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Clemente VIII

Biografía

Clemente VIII. Doncel. Teruel, 1370 – Palma de Mallorca (Islas Baleares), 28.XII.1447. Chantre, canónigo, obispo, antipapa.

Gil Sánchez Muñoz y Carbón fue hijo primogénito del matrimonio formado por el caballero turolense Pedro Sánchez Muñoz y Liñán con Catalina Sánchez de Carbón, del que nacieron otros cuatro hijos, Pedro, Alfonso, Catalina y Francisca. Su familia procedía de uno de los linajes más importantes de la nobleza urbana de Teruel, que venía ostentando desde el siglo XIII la baronía de Escriche. Sin embargo, ni su padre ni él pudieron disfrutar de dicho título porque en esos tiempos acabó por diversas circunstancias en manos del linaje rival de los Marcilla, hasta que los Muñoz pudieron recuperarlo en la persona de uno de sus sucesores, allá por el año 1538. En consecuencia, el destino de Gil Sánchez Muñoz derivó por la carrera eclesiástica, aunque como miembro del estamento de la caballería mantenía cuatro o cinco cabalgaduras, de ahí que se le asignara el apodo de Doncel en la documentación.

Sobre su infancia y educación no hay noticias por ahora. La referencia más clara corresponde a 1396, cuando había cumplido los veinticinco años, identificado como “bachiller en decretos”. Debió de aprender sus primeras letras o trivium (gramática, retórica y dialéctica) con algún preceptor doméstico en el palacio de su familia en Teruel. Hacia los quince años de edad empezaría los estudios de leyes que, tras cuatro o cinco cursos, le permitirían alcanzar el citado grado de bachiller. Parece confirmarse también su formación universitaria, puesto que en 1429 se le califica como “doctor en decretos”. Siguiendo el esquema de estudios propio de aquella época, esto significa que, tras conseguir el grado de bachiller, cursó otros tres años más hasta convertirse en “maestro” o licenciado y, posteriormente, ingresó en una facultad de Teología con vistas a especializarse en Derecho Canónico con el estudio preferente de las decretales pontificias, de manera que siete u ocho años después culminaría su carrera mediante la obtención del título de doctor.

Tal vez hizo lo mismo que su compatriota aragonés y antecesor suyo, el papa Benedicto XIII, quien se formó en la carrera de leyes en Montpellier, una universidad que, junto con las de Aviñón y Toulouse, era de las más frecuentadas por los estudiantes aragoneses del siglo XIV, no sólo por hallarse en las tierras más próximas del sur de Francia, sino especialmente por la presencia en Aviñón de la misma curia papal que en 1309 se trasladó allí abandonando Roma.

Las noticias sobre los cargos eclesiásticos que desempeñó el biografiado se inician en 1396, cuando el citado Benedicto XIII, el papa Luna, le concedió la chantría de la catedral de Gerona, dignidad cuya misión era la de dirigir las actividades del coro y organizar la ejecución del canto litúrgico. Por esas fechas ya debía de haber sido ordenado presbítero. En 1400 aparece por primera vez como canónigo de la catedral de Valencia, y en 1402 recibe un nuevo beneficio como rector de la iglesia de Onteniente. En 1405 dotaba asimismo una capilla dedicada a Santa Ana en la iglesia de la sede valenciana, que había fundado con anterioridad un tío suyo que también fue canónigo en dicha catedral. Su nombramiento como vicario general de la diócesis valenciana se produjo al poco tiempo, en el año 1408. La acumulación de cargos eclesiásticos en su persona se extendió además con los de cura párroco de Sueca y Cullera, el arciprestazgo de Santa María de Teruel o el beneficio patrimonial de la iglesia parroquial de San Martín de esta última ciudad. Lo cierto es que a través de la documentación del archivo de la catedral de Valencia, se sabe que residía habitualmente en esta ciudad.

