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Alfonso Jordán

Biografía

Jordán, Alfonso. Conde de Toulouse. Estambul (antes Constantinopla) (Turquía) o Trípoli (Libia), 1103 – ?, m. s. XII. Noble.

Hijo de Raymond de Saint-Gilles, conde de Toulouse, y de Elvira, hija de Alfonso VI de León y Castilla, fue su padre uno de los tres magnates franceses que acudieron con sus huestes en apoyo del monarca ibérico cuando éste amenazó a la cristiandad europea con retirarse a los Pirineos y dejar paso libre a la invasión almorávide, después de sufrir la sangrienta derrota de la batalla de Zelaca o Segrajas (tierras de Badajoz, año 1086).

Arribadas tardíamente las pretendidas ayudas e instalada de modo firme la oleada sarracena en tierras peninsulares, tres regias bodas hispano-francas llegaron a consagrarse en la Corte toledana: la de Raimundo de Borgoña con la hija mayor del rey Alfonso, Urraca, quien llegaría a ser sucesora de su padre por muerte de su único hermano varón en la batalla de Uclés (1108); la del también borgoñón Enrique, con Teresa, padres que fueron del primer rey soberano de Portugal, homónimo de su progenitor; y el ya citado Raymond de Saint-Gilles, uno de los principales campeones de la primera cruzada, convocada por Urbano II en 1095, en la que mereció el título de Christianae Miliciae Excellentissimus Princeps y el señorío efectivo del nuevo Principado de Trípoli en Tierra Santa. De este último casamiento procede el personaje al que se presta ahora atención: Alfonso Jordán.

Nacido según unos (Ordéric Vital) en Constantinopla o según otros en el reducto militar de Mont-Pélerin (Trípoli), se duda también si el nombre por el que es conocido procede del hecho —dudoso— de haber sido bautizado como Jesús en el río Jordán, o bien es patronímico “de nomine maiorum” (Guillermo de Tiro). La Crónica General de España de Alfonso X recoge el supuesto de que “este sobrenombre le dieron porque, segund assí como dize la estoria fue bateado en el río Jordán et llamáronle por ende Alfonso Jordán”.

En uno u otro caso, su oriundez oriental le valió en occidente la honrosa denominación de “hijo de la cruzada” de por vida.

Fallecido su padre en acto de defensa de su “Principado feudal” el 28 de febrero de 1105, tres años después viajó el pequeño huérfano con su madre a Toulouse, donde su medio hermano paterno y primogénito, Bertrand, había venido gobernando los cuantiosos estados de su padre en ausencia de éste en el Midi francés, algunos de ellos disputados, a su fallecimiento sin descendencia, por otros magnates occidentales (Guillermo IX de Poitiers, duque de Aquitania y el propio Ramón Berenguer III de Barcelona).

Jordán hubo de defender derechos en Provenza como propios tolosanos frente al citado conde catalán, quien los reivindicaba en nombre de su mujer Dulce, hermana mayor de la propia esposa de Alfonso, Faydida, hijas ambas del conde de Provenza Gilbert y su esposa Tiburga. Contienda por cuyos daños causados en la abadía de Saint-Gilles el nuevo titular llegó a ser excomulgado por el papa Calixto III hasta el establecimiento de la paz de aquél con Berenguer en 1125.

Otras fricciones y querellas territoriales hubo de mantener Alfonso Jordán con señoríos y estados feudales del sur de Francia que le valieron una segunda excomunión en 1142 y estuvieron a punto de proporcionarle una tercera, lo que no le impidió establecer y recibir respectivamente piadosas fundaciones y liberales privilegios eclesiásticos y civiles que le hicieron popular entre sus vasallos.

De sus estrechas relaciones con España cabe destacar las dos peregrinaciones que realizó a Santiago de Compostela: una, acompañado del obispo de su sede tolosana (Aurelius, 1125) y otra entre 1138 y 1140.

