrera”, en http:// www.residencia.csic.es/bol/num6/pepin.htm; H. Vázquez Rial [“Entrevista a Pepín Bello”], en http://www.webexpres.net/vazquez_rial/; http://www.elmundo.es/magazine/m84/ textos/bello1.html.
Carmen García de la Rasilla Ortega