Moya, Pedro de. Granada, 1610 – 15.I.1674. Pintor.
De Pedro de Moya, pintor fundamental en la historia de la pintura barroca granadina, aún no se ha realizado una monografía que aclare aspectos significativos de su vida y obra. Son pocos los datos biográficos que se tienen sobre él y, algunos, sin documentación fidedigna. Se sabe que nació en Granada hacia 1610 y parece ser que se instruyó en Sevilla con Juan del Castillo, estableciendo contactos con Murillo y con Alonso Cano, que por aquel entonces era ya un artista cotizado, con un prestigio avalado por importantes encargos. Posteriormente marchó a Flandes como soldado y allí conoció a Van Dyck, al que probablemente también acompañó a Inglaterra, quizás el hecho más novedoso y atrayente de su biografía, ya que muy pocos artistas locales salieron de la ciudad para completar su formación. Esta cercanía al discípulo de Rubens, así como el conocimiento de los talleres y ambientes de pintura flamenca le iban a convertir, al regresar a su ciudad natal, en el gran difusor de lo flamenco en la escuela granadina. Recaló primero en Sevilla y, hacia 1646, se estableció en Granada. En 1650 se constató la presencia del artista en los padrones de la iglesia del Sagrario, así como en 1663 y 1664.
Toda esta peripecia vital ha dificultado su estudio por lo disperso de su trayectoria y, también es lo que ha fomentado la fama de Moya como alentador de lo flamenco en la escuela granadina, aunque no con exclusividad. La escasa producción conocida del pintor: un cuadro firmado La coronación de santa María Magdalena de Pazzis (Museo de Bellas Artes de Granada), varias atribuciones, como el Nacimiento de la Epifanía (Museo de Bellas Artes de Sevilla), La visión de san Julián (Catedral de Granada), Descanso en la huida a Egipto (Hospital de la Caridad de Carmona), Retrato de un pintor (Museo de Bellas Artes de Burdeos), y algunos lienzos perdidos, no corresponde con la fama adquirida por el pintor. En el primer lienzo se aprecia la evidente influencia de Cano sobre el artista, tanto en la composición como en el dibujo, el modelado de las figuras o su paleta, así como la influencia flamenca.
Por otro lado, su dilatada vida, murió aproximadamente con sesenta y cuatro años, de los cuales los últimos treinta parece ser que transcurrieron en la ciudad de Granada, plantean numerosas incógnitas. No se corresponde cómo un pintor de su calidad y prestigio no realizó obras de envergadura en la ciudad, máxime cuando hasta la llegada de Alonso Cano a la Granada en 1652, no había un artista de la talla de Pedro de Moya que pudiera colmar las aspiraciones estéticas del sector eclesiástico que acaparaba la producción artística en esos años de gran actividad constructiva y ornamental. En este caso, puede que Pedro de Moya no residiera con exclusividad en la ciudad y tuviera más encargos fuera del ámbito local.
En este sentido es donde se puede enmarcar el Retrato del cardenal Portocarrero, que fue donado a la iglesia de San Ildefonso y ahora se encuentra en una colección particular. Aunque el personaje nació en Palma del Río (Córdoba) y entre sus antepasados destaca Pedro González de Mendoza, arzobispo de Granada y posteriormente de Toledo, no parece que tuviera relación con la ciudad. El retrato de Pedro de Moya se realizó a raíz de su nombramiento como cardenal por el papa Clemente IX el 29 de noviembre de 1669, llegando a Roma el 19 de abril de 1670 como cardenal protector de España; contaba, pues, con treinta y cuatro años. Por lo tanto, fue en estas fechas —entre diciembre de 1669 y abril de 1670— cuando se realizó el retrato, ya que tardó en volver a nuestro país unos años. Vinculado a la Corte desde el principio de su carrera eclesiástica y protegido por la reina viuda Mariana de Austria, es probable que el retrato se realizara en Madrid, por lo que el pintor hubo de trasladarse a la capital, cuestión que hasta ahora no se había planteado en la trayectoria pictórica de Pedro de Moya, abriendo así nuevas expectativas a su obra.
Así pues, no parece desventurado afirmar que el pintor debió de trabajar en la Corte, y que su prestigio tuvo que ser considerable como retratista, ya que no era un personaje menor del ámbito cortesano quien lo contrató, para, sin duda, inmortalizar el acontecimiento más relevante de su vida hasta entonces, su ascenso al cardenalato. Este retrato fue ampliamente difundido a través del grabado, y utilizado en los libros de historia tanto franceses, alemanes, como españoles en los siglos XVIII y XIX, difundiendo la imagen de un personaje clave para la historia de estos países. También realizó tres importantes cuadros que se perdieron en la destrucción de la parroquia del Salvador en 1931.
Fue, sin duda, como pintor un buen colorista y correcto en las composiciones. Vivió en la calle de la Cárcel y estuvo casado con Ana Noguera. Murió en Granada el 15 de enero 1674.
Obras de ~: La coronación de santa María Magdalena de Pazzis; Nacimiento de la Epifanía; La visión de san Julián; Retrato del cardenal Portocarrero, 1670; Descanso en la huida a Egipto; Retrato de un pintor.
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Ana María Castañeda Becerra