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Beatriz Leopoldina Victoria de Sajonia-Coburgo-Gotha y Romanoff

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Biografía

Sajonia-Coburgo-Gotha y Romanoff, Beatriz Leopoldina Victoria de. Princesa de Gran Bretaña e Irlanda, princesa de Sajonia-Coburgo-Gotha; duquesa de Sajonia. Eastwell Park, Kent (Gran Bretaña), 20.IV.1884 – Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), 13.VII.1966. Infanta de España.

Cuarta y última hija del príncipe Alfredo de la Gran Bretaña, duque de Edimburgo (segundo hijo de la Reina Victoria y del príncipe Alberto), casado con la gran duquesa María de Rusia, única hija del zar Alejandro II. Con su madre, que no se separaba de ella, Baby Bee frecuentó las Cortes de San Petersburgo, Londres, Berlín y Bucarest. Pronto demostró su inteligencia viva y su carácter voluntarioso. Llegó a hablar y a escribir a la perfección inglés, francés, alemán y español, conoció el italiano y algo el ruso. Se educó entre la Corte británica de su abuela la reina Victoria, la isla de Malta, donde su padre sirvió como oficial de la Marina británica, y la pequeña Corte de Coburgo, en Alemania, de la que su padre fue Soberano reinante desde 1893 hasta su fallecimiento en 1900. Al terminar sus estudios, quiso ser enfermera, cosa inusitada en aquel tiempo, logrando ampliar sus conocimientos en ginecología, que años después le fueron muy útiles.

Sus hermanas mayores se casaron: María, con el príncipe heredero de Rumanía, y Victoria, con el duque reinante de Hesse y del Rin. Ella fue novia del gran duque Miguel, hermano del zar Nicolás II, que no dio su consentimiento, debido a que la Iglesia Ortodoxa no permite la unión entre primos hermanos.

Beatriz sufrió una fuerte depresión y, para olvidar, marchó a Egipto con su madrina y sus primos Ena y Leo de Battemberg. Al regreso del viaje, se quedó en Londres, donde el rey de España llegó en visita oficial y también a buscar novia; Alfonso XIII de inmediato eligió a Ena. Pese a no ser la elegida, Beatriz fomentó el noviazgo, y vino a Madrid para la boda en mayo de 1906 y luego marchó a Andalucía, tierra con la que quedó subyugada. Conoció a su futuro marido, el infante Alfonso de Orleans, matrimonio que se retrasó tres años por el deseo de ella de mantener su fe protestante, cosa que el gobierno de Antonio Maura no admitió. El 15 de julio de 1909, Alfonso, que ya era teniente, llegó a Coburgo y ese mismo día en tres ceremonias —civil, católica y protestante— se unieron en matrimonio. El infante fue “exonerado de dignidades y demás honores” y las puertas de España se le cerraron, impidiéndole luchar en Marruecos. Durante este primer exilio, Alfonso aprendió a volar, la que sería la pasión de su vida.

Al cambiar el gobierno, el nuevo presidente José Canalejas destinó al teniente de Orleans al regimiento de San Fernando en Marruecos. Alfonso demostró su valor como oficial de Infantería en el río Kert; mientras su esposa llegaba a Tetuán con multitud de aparatos y medicinas para los hospitales. Los Reyes accedieron a rehabilitarlos con motivo del nacimiento de su segundo hijo, Alonso, en mayo de 1912, y volvieron entonces a recobrar su rango. Durante cuatro años, la Reina y la infanta fueron inseparables en sus caridades y en las fiestas. El infante pasó a ser de los primeros pilotos de la Aviación, y Kindelán en 1913 pidió a su esposa que diseñara el emblema del futuro cuerpo. Fue en Sanlúcar en el despacho egipcio del duque de Montpensier en el que Beatriz se inspiró en un dibujo de plumas que era alargado, y colocó en él un sol dorado en el centro. El emblema no tardó en ser bordado en el uniforme verde botella que los aviadores eligieron para el servicio. En Gran Bretaña, los pilotos de la Royal Air Force lo copiaron, y gustó también en las colonias y en otros países.

