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Manuel Pereira

Biografía

Pereira, Manuel. Oporto (Portugal), 1588 – Madrid, 29.I.1683. Escultor portugués.

Ese artista, a pesar de haber nacido en Portugal, es una de las figuras más importantes de lo que la moderna historiografía ha definido como la escuela castellana de escultura barroca. Era hijo de Andrés Gómez Pereira y Gumar de Resende, una familia que posiblemente se trasladó a España durante la infancia de Manuel, aunque este segundo dato no ha podido ser confirmado todavía. Antonio Palomino, uno de los biógrafos de la época, le definió como un insigne escultor de ascendencia noble y señaló su nombramiento como familiar del Santo Oficio, un título del que presumió durante su larga vida. Pereira contrajo matrimonio con María González de Estrada en Madrid en el año 1625, aunque enviudó cuando todavía era joven y no volvió a casarse. Su presencia en la capital le permitió establecer una estrecha relación de amistad con los principales artistas del momento, de hecho, se tiene constancia de sus vínculos con los pintores Luis Fernández y Juan de Lanchares, así como con Juseppe Leonardo, Francisco Camilo, Manuel Correa o el ensamblador Juan Bautista Garrido.

Estos contactos todavía no han sido suficientemente analizados, una circunstancia que sólo puede ser comprendida a la luz de la extensa producción de Manuel Pereira y la ausencia, a día de hoy, de un estudio completo de su trayectoria profesional que revise su vasta producción en diversas provincias españolas.

Durante su larga vida reinterpretó, con gran maestría, los principales episodios de la literatura hagiográfica tanto en madera como en alabastro. En este sentido, su dominio de la técnica de la talla de piedra le proporcionó una gran fama en los medios eclesiásticos.

Una circunstancia que favoreció su participación en los proyectos decorativos de las iglesias construidas en Madrid y sus alrededores en el barroco, aunque lamentablemente muchas de sus obras desaparecieron durante la Guerra Civil. Pereira inició su andadura profesional en su país natal, aunque se dispone de pocas noticias acerca de este período de formación, en cambio, su presencia en España está documentada desde la década de 1620. Su primer proyecto conocido fue la decoración de la fachada exterior de la iglesia de la Compañía de Jesús en Alcalá de Henares, un templo en donde realizó cuatro estatuas en piedra: San Pedro, San Pablo, San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier. Esta intervención favoreció su presencia en la ornamentación del Convento de las Bernardas, en donde se le atribuye la realización de una imagen de San Bernardo y el trabajo que le encomendaron en la iglesia de San Antonio de los Portugueses, en el año 1631. El éxito de estas obras repercutió notablemente en su carrera, y en el año 1635 la cartuja de Miraflores de Burgos le encargó una impresionante talla de San Bruno, una de las esculturas de mejor factura de toda su producción que además evidencia el vínculo que en ese momento Pereira mantenía con Juan Martínez Montañés, otro de los grandes escultores del momento que residía también en Madrid. Recientemente se han dado a conocer una serie de datos sobre su participación en el programa decorativo del Convento de Santo Domingo de Benfica, de hecho, es la única obra realizada en territorio portugués de la que se tiene constancia. Un conjunto encargado por el hermano de João de Vasconcelos, un importante miembro de la nobleza portuguesa que ingresó en la Orden de los dominicos y fue nombrado a mediados del siglo xvii prior de de Santo Domingo de Benfica, un Convento construido entre 1624 y 1632. Este personaje también mantuvo un estrecho contacto con la Monarquía española puesto que en el año 1637 fue enviado a Madrid como inquisidor apostólico, en donde su hermano Francisco de Vasconcelos, I conde de Figueiro, trabajaba como mayordomo de la Reina. El propio Francisco contrató a Manuel Pereira para que realizara dos imágenes escultóricas en piedra destinadas al arco triunfal de la iglesia, en donde representó a Santo Domingo y San Pedro. La crítica ha planteado la posibilidad de que también realizara una imagen de un Cristo en la Cruz y una Virgen del Rosario en una de las capillas del transepto. En la decisión tomada por la familia Vasconcelos influyó posiblemente las notables críticas que Pereira y otros profesionales habían recibido por su trabajo en el retablo de la iglesia madrileña de San Antonio de los Portugueses.