La culminación de su promoción eclesiástica al pontificado en los años finales del gran cisma de la iglesia de Occidente (1378-1423) se puede entender en primer lugar por el grado de amistad y relación que pudo tener con sus antecesores Clemente VII y Benedicto XIII en Aviñón y Peñíscola. Incluso parece que ya en 1405 acompañó al papa Luna cuando éste encabezó una escuadra naval contra el recién electo papa Inocencio VII. Lo cierto es que el 10 de junio de 1423 fue elegido papa en el castillo de Peñíscola por un cónclave compuesto únicamente por tres cardenales de los cuatro que nombró en vida su antecesor el papa Luna, es decir, Dominique Bonnefoi, Jimeno Doha y Julián de Lobera o Loba. El cuarto cardenal, Jean Carrier, no estuvo presente en la elección, que tildó de simoníaca, y creyéndose como el único con derecho a voto, acabó eligiendo en 1425 a Bernard Garnier, sacristán de Rodez, como verdadero sucesor del papa Luna con el nombre de Benedicto XIV. Incluso, un nuevo cardenal creado por Garnier eligió después como papa al mismísimo Jean Carrier, quien paradójicamente tomó el mismo nombre de Benedicto XIV que había ostentado su predecesor.

De cualquier modo, el final del pontificado de Gil Sánchez Muñoz, el antipapa Clemente VIII, estaba más que sentenciado. El concilio de Constanza de 1414 ya había supuesto la confirmación de Martín V como único pontífice de la iglesia católica, tras el sometimiento del antipapa Juan XXIII, la abdicación de Gregorio XII y la deposición del propio papa Luna.

A la muerte de este último en 1423, la reina María, esposa de Alfonso V el Magnánimo, no dudó en mandar al gobernador de Castellón que las tropas reales se apoderaran por la fuerza de la sede de Peñíscola y sus moradores cismáticos. Sin embargo, el rey Alfonso V, de vuelta en Aragón, revocó las disposiciones de su esposa regente y en 1424 ordenó al baile general del reino de Valencia que entregara a Clemente VIII una cantidad anual de 16.000 florines de oro para su mantenimiento y supervivencia, en respuesta a la excomunión dictada contra él por Martín V. Quizá por ese apoyo tardío del rey de Aragón se comprenda que no fue hasta el 19 de mayo de 1426, tres años después de su elección, cuando Clemente realizó el acto solemne de su autocoronación en el castillo de Peñíscola. Ante estas circunstancias, Martín V envió al cardenal de Foix en condición de legado papal ante el rey para suprimir las diferencias que mediaban entre ellos y zanjar el problema de manera definitiva. Finalmente, en el mes de mayo de 1429 el rey envió varios embajadores a Clemente, entre ellos Alfonso de Borja (futuro Calixto III), los cuales consiguieron que el 26 de julio de ese mismo año renunciase a su dignidad, tras un sexenio de mandato desde su elección en 1423.

Enterado del sometimiento voluntario de Clemente VIII a la renuncia, Martín V le nombró obispo de Mallorca, y con una bula fechada el 19 de octubre de 1430 ordenó prestarle obediencia como tal, a la vista de que se había dotado dicha sede a favor de otra persona por petición del rey, desconocedor éste de la gracia concedida a Gil Sánchez Muñoz por su adversario.

Durante dieciséis años, hasta su muerte el 28 de diciembre de 1447, desempeñó dicha dignidad. En la antesala capitular de la catedral de Palma de Mallorca puede visitarse su sepulcro. Sobre cuatro leones descansa y se eleva una losa con inscripciones en la que figura en relieve la efigie de Gil Sánchez Muñoz sentado en su cátedra y revestido de sus ornamentos pontificales; con una lápida situada en la pared con otro relieve e inscripciones se completa este monumento funerario, testigo de su historia para la posteridad.

 

Bibl.: M. García Miralles, “La personalidad de Gil Sánchez Muñoz y la solución del Cisma de Occidente”, en Teruel, 12 (1954), págs. 63-122; C. L. de la Vega y Luque, “Tres documentos inéditos sobre Gil Sánchez Muñoz”, en Teruel, 55-56 (1976), págs. 51-57; G. Navarro Espinach, “Muñoces, Marcillas y otras familias dominantes en la ciudad de Teruel (1435-1500)”, en Anuario de Estudios Medievales, 32, 1 (2002), págs. 723-775; G. Navarro Espinach y C. Villanueva Morte, “Gil Sánchez Muñoz (1370-1447), el antipapa Clemente VIII. Documentación inédita de los archivos de Teruel”, en Anales de la Universidad de Alicante. Historia Medieval, 15 (2006-2008).

 

Germán Navarro Espinach