Aguirre Juárez, Lucas. Cuenca, 18.X.1800 – Madrid, 20-23.III.1873. Empresario y mecenas.
Lucas Aguirre fue el quinto hijo del matrimonio formado por Andrés Aguirre e Inés Juárez. Su padre, vendedor ambulante, era natural de Siones (Burgos) y su madre era conquense. Los Aguirre tenían fama de laboriosos y, establecidos en Cuenca, sacaron adelante su negocio familiar de ferretería. Además, lo ampliaron a la fabricación y comercialización de tejidos, a la adquisición del servicio de diligencias y correos Madrid-Cuenca y a la compra de casas, tierras, molinos y huertas. Todo ello se debió tanto al esfuerzo común de la familia como a la facilidad de compra creada a raíz de la desamortización de Mendizábal. Éstos fueron los bienes que, pasado el tiempo, dejaría Lucas Aguirre a los pobres. La estancia en Cuenca de Lucas Aguirre estuvo marcada por su indudable signo liberal. Empuñó las armas frente a los carlistas, fue encarcelado y conoció venganzas provincianas de los reaccionarios. Esta lucha contra cualquier forma de absolutismo le valió, a sus treinte y siete años, el título de Benemérito de la Patria.
En 1859 quedó solo, ya que su familia había desaparecido trágicamente. Lucas Aguirre se trasladó a Madrid, ciudad entrañable y digna de recibir parte de su herencia: el magnífico edificio mudéjar de la calle Alcalá se construyó con su dinero y las ayudas que el Ayuntamiento daba anualmente a los escritores pobres y a sus familias procedían también de su fortuna. En la capital de España encontró un rico panorama intelectual y entró en contacto con el krausismo, marco referencial de su pensamiento.
Cuando en 1868 triunfó la Revolución Gloriosa y Fernando de Castro, rector de la Universidad Central, creó la Asociación para la enseñanza popular, nombró vocal a Lucas Aguirre. No es difícil imaginarlo en el Ateneo o en las múltiples Sociedades de progreso que había en Madrid escuchando a sus amigos: a Fernando de Castro en la Sociedad abolicionista de la esclavitud o a Ruiz de Quevedo en la Asociación para la enseñanza de la mujer. No es extraño que Aguirre, a la hora de redactar su testamento en 1871, hiciera herederos universales a los pobres “para su instrucción” y nombrara como albaceas a Manuel María de Galdo y a Fernando de Castro.
Las Escuelas Aguirre de Siones (Burgos), Madrid y Cuenca respondieron al pensamiento pedagógico de Fernando de Castro y a la corriente pestalozziana- froebeliana europea, pues Lucas apostó por la Escuela Popular como “medio de evitar los desastres de que están amenazadas las sociedades”.
Y en esa apuesta la mujer ocupó un lugar destacado: “la importancia de la mujer es tal que las naciones más ricas son aquellas en que la educación de la mujer está más extendida y perfeccionada”.
Para conseguir sus objetivos, Aguirre optó por una pedagogía progresista, tolerante, liberal y filantrópica. Sus escuelas serían centros de enseñanza útil, talleres donde se preparara para la vida y no lugares de aprendizaje formalista y verbalista; se eliminaría la disciplina basada en la represión y el autoritarismo; los castigos serían sustituidos por el amor como medio educativo y por el estímulo.
Para ello creó becas-premio que recibirían aquellos niños y niñas que se hubieran distinguido por su inteligencia y aprovechamiento. Un rasgo casi profético de la organización de las Escuelas Aguirre fue la representación democrática que introdujo en ellas: los usuarios participarían en el gobierno de las mismas. Esta moderna forma de concebir la educación sitúa a Lucas Aguirre en la avanzadilla de la reforma pedagógica del siglo XX español, en la línea del movimiento pedagógico iniciado por el krausismo, continuado por la Institución Libre de Enseñanza y vinculado a los movimientos europeos más adelantados.
Por Decreto de 17 de diciembre de 1871, le fue concedida la Gran Cruz de Isabel la Católica. Tras su muerte en 1873, los fraudes pusieron en peligro la voluntad del testador. Hasta el 19 de octubre de 1886, con asistencia del ministro de Fomento y discurso de Galdo en calidad de testamentario, no se inauguraron las Escuelas Aguirre de Madrid, y en 1887 las de Cuenca. Sin embargo, los Patronatos y Juntas de Vigilancia, buques-insignia de su pedagogía para la buena administración y gobierno de sus Escuelas, no se constituyeron hasta principios del siglo XX.
Fuentes y bibl.: Archivo Diocesano Conquense, Parroquia n.º 231, f. 155r.; Archivo del Ayuntamiento de Cuenca, Actas, 1900 y ss.; leg. de “D. Lucas Aguirre y Juárez”: Testamento, 15 de junio de 1871, Codicilo, 27 de enero de 1873, Real Orden de Constitución del Patronato, 13 de mayo de 1910, Reglamento Interno de las Escuelas Aguirre, 7 de agosto de 1911, Resoluciones del Ministerio de Instrucción Pública, 9 de agosto y 22 de octubre de 1912, Programa de los Premios de 1874; La Ilustración Española y Americana, n.º XLII, págs. 283 y 338-339, y n.º XIX (1884), pág. 331; Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores, Expediente de concesión de la Gran Cruz de Isabel la Católica, C-260, n.º 267.
R. Llopis, Las ideas de Lucas Aguirre, Cuenca, Ruiz de Lara, 1924; B. Martínez Pérez, El doble compromiso de Lucas Aguirre, Cuenca, 1928; T. Marín Eced, “En el Centenario de las Escuelas Aguirre”, en Revista Retama, (Cuenca), n.º 4 (1987), págs. 7-16; T. Marín Eced, Lucas Aguirre. Un mecenas de la educación popular (pról. de E. Díaz), Cuenca, Diputación Provincial, 1989.
Teresa Marín Eced