Este encargo le proporcionó una gran fama y le abrió las puertas para la realización de una serie de obras muy importantes en la hospedería de El Paular, una de ellas una imagen de San Bruno, hoy conservada en el Museo de la Academia de Bellas Artes de San Fernando y que el profesor Jesús Urrea considera que se trata de la mejor escultura madrileña del siglo XVIII. Asimismo, también trabajó en una de las capillas de la iglesia de San Isidro en la capital y en los Conventos de San Felipe y San Plácido. En este sentido, para la puerta principal del Convento de San Felipe realizó, en el año 1638, una escultura en piedra con la imagen de San Agustín, así como una representación del Apóstol san Felipe para la portada lateral del mismo convento. En el año 1654 firmó un contrato para realizar dos esculturas de San Pedro y San Pablo para la capilla del Convento de Santo Tomás en Madrid. Menos conocidas resultan, en cambio, sus intervenciones en el retablo de la capilla mayor de la iglesia de Montserrat en Madrid o en la parroquia de San Andrés de la misma localidad, en cuyo proyecto también participó Alonso Cano. Por desgracia, ambos conjuntos decorativos han desaparecido, aunque las fuentes documentales refieren que el encuentro con el escultor Alonso Cano fue decisivo para que Pereira realizase unas obras más delicadas, equilibradas y curvilíneas. Menores datos existen acerca de la realización de una imagen de Neptuno, hoy en paradero desconocido, que se colocó en el humilladero de San Francisco de la capital. La introducción de un ideario estilístico renovado resulta más que evidente en las expresivas imágenes de Cristos tallados para el Convento de los dominicos del Rosario de Madrid, hoy en paradero desconocido, y cuya iconografía se conoce gracias a las réplicas que realizó para la iglesia parroquial de Comillas en Cantabria y para el Oratorio del Olivar en Madrid. La crítica también ha destacado la utilización de la misma iconografía en el retablo de la capilla mayor de la iglesia románica de San Juan de la Rabanera en Soria así como en el denominado Cristo de la Agonía, una talla que los marqueses de Lozoya donaron a la Catedral de Segovia a mediados del siglo XX.

Una de las provincias en las que más trabajó fue en Toledo, de hecho, la historiografía ha señalado que Pereira realizó las esculturas de la fachada de la antigua iglesia de la Trinidad, hoy desaparecidas, así como la imagen de la Inmaculada Concepción y los escudos del cardenal Aragón que decoran la fachada del Monasterio de las madres capuchinas, un conjunto decorativo que le abrió las puertas de la iglesia de Santo Tomé y del Monasterio de las benedictinas. Las últimas investigaciones acerca de Pereira han sacado a la luz una serie de obras realizadas en provincias, como la imagen de una Inmaculada Concepción en las agustinas recoletas de Pamplona, un Ecce Homo conservado en las carmelitas de Larrea en Vizcaya o una imagen de San Marcos para el retablo de la iglesia parroquial de Martinmuñoz de las Posadas en Segovia.

Su obra revela un perfecto conocimiento de la anatomía clásica así como su predilección por las expresiones sobrias, contenidas y portadoras de un patetismo muy sereno, y, aunque alcanzó el éxito con sus tallas de piedra, también demostró que era capaz de ejecutar en madera imágenes cargadas de realismo e intensidad expresiva, entre las que destaca, sobre todo, la imagen de San Bruno, comisionada por el cardenal Zapra para la Cartuja de Miraflores. El perfecto conocimiento del ideario tridentino le llevó a ejecutar con idéntica maestría tanto las obras talladas en madera como las realizadas en alabastro. En cierto modo, su lenguaje artístico, sereno y elegante, se convirtió en un perfecto reflejo del misticismo de la literatura de la época, y en ocasiones, totalmente alejado de la crudeza de ciertos artífices de la escuela castellana.

