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Cristóbal Matute Altamirano

Biografía

Matute Altamirano, Cristóbal. Badajoz, 1555 – Santa Fe (Argentina), p. m. s. xvii. Militar, encomendero, alcalde ordinario.

Fue expedicionario de Ortiz de Zárate, vecino fundador de Asunción del Paraguay. Establecido en Santa Fe, acompañó a Juan de Garay a la fundación de Buenos Aires en 1580. Según las crónicas del padre Lozano, tenidas hasta ahora por leyendas, Cristóbal fue hecho cautivo por los indios. Allí se enteró de los planes que los bárbaros tenían para atacar la flamante ciudad de Buenos Aires, pero, imposibilitado por transmitir las noticias a los españoles, escribió en un papel cuanto maquinaban los infieles y lo metió dentro de una calabaza que arrojó al Riachuelo. En las cercanías de Buenos Aires, unos soldados la vieron por casualidad y dieron aviso de inmediato al teniente de gobernador de la ciudad, que dispuso la gente para la defensa y logró de esta manera que los bárbaros fueran rechazados, quedando libre la ciudad del inminente peligro y muy agradecida al capitán Altamirano. Esta historia fue corroborada por un manuscrito que el padre Guillermo Furlong halló en la Biblioteca Nacional de Madrid, que contenía la biografía de este personaje, realizada a puño y letra por su hijo Cristóbal.

Librado del cautiverio, Altamirano fue propietario de la manzana de terreno comprendida actualmente entre las calles Cerrito, Carlos Pellegrini, Lavalle y Tucumán (Buenos Aires), una estancia, y la encomienda del cacique Bagual o también conocida como Miniti, con todos sus indios.

Se avecindó en la ciudad de Santa Fe, donde fue testigo de la labor del capitán Antonio Torres de Pineda como teniente de gobernador, y luchó contra los indios insurrectos. Fue alcalde ordinario de segundo voto de Santa Fe en 1593. Había contraído matrimonio en esta ciudad con Juana Méndez, de quien se ignoran sus datos genealógicos. De esa unión nacieron tres hijos: Cristóbal, María y Ana.

Por su valentía y su lucha constante en la defensa de las ciudades de Santa Fe y Buenos Aires, los pobladores de esta última se consideraban deudores de sus vidas y de la conservación de aquella ilustre población.

 

Bibl.: R. A. Molina, Diccionario biográfico de Buenos Aires (1580-1720), Buenos Aires, Academia Nacional de la Historia, 2000, pág. 468.

 

Sandra Fabiana Olivero