Lozano Lozano, Juan. Jumilla (Murcia), 11.III.1610 – Yuste (Cáceres), 3.VII.1679. Agustino, arzobispo de Palermo.
El ascenso en la carrera eclesiástica de este fraile agustino se originó en su designación como confesor del marqués de Villafranca, quien le había escuchado impresionado durante uno de sus sermones. Con él marchó a Roma cuando Felipe IV nombró a Villafranca su embajador ante la Santa Sede, y bajo su protección realizaría toda su carrera eclesiástica.
En la Corte papal se difundiría su fama de elocuente orador sagrado. Precisamente, esa consideración llevaría a Inocencio X (1644-1655) a ofrecer en 1646 al joven agustino el púlpito de la basílica de San Pedro para comprobar personalmente la calidad de su mérito, lo que realizó con tanto éxito que, terminado su sermón, el mismo Papa eligió a Lozano como obispo de Tropea, en la región calabresa del reino de Nápoles.
Diez años después pasó a la diócesis de Mazara, en la isla de Sicilia, hasta que en 1668 Clemente IX (1667- 1668) le puso al frente de la Iglesia de Palermo, como su arzobispo. Allí coincidió con el marqués de Villafranca como general de las Galeras de Sicilia y, más tarde, como virrey de Sicilia (1674-1676).
En la capital siciliana, desempeñó una intensa labor pastoral de las que no fueron ajenas las obras de reparación y edificación de diferentes templos palermitanos.
Como hombre interesado por el mundo del arte, durante estos años continuó ampliando su valiosa colección pictórica, en la que se habían integrado cuadros pertenecientes al príncipe Filiberto de Saboya.
No obstante, el protagonismo político del arzobispo Lozano en Palermo vino dado por su actuación en junio de 1676 en la defensa de Palermo frente a la armada francesa, dentro de lo que se conoce como la Guerra de Mesina (1674-1678). Cuando las naves francesas se acercaron al puerto palermitano, Lozano ejercía la máxima autoridad civil en ausencia del virrey. Para evitar una sublevación de la ciudad, se opuso a distribuir armas a la población como le demandaban los líderes ciudadanos, lo que le convirtió en ese momento en el centro de las iras populares y le valió ser acusado de traición. A pesar de que volvería a ser recibido por la población semanas más tarde, el virrey acordó con el Monarca su salida de Sicilia.
A finales de ese mismo año regresó a España y fue nombrado obispo de Plasencia a la edad de sesenta y seis años. Murió poco después a consecuencia de un accidente cuando se encaminaba al monasterio de Yuste, donde está enterrado.
Bibl.: V. Auria, “Memorie varie di Sicilia nel tempo della ribellione di Messina”, en Biblioteca Storica e Letteraria di Sicilia, 6 (1870), págs. 1-205 (espec. pág. 51) (ed. facs., 1974); L. Guardiola Tomás, Historia de Jumilla, Murcia, Ayuntamiento, 1976, págs. 166-171; J. Cano Benavente, Murcianos de otro tiempo, Murcia, Real Academia Alfonso X el Sabio, 1986, págs. 239-242; F. Benigno, “Lotta politica e sbocco riboluzionario: riflessioni sul caso di Messina (1674-1678)”, en Storica, 13 (1999), págs. 7-56; L. Ribot García, La Monarquía de España y la guerra de Mesina (1674-1678), Madrid, Actas, 2002, págs. 586-594.
Julio D. Muñoz Rodríguez