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Baltasar López de Gurrea y Jiménez de Cerdán

Biografía

López de Gurrea y Jiménez de Cerdán, Baltasar. Conde del Villar (II). Aragón, p. m. s. xvii – Palma de Mallorca (Islas Baleares), 30.I.1681. Virrey de Mallorca.

Hijo de José López de Gurrea Ximénez-Cerdán y Funes, primer Conde de Villar. Nació en Aragón en la primera mitad del siglo xvii. Persona afín a Juan José de Austria, de cuya cámara fue gentilhombre, había participado en las Cortes aragonesas de 1677-1678. Fue designado virrey de Mallorca por Carlos II el 29 de marzo de 1678. El Consejo de Aragón en su deliberación de 28 de septiembre de 1677 ya había concluido que cuando terminase el trienio de Gaspar Pardo de la Casta no se le prorrogase en el virreinato, a pesar de la satisfacción de su gobierno, sino que este cargo fuese para el conde del Villar. Llegó a la isla el 21 de junio a bordo de la nave La Europa y tomó posesión de él al día siguiente. Inmediatamente informó de que navíos franceses bordeaban Mallorca. En julio de 1678 ya se trataron en el Consejo de Aragón sus informes sobre las naves de la Armada francesa, que navegaban cerca de la isla. Durante su gobierno, se obtuvo una nueva plaza —la quinta— de oidor de la Real Audiencia, prosiguió la represión inquisitorial contra los conversos, rebrotada en 1675 y continuaron adoptándose medidas para acabar con la delincuencia que asolaba la isla. A pesar de la firma de la Paz de Nimega, no cesaron las hostilidades entre las Monarquías francesa y española, por lo que dado el ambiente bélico, el virrey tuvo que mantener en estado de alerta las defensas de la isla ante el temor de un ataque naval francés. En octubre de 1678 comunicó a los jurados que Carlos II deseaba que se alojasen en la isla ochocientos soldados procedentes de Italia, se les proveería de dinero para mantenerles, si bien éstos debían aportar el dinero restante si hacía falta. La reacción de los jurados fue solicitar que el dispendio causado por las tropas alojadas se cubriese mediante una talla general del reino de 12.000 libras en la que la mitad del dinero correspondiese a la ciudad y la mitad restante a la parte foránea. Los exentos deberían contribuir, o de lo contrario, tampoco lo harían los no privilegiados. En Menorca además, había falta de grano, ya que en Mahón se hallaba la Armada con mil doscientas plazas entre marineros y soldados que había que alimentar y debido a que se habían enviado también seis mil cuarteras de bizcocho a Ibiza para las galeras. La situación era acuciante. Los jurados se enfrentaron al virrey a causa del abastecimiento que se hacía a las galeras españolas en Mallorca contra los privilegios del reino. En octubre de 1678 llegó la infantería napolitana —trescientos hombres— y alemana —otros quinientos— que se alojó en dos cuarteles levantados en los suburbios de la ciudad. A partir de abril de 1679 el virrey dio la voz de alarma ya que se acababa el dinero y no disponía de medios para mantener el reino. Demandaba la salida de las tropas porque la Armada debía pasar a alojar a más hombres en Mallorca, mientras se carenaban sus buques sin mayores desembolsos si ocupaban los alojamientos de la infantería. El Consejo de Aragón se puso de parte del virrey a la hora de solicitar a Carlos II otras soluciones para aliviar la carga del alojamiento. El Rey aceptó que las tropas alemanas e italianas pasasen a alojarse en Cataluña, pero esto no se hizo inmediatamente, de modo que Mallorca hubo de tolerar su presencia y la de los componentes de la Armada durante algunos meses. La solución fue que el virrey emplease 640.000 reales de lo que se había confiscado a los xuetas para alimentar a los soldados alojados, además de a las tropas de la Armada. En julio de 1680, haciendo balance, el virrey señalaba que había dispuesto para gastos de 1.633.880 reales, pero que éstos habían ascendido a 1.735.980. Él mismo había tenido que recurrir a un crédito de 160.000 reales para pagar a la gente, pero le faltaban por cubrir además otros 53.074 reales. Así, el reino de Mallorca alojó por espacio de veintidós meses mil quinientas ocho plazas.

Murió en el ejercicio del cargo en enero de 1681 y dejó a su viuda y sus cinco hijas “con gran desamparo y pocas comodidades”. Fue enterrado en el convento agustino del Socorro. Quedó como virrey interino el procurador real, que era el conde de Santa María de Formiguera, a quien los jurados en agosto solicitaron al Rey que se nombrara virrey titular.

 

Bibl.: A. Campaner, Cronicón Mayoricense, Palma, Juan Colomar y Salas, 1881; J. M.ª Cuadrado, Islas Baleares, Barcelona, Est. Tipográfico-editorial de Daniel Cortezo y Cía., 1888; T. Aguiló, Virreyes de Mallorca, Palma, Editorial Mallorquina de Francisco Pons, 1959; J. Juan Vidal, El Sistema de Gobierno en el Reino de Mallorca (siglos xv-xvii), Palma, El Tall, 1996; Els Virreis de Mallorca (ss. xvi-xvii), Palma, El Tall, 2002.

 

Josep Juan Vidal