Devoción manifestada además en el ejercicio de su intrínseca condición personal (“hijo de la cruzada”) y el señorío de uno de los hitos más importantes de la ruta jacobea: la propia ciudad de Toulouse.

Del segundo de sus tránsitos a Compostela derivó el establecimiento de las treguas establecidas a su paso entre los reyes Alfonso VII de León (su primo hermano, como hijo que fuera de su tía la reina Urraca) y García de Navarra; treguas que a su regreso consiguió que se transformaran en paces e incluso en alianzas y pactos matrimoniales entre ambos monarcas.

Aparte de otras intervenciones y pacíficas relaciones con las Coronas hispanas, el más llamativo suceso experimentado en este sentido por Alfonso Jordán fue su participación en el acto de coronación imperial de su ya citado y cercano pariente Alfonso VII de León, el 26 de mayo de 1135.

No sólo asistencia, sino también autorreconocimientos personales de vasallajes fueron prestados allí, junto con el conde tolosano, los del también conde Ramón Berenguer IV de Barcelona, el rey Navarro García con el moro Zafadola de Zaragoza “y otros muchos condes y duques de Gascuña y de Francia”, según reza la Crónica Adefonsi Imperatoris. Plural declaración cuya efectividad no llega a interpretarse de modo pleno y unívoco por los historiadores.

Un punto negativo se registra en la serie de contactos hispanos de este hombre, y es el duelo a que fue desafiado a muerte por el caballero Pedro González de Lara por inciertos (dudosos) motivos de infidelidad de que éste era acusado contra su señor y monarca Alfonso VII; contienda en la que el propio defensor de sí mismo resultó lamentablemente fallecido.

Algunas irregulares relaciones de dependencia para con su propio rey francés, Luis VII el Joven, sí que hubo de mantener el conde por razones obvias para el actual conocimiento; pero no dejó de concurrir a la reunión de su Parlamento, convocada para corresponder al llamamiento del papa Eugenio III (1 de diciembre de 1145) invitando a reunir nueva cruzada.

A su concurrencia exhortó también san Bernardo y por las tierras santas se difundió con efusión la noticia de que el hijo de uno de los campeones de la primera cruzada (Raymond de Saint-Gilles), nacido en Palestina, participaría personalmente en la nueva. Y en efecto, desembarcado en el puerto de Acre en la primavera de 1148 camino hacia Jerusalén, la muerte le sorprendió inesperadamente en Cesarea.

Los rumores sobre la causa de su fallecimiento fueron múltiples y entrecruzados ¿Por orden de la reina de Francia, Leonor de Aquitania? ¿Por Melisenda, hija de Balduino II, regente —ella— de Jerusalén? De una y otra se dijo por los historiadores “que la idea del asesinato y el envenenamiento no les repugnaba”.

¿Por qué respectivos móviles indefinidos? Sobre la descendencia y sus avatares, es arduo el entrecruzamiento.

 

Bibl.: G. de Catel, Histoire des Comtes de Toulouse, Toulouse, 1623; Memoires de l’Histoire du Languedoc, Toulouse, 1638; Cl. Devic y J. Vaissetl, Histoire Générale du Languedoc (dir. E. Dulaurier), t. III, Toulouse, E. Privat, 1872, págs. 560-758; J. Richard, Le Comté de Tripoli sous la dynastie toulousaine (1102-1187), Paris, Geuthner, 1945; L. Laurita y J. H . H ill, Raymond IV de Saint Gilles, 1041 (ou 1042)-1105, Toulouse, E. Privat, 1959 (New York, Syracusa University Press, 1962); E. Benito Ruano, “Alfonso Jordán, Conde de Toulouse. Un nieto de Alfonso VI de Castilla”, en VV. AA., Estudios sobre Alfonso VI y la Reconquista de Toledo. Actas del II Congreso Internacional de Estudios Mozárabes (Toledo, 20-26 de mayo de 1985), Toledo, Instituto de Estudios Visigótico-Mozárabes, 1987, págs. 83-98.

 

Eloy Benito Ruano