 

Obras de ~: Decoración de la fachada exterior de la iglesia de la Compañía de Jesús, Alcalá de Henares (Madrid); San Bernardo, Convento de las Bernardas, Madrid; Decoración, iglesia de San Antonio de los Portugueses, Madrid, 1631; Talla de San Bruno, Cartuja de Miraflores, Burgos, 1635; San Bruno, Hospedería de El Paular (Madrid); Capilla, iglesia de San Isidro, Madrid; Capilla, Convento de San Felipe, Madrid; Capilla, Convento de San Placido, Madrid; Esculturas de San Pedro y San Pablo, Convento de Santo Tomás, Madrid, 1654; Intervenciones en el retablo de la capilla mayor, iglesia de Montserrat, Madrid (desapar.); Imágenes de Cristos, Convento de los dominicos del Rosario, Madrid (desapar.); Esculturas de la fachada, antigua iglesia de la Trinidad, Toledo (desapar.); Escudos del cardenal Aragón, Monasterio de las madres capuchinas, Toledo.

 

Bibl.: A. A. Palomino, El Museo Pictórico y Escala Óptica, Madrid, 1715-1724 (ed. de N. Ayala Mallory, Madrid, Alianza, 1986, págs. 206-207); Marqués de Saltillo, “La capilla de Santo Domingo Soriano en la iglesia del convento de Santo Tomas”, en Revista del Archivo, Biblioteca y Museo del Ayuntamiento de Madrid, n.º 54 (1946), págs. 254-267; M. Cruz Cerqueira, “As imagens e os paneis de São Domingos de Bemfica, notas para a historia artistica de Manuel Pereira e Vicente Carducho”, en Olissipo (Lisboa), n.º 35-36 (1946); M. L. Caturla, “Sobre o escultor Manuel Pereira”, en VV. AA., XVI Congrès International d’Histoire de l’Art, Oporto- Lisboa, 1949, págs. 333-337; M.ª de C. Martín Montero, “Jusepe Leonardo y Manuel Pereira”, en Archivo Español de Arte (1952), pág. 170; D. Macedo, “Notas sobre o imaginario Manuel Pereira”, en Bellas Artes (1956), págs. 25-34; J. Urrea Fernández, “Introducción a la escultura barroca madrileña. Manuel Pereira”, en Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología (BSEAA), vol. XLVIII (1977), págs. 253-258; M. Agulló Cobo, “Manuel Pereira. Aportación documental”, en BSEAA, vol. XLIV (1978), págs. 257-258; A. Bonet Correa, Iglesias madrileñas del siglo xvii, Madrid, Instituto Diego Velázquez, 1984, pág. 29; C. Moura, “Pereira Manuel (1588-1683)”, en VV. AA., Diccionario de Arte Barroca em Portugal, Lisboa, ed. Presenta, 1989, págs. 351-352; J. J. Martín González, Escultura barroca en España: 1600-1700, Madrid, Cátedra, 1991, pág. 38; P. Dias, Escultura maneirista portuguesa, subsiios para uma sintese, Coimbra, Minerva, 1995, pág. 31; J. Hernández Perera, “El Cristo del perdón de Manuel Pereira”, en Homenaje al profesor Martín González, Valladolid, Universidad, 1995, págs. 365-372; J. Nicolau Castro, “Nuevas obras de Manuel Pereira localizadas en Toledo”, en Archivo Español de Arte, vol. 70, n.º 280 (1997), págs. 443- 448; A. J. de Almeida (op), Imagines Sacrae no Convento de São Domingos de Benfica, Lisboa, Universidade, Faculdade de Letras, 1999, 2 vols.; “El escultor Manuel Pereira y un milagro de Fray de Fray João de Vasconcelos, O.P., predicador de Felipe IV”, en Reales Sitios, año XL, n.º 157 (3.er trimestre de 2003), págs. 20-31.

 

Macarena Moralejo Ortega

Relación con otros personajes del DBE

Personajes citados en esta biografía