Hontiveros, Nicolás de. Ocaña (Toledo), 1595 – Calahorra (La Rioja), 2.XI.1662. Monje y obispo benedictino (OSB).
Nació en la villa de Ocaña y fueron sus padres Juan de Hontiveros y María de Ortega. Muerto su padre en Sevilla, determinó Nicolás ingresar en el monasterio de San Benito de dicha ciudad, una antigua fundación de la abadía benedictina de Santo Domingo de Silos (Burgos), pero que gozaba de independencia en el seno de la Congregación de San Benito de Valladolid. Tomó el hábito el 3 de abril de 1610, cambiando su nombre por el de Bernardo, pero era tal la pobreza del monasterio que el general de San Benito dispuso enviarlo a profesar a la abadía de Silos, donde efectivamente pronunció sus votos monásticos el 8 de diciembre de 1611.
Estudió en los colegios que la Congregación poseía en Ribas de Sil (Orense) y Salamanca, siendo nombrado lector de Artes en Irache (Navarra) en 1621, donde residió hasta que en 1625 fue nombrado para el mismo cargo en San Juan de Poyo (Pontevedra). En 1629 fue nombrado regente de estudios del colegio de Oviedo, ciudad que no abandonó hasta su elección de general de San Benito, y en cuya Universidad se doctoró en Teología y ocupó la cátedra de Prima, primero interinamente, desde 1633, y a partir del 24 de julio de 1637 en propiedad. Por dos veces (1641- 1645; 1649-1653) fue abad del monasterio de San Vicente, sede del colegio.
El Capítulo General de la Congregación benedictina de Valladolid lo eligió como general el 13 de mayo de 1653. Promovió una reforma de la disciplina monástica en aras de mayor austeridad y recogimiento, llegando incluso a promover querella criminal contra varios monjes de San Juan de Corias (Asturias) y a prohibir a los monjes que opositaran a las cátedras universitarias, aunque esta medida fuera revocada por el Capítulo de 1657. En este mismo Capítulo, según la costumbre vallisoletana, fray Bernardo cesó como general, pero fue nombrado abad de San Martín de Madrid. No pudo terminar su cuatrienio, porque el 9 de junio de 1659 fue nombrado obispo de Calahorra por el Papa, a petición de Felipe IV. Entró en la diócesis el 10 de noviembre del mismo año, dedicándose a la reforma del clero y de las costumbres con tanto ahínco que se ganó no pocos enemigos, llegándose incluso a atentar contra su vida. Sin embargo, la mayoría de sus contemporáneos le tenía por hombre santo y austero.
Fue enterrado en la capilla de Nuestra Señora del Pilar de la catedral calagurritana. A su muerte, la Congregación de San Benito le otorgó el título de venerable y lo recordó como uno de sus más preclaros teólogos. Sin embargo, no dio ninguna obra a la imprenta. Sólo hay noticia de dos escritos suyos: uno contra el probabilismo, redactado a instancias del cardenal Baltasar de Moscoso y Sandoval, arzobispo de Toledo, titulado Lacrymæ militantis Ecclesiæ, que se difundió bastante en copias manuscritas; y un tratado de teología moral según las enseñanzas de santo Tomás. Ambas obras, sin embargo, se dan por perdidas.
Bibl.: M. Férotin, Histoire de l’Abbaye de Silos, Paris, Leroux, 1897, págs. 242-244; J. Pérez de Urbel, Varones insignes de la Congregación de Valladolid, Pontevedra, Museo Provincial, 1967, pág. 273; E. Zaragoza Pascual, Los Generales de la Congregación de San Benito de Valladolid (1613-1701), Silos, Stvdia Silensia, VIII, 1982, págs. 203-212 y 428; “Hontiveros (Bernardo de)”, en A. Baudrillart, A. de Meyer y R. Aubert (eds.), Dictionnaire d’Histoire et de Géographie Ecclésiastiques, vol. XXIV, Paris, Letouzey et Ané, 1993, cols. 1069-1070.
Miguel C. Vivancos Gómez, OSB
