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Eduardo Llanos-Cifuentes Álvarez de las Asturias

Biografía

Llanos-Cifuentes Álvarez de las Asturias, Eduardo. Corao, Cangas de Onís (Asturias), 12.VIII.1833 – 4.III.1927. Industrial, filántropo.

La larga vida de Eduardo Llanos se reparte entre su Asturias natal y la América española, donde vivió casi cincuenta años, constituyendo un caso llamativo dentro de la abundante emigración asturiana, por cuanto procedía de una ilustre familia y emigró con una buena preparación cultural, graduándose en estudios de Cálculo y Náutica en 1850, en el antiguo Real Instituto Asturiano, fundado por Jovellanos, en Gijón. Ese mismo año salió de Cádiz con destino a América, donde repartió su estancia entre Chile, principalmente, y Perú, y desarrolló su doble actividad: la industrial —como hombre de negocios— en la que se enriqueció; y la de beneficencia y filantropía.

Su integración en la vida económica americana se inició en Valparaíso en 1851, donde trabajó en los negocios financieros, en la Banca de Ossa y Escobar.

Allí residió veinticinco años para trasladarse a Iquique, en 1876, como vicecónsul de España y constructor de obras públicas municipales y participando en otros negocios relacionados con las riquezas de la zona: las explotaciones de fosfatos, nitratos y minas salitreras. En 1889, volvió a Europa y se instaló en Londres como representante general de la Compañía Granja y Cía. Nombrado presidente de la Cámara de Comercio de España en Londres, desde este puesto quiso impulsar el comercio entre el puerto de Gijón e Inglaterra para promocionar los productos asturianos, sobre todo el carbón.

Como benefactor, sobresale su integración en la vida social chilena y se resalta su gesto durante la Guerra del Pacífico —(1879-1883) desencadenada entre Chile, Perú y Bolivia por las explotaciones salitreras—, en la que Eduardo, simpatizante de la causa chilena, dio, con peligro de su vida, sepultura a los cadáveres de dos mandos chilenos, el capitán y el teniente del buque Esmeralda, lo que le granjeó, al fin de la contienda, el agradecimiento del pueblo chileno.

Pero fue su tierra natal y el mundo cultural asturiano quienes recibieron los mejores beneficios de su filantropía, la del enriquecido indiano que quiere relacionarse con su patria chica y afirmarse en su territorio de origen.

En el año 1897, hizo un viaje a su pueblo natal, Corao, y allí realizó su primera obra financiando la escuela de Corao-Castillo. Cuando se instaló definitivamente en su terruño, el año 1908, costeó la construcción de otra escuela, en Onao, barrio de El Palacio.

En el ámbito cultural sobresalen dos acciones suyas de importantísima trascendencia. La primera, el haber comprado para Julio Somoza la correspondencia cruzada entre Jovellanos y lord Vassal Holland, documentos de gran valor histórico y de continuo estudio y consulta para conocer aquella época crucial en la historia de España y, sobre todo, el pensamiento político de Jovellanos en sus últimos años. Y su financiación de la segunda edición de la Historia de la Universidad de Oviedo, en 1903, de Fermín Canella, obra esencial para la historia universitaria ovetense, puesto que en la Revolución de octubre de 1934 se perdió abundante documentación que sólo está recogida en la citada historia.

En esta misma línea de trabajos históricos financió en edición de lujo, en el año 1902, la Reseña histórica del Instituto Jovellanos de Gijón del egabrense Rafael Lama y Leña; y los Orígenes y estado de la Biblioteca del Instituto Jovellanos, de Jesús F. Martínez Elorza, bibliotecario y archivero de la Delegación de Hacienda de Oviedo.

Su colaboración financiera para dar a conocer Asturias gráficamente se concretó mediante la publicación de una serie de álbumes bajo el título Recuerdos de Asturias en distintos años, que ya había comenzado durante su estancia en Londres. El primero en 1899, con una lámina sobre Covadonga, para contribuir en la financiación de las inacabadas obras de la basílica de Nuestra Señora de Covadonga, haciéndose eco del “Llamamiento a todos los españoles para terminar el Templo Monumental de Covadonga”, publicado por el obispo Martínez Vigil en 1892. La basílica se inauguró finalmente el 9 de septiembre de 1901. A éste siguieron otros álbumes en 1902, 1903, 1905 y de 1905 a 1911, con láminas sueltas.

Los últimos años de su vida los pasó entre Corao y Gijón. Aquí inició en 1912 la publicación de la revista semanal Cultura e Higiene, que él mismo dirigió, en su línea de favorecer el progreso y mejora de la vida social de Asturias.

 

Bibl.: F. Canella Secades, Historia de la Universidad de Oviedo, Oviedo, Flórez, Gusano y Cía., 1903-1904 (2.ª ed.); C. Suárez (El Españolito), Escritores y Artistas asturianos. Indice bio-bibliográfico, t. V, Oviedo, 1956, págs. 118 y 120; VV. AA., Escuelas de Indianos y Emigrantes en Asturias, Gijón, Trea, 2003.

 

Juan Ramón Coronas González