Murillo, José. Boltaña (Huesca), 28.II.1741 – Segovia, 27.IV.1806. Fraile paúl (CM), defensor de la Caridad y de la unidad vicenciana.
Había nacido en Boltaña el 28 de febrero de 1741, villa donde, según Paradela, “desempeñó la Cátedra de latinidad apenas recibido el sacerdocio”. Tenía veintiséis años cuando ingresó en la Congregación de San Vicente de Paúl (1767), a cuyo conocimiento había llegado mediante los trabajos desarrollados por los misioneros en el seminario diocesano de Barbastro, seminario del que sería él mismo destacado maestro y rector (1769).
Su vocación innata de profesor le llevó más tarde a desempeñar nuevas cátedras y cargos en Badajoz (1802) y Madrid (1789-1804). Como todo misionero paúl, Murillo participó en numerosas misiones populares y ejercicios espirituales. Fue famosa la misión de Daimiel (Ciudad Real), en 1790, que provocó en las autoridades eclesiásticas y civiles una petición formal de fundación en la villa que, pese a las aprobaciones ya recibidas, no llegó a cuajar. Ello no fue óbice para que siguiera trabajando en favor de la caridad.
Vistas sus dotes humanas y culturales, la presencia del padre Murillo era requerida para solucionar problemas agudos y de difícil gestión con las autoridades civiles y eclesiásticas. Fue un puntal seguro que ayudó a consolidar la fundación de los misioneros en la capital de España, calle del Barquillo (1828), casa que perderían con la Desamortización de Mendizábal en 1836.
El padre Murillo gestionó la crisis a la fe al enfrentarse Las Hijas de la Caridad en 1803. Frente a las presiones venidas de la jerarquía y de la Junta de Señoras de Honor que subvencionaban el famoso centro madrileño de la Paz, él se mostró firme en la defensa de la situación jurídica y carismática de las Hijas de la Caridad como delegado de su provincial, de quien había recibido potestad para “aceptar, admitir y firmar en nuestro nombre cuantas escrituras e instrumentos sean necesarios así en la fundación del Noviciado como de otros establecimientos de las Hijas de la Caridad”.
Con esta misma intención había dedicado, en 1801, al cardenal arzobispo de Toledo, Luis de Borbón, la traducción de la preciosa obra El espíritu de San Vicente de Paúl, del francés André Ansart. Allí quedaba ya claro el espíritu que ha de animar a los hijos e hijas de san Vicente de Paúl en referencia a la unidad y exención de que disfrutan en la Iglesia y en la sociedad civil, sin mengua de la obediencia que han de prestar a los obispos de las diócesis donde trabajen.
Sea cual fuere la causa que levantó las sospechas de la jerarquía y las señoras de la alta sociedad madrileña que aspiraban a convertirse en superiores mayores de las Hijas de la Caridad, lo cierto es que le llegó orden de expulsión de la corte confinándole en Segovia, donde murió el 27 de abril de 1806.
Obras de ~: A. Ansart, El espíritu de San Vicente de Paúl, trad. de ~, Madrid, Imprenta de la Viuda de Ibarra, 1801.
Bibl.: P. Nieto, Historia de las Hijas de la Caridad desde sus orígenes hasta el siglo XX, t. I, Madrid, Imprenta Regina, 1932, págs. 208-228; B. Paradela, Notas biográficas de los que han pertenecido a la Congregación de la Misión, Madrid, 1936, págs. 63-64 (separata de Anales de la Congregación de la Misión).
Antonino Orcajo Orcajo, CM