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Josep Lanuza Montbui-Vilarig y de Rocabertí-Pau

Biografía

Lanuza Montbui-Vilarig y de Rocaberti-Pau, Josep. Conde de Plasencia (III). Gerona, 1623 – ?, ú. t. s. xvii. Virrey de Mallorca.

Fue vizconde de Rueda y Perellós, señor de la villa de Ceret en el Rosellón y de las baronías de Vilarig y de Montbui. Felipe IV le designó virrey de Mallorca el 10 de abril de 1657 para sustituir al conde de Montoro. Llegó a la isla el día 13 de julio, el mismo día en que partió su antecesor. Juró su cargo el día 15. España se encontraba todavía en guerra con Francia. Vio recompensados los perjuicios que tuvo que padecer por servir a la Monarquía con el nombramiento de virrey de Mallorca. En 1657 alegaba haber perdido toda su hacienda en el Rosellón y por este motivo el Consejo de Aragón acordó compensarle con 1.000 ducados de oro, además de con el cargo de virrey de Mallorca. Fue el primer catalán que ocupó el virreinato de Mallorca en el siglo xvii.

Los últimos cuatro virreyes de Mallorca habían sido naturales del reino de Aragón. Ningún oriundo del principado había ejercido este cargo desde hacía más de setenta y cinco años, desde la muerte de Antoni D’Oms en 1582. Su presencia en Mallorca tuvo un carácter simbólico de concordia entre el Monarca y la nobleza catalana, pues implicó que un catalán volviera a ejercer un puesto del que se habían visto excluidos durante muchas décadas. Durante su virreinato hubo de afrontar los problemas derivados del correcto abastecimiento de grano de la isla en unos años de cosechas trigueras deficitarias y de guerras contra Francia e Inglaterra, que dificultaban el comercio exterior. Reprimió, como sus antecesores, el bandolerismo que asolaba la isla y que se encontraba en uno de sus momentos álgidos. Alternó contra él medidas de dureza, como ejecuciones sumarias y exposición pública de los restos de los cadáveres de los ejecutados, con amnistías para aquellos que se alistasen a servir a los Ejércitos de la Monarquía fuera de la isla. Impulsó la creación de un lazareto a fin de prevenir posibles epidemias de peste, como la sufrida en 1652. Durante su gobierno se continuó armando flotas corsarias contra ingleses, franceses, turcos y portugueses. Su mandato fue prorrogado en 1660 por un segundo trienio. En 1662 pidió dejar el cargo. Gobernó Mallorca durante seis años, hasta julio de 1663, año en que fue sustituido por Rodrigo de Borja. En mayo se le autorizó a “pasar a Barcelona con su casa aunque no haya llegado su sucesor pues queda el procurador real para servir el gobierno”.

A mediados de 1661, aprovechando la estabilidad política internacional que siguió a la Paz de los Pirineos, los Estados Generales de Holanda propusieron al rey de España la organización de una potente armada coaligada con varias naciones para dirigirse contra Argel, capturar el mayor número posible de embarcaciones, rescatar a los numerosos cristianos cautivos y forzar a las autoridades argelinas a firmar un tratado de paz que asegurara el libre desenvolvimiento del tráfico mercantil en el Mediterráneo occidental. Felipe IV transmitió la propuesta a los virreyes de Valencia, Cerdeña y Mallorca, pidiéndoles la participación de cada uno de sus respectivos reinos, con dos bajeles los dos primeros y con uno el reino mallorquín. Lanuza se negó aduciendo razones económicas. Eran años en los que los mallorquines eran víctimas y protagonistas del corsarismo.

Los argelinos dirigían ataques y razias contra las costas de Mallorca llevándose a mallorquines al norte de África. Estos corsarios mallorquines, a pesar de que tenían el grueso de sus actuaciones en el Mediterráneo occidental, protagonizarían en estos años una expansión que llegaría hasta el Atlántico.

Lanuza dejó definitivamente Mallorca el 14 de julio de 1663.

Entre 1667 y 1669 asumió la dignidad de protector del brazo militar de Cataluña en un período de pujanza política de éste, en el que llegó a convertirse en una de las corporaciones decisivas dentro de la oligarquía catalana durante el reinado de Carlos II. Durante la crisis política de 1668-1669, actuó de forma moderada, distanciándose del radicalismo faccional de algunos caballeros catalanes. Como protector del brazo militar apostó por el tradicional entendimiento entre los Soberanos y la aristocracia titulada del principado. Según el testimonio del jesuita Andrés Mendo, confesor del duque de Osuna, en diciembre de 1668 “el conde de Plasencia con toda la demás nobleza están finísimos en servicio de su Magd. resueltos a oponerse a quanto se intentare contra él”.

Los consistorios catalanes y la Generalitat acertarían, por tanto, al elegir en junio de 1678 a un embajador de rango aristocrático, con experiencia en el servicio real y al que se respetaba dentro del influyente brazo militar. Este acierto se puso de relieve nada más llegar el conde a Madrid a finales de junio de 1678.

Joan Francesc Pujol, agente en la Corte de la ciudad de Barcelona, y la Diputación catalana, informaba de que “assí por venir en nombre de V. S. este cavallero, como por sus buenas prendas de que se tenía aquí noticia desde que fue virrey de Mallorca, ha sido muy bien recivido y visitado de muchos Ministros del Consejo y de otros cavalleros y Grandes de España”. Sin las “buenas prendas” del embajador, hubiera sido difícil tener éxito en la complicada negociación que tuvo lugar en los meses siguientes. Su rango aristocrático, su trayectoria en el servicio regio y el respaldo del brazo militar fueron bazas decisivas.

Entre julio y noviembre de 1678 ejerció su embajada en Madrid. El 12 de diciembre retornó a Barcelona.

Su hijo Juan de Lanuza y Oms fue presidente del brazo militar de las Cortes de Cataluña y también protector del brazo militar del principado. Militante austracista obtuvo la Grandeza de España de manos de Carlos VI el 4 de marzo de 1720.

 

Bibl.: A. Campaner, Cronicón Mayoricense, Palma, Juan Colomar y Salas, 1881; T. Aguiló, Virreyes de Mallorca, Palma, Editorial Mallorquina de Francisco Pons, 1959; J. Juan Vidal, El Sistema de Gobierno en el Reino de Mallorca (siglos xvxvii), Palma, El Tall, 1996; Els Virreis de Mallorca (ss. xvi-xvii), Palma, El Tall, 2002.

 

Josep Juan Vidal