Ante la confianza y la predilección que los Soberanos sintieron por sus primos, los cortesanos se alarmaron y ese invierno, con la guerra asolando Europa, la camarilla, que no cesaba en su proyecto para apartar a los infantes, les acusó de germanófilos. Al saberlo, Beatriz —que era prima hermana de Jorge V, del zar Nicolás II y también del kaiser Guillermo II de Alemania— acudió valientemente a los embajadores aliados para explicar su neutralidad; pero la orden de exilio se confundió al nombrar al infante agregado militar en Berna, y el 25 de julio de 1916 abandonaron España con sus tres hijos.

El fin de la guerra cambió el mapa de Europa. El comunismo invadió Rusia, donde diecisiete miembros de la familia imperial fueron asesinados. Cayeron los Tronos de Austria y Alemania y la gran duquesa María de Coburgo murió arruinada. Los infantes se trasladaron a Inglaterra para que sus hijos se educasen allí. En 1923 viajaron en Pascua a Sanlúcar, pero no regresarían a Madrid hasta la primavera de 1925, porque el Directorio Militar preparaba el desembarco de Alhucemas y el infante fue requerido para volar con su escuadrilla. Beatriz, en España, hizo vida menos mundana, y siguió con sus obras de caridad. Al llegar la República (14 de abril de 1931), el infante acompañó al Rey en su viaje a Cartagena y luego a París, mientras su esposa despedía a la Familia Real en El Escorial y regresaba a Madrid para sacar a la infanta Isabel, que falleció al llegar a París. Los infantes se establecieron entonces en Suiza, donde sus hijos continuaron sus estudios. Fueron años muy duros; Alfonso trabajaba en América y luego en Inglaterra donde la familia se instaló en Esher. Al comenzar la Guerra Civil se ofrecieron para luchar en las filas del Ejército Nacional, pero no fueron aceptados hasta noviembre de 1936 cuando se incorporaron como “pilotos voluntarios” Álvaro y Alonso. Fallecido este último en combate, fue reemplazado por Ataúlfo y por fin, el 7 de octubre de 1937, el infante fue admitido. Mientas el padre y los dos hijos volaban por los cielos de España, Beatriz hizo una magnífica labor con su prima la reina Victoria Eugenia en el campo de prisioneros de ambos bandos; incluso visitó a Franco en Salamanca repetidas veces. Logró entrar en “Frentes y Hospitales” y repartió víveres y medicinas en las poblaciones que se iban liberando en Valencia y Cataluña. Fue de las primeras personas que entró en Madrid distribuyendo comida. El Palacio de Quintana, n.º 5, y la finca de Castillejo se encontraban arrasados, por lo que se trasladaron a Sanlúcar, donde la infanta hizo una extraordinaria labor durante la posguerra.

Vendió algunas joyas para comprar un caserón que convirtió en “La Maternidad”, donde personalmente enseñó a algunas jóvenes a ser matronas. Creó “la Gota de Leche” para ayudar a las parturientas y fundó un hospital; su labor fue constante y silenciosa.

Convertida al catolicismo en 1928, murió santamente en su finca gaditana, El Botánico, el 13 de julio de 1966 siendo enterrada en la iglesia de los Capuchinos de esa ciudad. Tenía ochenta y dos años.

 

Bibl.: Reina María de Rumanía, The Story of My Life, New York, Charles Scribner’s Sons, 1934; Infanta Eulalia de Borbón, Memoirs of H.R.H. the Infanta Eulalia, London, Hutchinson & Co., 1936; J. van der Kiste, Dearest Affie... Alfred, Duke of Edinburgh, Stroud (Gran Bretaña), Alan Sutton, 1984; Princess Victoria Melita, Grand Duches Cyril of Russia, Stroud (Gran Bretaña), Alan Sutton, 1991; P. García Louapre, Eulalia de Borbón. Lo que no dijo en sus memorias, Madrid, Compañía Literaria, 1995; R. Mateos Sáinz de Medrano, Los desconocidos Infantes de España. Casa de Borbón, Barcelona, Editorial Thassàlia, 1996; M. A. Eilers, Queen Victoria’s descendants, Falköping (Suecia), Rosvall Royal Books, 1997; R. Mateos Sáinz de Medrano, Los Infantes de Andalucía, Madrid, Velecío Editores, 2005; A. de Sagrera, Ena & Bee. En defensa de una amistad, Madrid, Velecío Editores, 2007.

 

Ana de Sagrera y Ricardo Mateos Sáinz de Medrano