Larrosa, Sancho. Huesca, p. s. xii – ¿Pamplona (Navarra)?, 10.IX.1142. Obispo de Pamplona durante la restauración monárquica (1122-1142).
Este canónigo oscense, oriundo de la Garcipollera (Jaca), y perito en las artes de escribir y miniar, se ganó la confianza de los obispos oscenses y de los monarcas Pedro I y Alfonso I. Así, se le encomendó primeramente el gobierno del monasterio de San Adrián de Sasabe y poco después, de la sede pamplonesa, ennoblecida con un nuevo edificio románico consagrado por el propio Sancho el 12 de abril de 1127, en una ceremonia a la que asistió el rey Batallador. Unos diez años después se concluiría también el claustro, de factura asimismo románica, y condenado a desaparecer posteriormente, cuando se inició la construcción del actual (c. 1286).
Sancho vivió, desde su cátedra episcopal, uno de los momentos clave en la historia del reino pamplonés, no sólo a nivel político, sino también socioeconómico y cultural. En el mes de septiembre de 1134 moría Alfonso el Batallador, y García Ramírez, miles destacado del círculo del aragonés, procedió a una restauración monárquica con el apoyo de las fuerzas vivas del viejo reino pamplonés. Su programa al parecer no contó con el apoyo del obispo, a tenor de la tensa relación inicial que mantuvieron ambos. Sin embargo, la fuerza de los hechos les llevó a acercar posiciones, pues para el verano de 1135 el Rey, que un año antes había secuestrado los tesoros del obispo y lo había desterrado, compensó al prelado generosamente.
De manera que las posesiones de la sede aumentaron con la concesión del castillo de Oro, las villas de Huarte, Yániz y Zuazu, los dominios de San Sebastián, Igueldo y Urumea, las iglesias de Santa Cecilia de Pamplona, Imarcoáin, Valtierra, Cadreita y Santa María de Tudela, y 500 sueldos más de participación en los ingresos del portazgo de la ciudad de Pamplona. Además le fueron restituidas las iglesias de San Román de Larraya, Alesves, Arlas, Funes, Ibero, Larraga, Marcilla, Milagro, Peñalén, Rada y Ujué. Unas posesiones que también se vieron engrosadas por donaciones patrimoniales, objetos de lujo y dinero en metálico, todos ellos procedentes de manos nobiliarias y burguesas.
Durante el primer tercio del siglo xii el reino pirenaico asistió a la consolidación y presencia de instituciones de renombre y de gran influencia a todos los niveles. De un lado, San Miguel de Excelsis, santuario emancipado del monasterio de Zamarce, organizado como una comunidad bajo la Regla de San Agustín y regida por un canónigo de la sede pamplonesa con el título de abad (1125), fue consagrado en 1141 por el propio Sancho. De otro lado, Santa María de Roncesvalles, colegiata y antiguo hospital de peregrinos, fue fundada en 1127 y dotada por Larrosa con una hospedería en Ibañeta y una cofradía de obispos, abades, clérigos y laicos. Y en último término se hacen presentes las Órdenes del Temple y de San Juan de Jerusalén.
En definitiva, la prosperidad material alcanzada por el episcopado pamplonés, que también salvaguardó el señorío sobre la Navarrería ante un nuevo núcleo urbano (San Saturnino, 1129), así como las actuaciones de Sancho en relación a la Monarquía y la gestión patrimoniales, transmiten la imagen de una figura de enorme relieve a comienzos del siglo xii.
Bibl.: J. M.ª Lacarra de Miguel, Historia política del reino de Navarra desde sus origenes hasta su incorporación a Castilla, vol. I, Pamplona, Caja de Ahorros de Navarra, 1972, págs. 356-366; J. Goñi Gaztambide, Historia de los obispos de Pamplona, vol. 1 (siglos iv-xiii), Pamplona, Eunsa-Institución Príncipe de Viana, 1979, págs. 327-375 (contiene una sustancial bibliografía al respecto); C. Jusué Simonena (coord.), La catedral de Pamplona, Pamplona, Caja de Ahorros de Navarra, 1994, 2 vols.; J. Goñi Gaztambide, Colección diplomática de la catedral de Pamplona (829-1243), Pamplona, Gobierno de Navarra, 1997, vid. índices; J. Fortún Pérez de Ciriza, “Del reino de Pamplona al reino de Navarra (1134-1217)”, en J. M.ª Jover Zamora (dir.), Historia de España Ramón Menéndez Pidal. IX. La reconquista y el proceso de diferenciación política (1035-1217), Madrid, Espasa Calpe, 1998, págs. 610 y 668.
Julia Pavón Benito